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La Copa de la improvisación

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Antonio Casale
29 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
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Todo lo que rodea la Copa América 2021 ha sido, desde el comienzo, una demostración de los valores que promueve la Conmebol: codicia, interés desmesurado por el dinero y desinterés absoluto por el deporte al que se debe.

Originalmente la Copa estaba programada para 2020, apenas un año después de la de Brasil. La excusa era nivelar el calendario con el de Europa para que a partir de ahora se jugara cada cuatro años, en la misma época de la Eurocopa. Jugar dos copas en dos años consecutivos no tiene ningún sentido distinto al de hacer dinero, cobrar millones por derechos de TV y llenar las arcas de las federaciones. Por eso, el balance de las asambleas anuales de la Conmebol solamente habla de sus exponenciales crecimientos en materia económica. Este año, en medio de la pandemia, se jactan de distribuir la cifra récord de US$300 millones en premios para los eventos continentales. Pero nunca, después de esas reuniones, nos hablan de proyectos deportivos. Bueno, claramente eso no hace parte de la agenda.

El caso es que la pandemia obligó a aplazar la Copa que nunca debió ser por un año, para junio de este 2021. Sin embargo, en un claro afán por hacer más y más dinero, los dirigentes confirmaron desde el mismo anuncio, como si fueran los mejores epidemiólogos, que se jugaría con público. Aún hoy, a dos meses y medio de que ruede la pelota, insisten en que así será, incluso a costa de quitarle la sede a Colombia si no se puede tener ingreso de la gente a los estadios.

La improvisación es de tal magnitud que, como suele suceder cuando no todo está en las manos de quien gestiona los proyectos, se viene el tercer pico de la pandemia y el plan A sigue siendo jugar en donde les dejen meter gente en las tribunas. Pues por acá parece que no va a ser. Obviamente, no se han cerrado la cantidad de patrocinadores que quieren, los entrenadores no saben con qué equipo pueden contar, están planeando unas fechas de eliminatoria que no tienen certeza y, después del año con más partidos en las piernas de sus jugadores, se preguntan si es obligatorio llevar su equipo estelar a esta Copa América, la más atravesada de la historia.

Mientras tanto en Europa, desde que aplazaron su Eurocopa de 2020 para 2021, hicieron un plan para realizarla a puerta cerrada. Sus patrocinadores ajustaron sus activaciones a la estrategia trazada. Los equipos saben con anterioridad y claridad cuál es el plan deportivo, los que compraron los derechos de TV saben, desde que se anunciaron los cambios, cuál es el producto que van a comercializar. No será, ni de cerca, la más apasionante Eurocopa de la historia, pero será un torneo serio, adaptado a la situación actual. La Eurocopa, a diferencia de esta Copa América, fue planeada con base en lo que está en las manos de la UEFA. La pandemia no depende de los directivos; allá lo tienen claro, aquí no. Por eso Suramérica es vista por la FIFA como el reinado de la improvisación, por eso cada día pierde más peso a escala mundial.

 

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