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Es fácil siempre poner un chivo expiatorio cuando las cosas no van bien. Más aún cuando se tiene un entrenador, que para los clubes en ocasiones se vuelve una pieza de quitar y poner.
Esta ocasión le ha tocado a un gran entrenador que estaba trabajando con las uñas. Sí, Gustavo Poyet, ha entrado a la lista de los decapitados en la Premier League por los últimos resultados de su equipo, el Sunderland.
El estar en zona de descenso y no haber ganado ningún partido en los últimos 7 encuentros en todos los torneos disputados, regó el cadiz de los gatos negros. La última y más dolorosa, fue frente a Aston Villa que le proporcionó una goleada en su propio campo y al finalizar el primer tiempo de aquel partido, el estadio ya estaba vacío.
Muchos a esta hora solo culpan a Poyet del "fracaso" o "crisis" del club. Ese es el camino más fácil. A todos se les olvido la milonga que le toco bailar a Gustavo cuando echaron al italiano Di Canio a raiz de los resultados y el regimen dictatorial y la filosofia fascista que imponía, en donde jugadores de raza afro-descendiente sufrían constantemente su maltrato verbal. Sí, a Gustavo le entregaron un equipo herido, maltratado física y mentalmente y peor aun, sin identidad futbolistica.
Con todo esto, Gustavo se echo el equipo al hombro, les fue tratando y sanando. Les dio un nuevo aire y les hizo creer en sí mismos una vez más para que saltaran al campo de juego y evitaran el descenso, tal y como lo lograron la temporada pasada.
Se les olvidó ya a muchos que bajo la dirección técnica de Poyet, se eliminó a Manchester United de la Capital One Cup, agudizando aún más la situación que estaba viviendo David Moyes. También que por muy poco, este equipo casi se hace con la Copa de la Liga inglesa frente a Manchester City.
Recuerdo ese dia en Wembley cuando entrevisté a un anciano seguidor del Sunderland de más de 90 años y le pregunté si pensaba que ganarían ese día. El anciano me respondió algo que le transmití horas después a Poyet en privado al terminar la entrevista que muy amablemente nos concedió. "No me importa el resultado, Gustavo nos hizo creer una vez mas que podemos ser mejores y podemos vencer cualquier obstáculo. Eso es mas galardón que la copa para mi, un viejo que hacia mucho tiempo no veía a toda una ciudad portando estos colores con tanto orgullo como lo hacemos hoy en Wembley".
Al trasmitir este mensaje a Gustavo, sus lagrimas corrían sus mejillas y con una gran sonrisa me respondió con un abrazo y me dijo: "Me llevo ese trofeo a casa y vale más que una copa".
Gustavo se va de Sunderland y aunque muchos quieran eclipsar lo que el logró con este equipo, los verdaderos hinchas y los que sabemos quien es Gustavo, sabemos que sus manos siempre estuvieron atadas a la hora de construir el equipo. Las directivas nunca le dieron lo que el pedía y ahora, cuando deberían apuntar los dedos hacia personas como Ellis Short, uno de los protagonistas principales en esta historia, muy pocos lo hacen.
El despido de Poyet, no solo lo empujan los resultados, lo empuja el nuevo arreglo económico que hizo la Liga Premier con los canales locales por 5,6 billones de libras. Esto ha sido la razón para que salga otro gran entrenador.
Gustavo obvio estará con la bronca de no haber podido sacar al equipo a flote, pero tienen la mente tranquila que los fichajes no fueron de él.
Gus, como le dicen en Inglaterra, se va sin trofeos físicos pero se marcha con un triplete invaluable. Se va con el trofeo de haber salvado el club la temporada pasada, se va sabiendo que les dio una nueva identidad en el campo, y se va con el trofeo de hacerles creer en si mismos para volver a portar con orgullo la camiseta de los gatos negros que por muchas temporadas habían olvidado.