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Después de Neymar, Thiago Silva y David Luiz son los brasileños más famosos en la actualidad. Capitanes de la selección verdiamarilla, ambos aspiran a levantar la copa el próximo 13 de julio, cuando se juegue la final del Mundial de Fútbol de 2014.
Su sueño, sin embargo, estuvo a punto de desmoronarse el sábado, cuando por poco pierden contra Chile en los octavos de final. Ese día, en el estadio Mineirão de Belo Horizonte, los dos defensas centrales sellaron un pacto que los unirá por siempre.
Silva, el número 3 y quien porta el brazalete de capitán, sucumbió ante la presión. Justo antes de la definición por cobros desde el punto penal explotó en llanto. La posibilidad de ver eliminado a su equipo lo llenó de pánico. Apareció entonces David Luiz, el rubio zaguero que porta la camiseta 4, y asumió el liderazgo. Fue él quien arengó a sus compañeros, les dijo que ese tiro en el palo del chileno Mauricio Pinilla, al minuto 120, había sido una bendición, una nueva oportunidad que tenían que aprovechar.
Y le dijo al técnico Luiz Felipe Scolari que quería ser el primero en patear. Lo hizo con fuerza, a un costado, y abrió el camino hacia la victoria, mientras su amigo Thiago, arrodillado en el centro del campo, no era capaz siquiera de mirar. Sufrieron juntos los últimos cobros y se abrazaron apenas Marcos Jara estrelló su remate contra el vertical. Celebraron con la torcida brasileña como si hubieran ganado el título. Después de la crisis, de estar prácticamente muertos, renacieron de las cenizas.
Y de acuerdo con la psicóloga Regina Brandão, quien ha trabajado con ellos durante esta semana, ya superaron el mal momento y ahora están listos para enfrentar a Colombia en cuartos de final. En su cuenta de Twitter, Luiz aseguró: “Ningún dolor es más grande que un sueño. Estoy orgulloso de ser brasileño, vamos juntos hasta el fin”. Silva, ya recuperado, fue el encargado de la charla motivacional de la práctica de ayer, antes del viaje a Fortaleza.
Pidió a sus compañeros olvidar los malos momentos que han pasado en el Mundial, hacer caso omiso a las críticas y concentrarse en el juego ante el equipo de José Pékerman. Insistió en que todo el país, más de 200 millones de personas, los respalda y les da cariño. Aceptó que durante la Copa se ha dejado llevar por la emoción, como cuando lloró al entonar el himno nacional en el juego inaugural, pero que en momentos decisivos no se podía mostrar debilidad. Y de acuerdo con los medios locales, apostados en la Granja Cumary, en Teresópolis, abrazó uno a uno a sus compañeros, hasta llegar a David Luiz, a quien agradeció por haber contagiado de coraje y fuerza a todo el grupo.
La verdad es que son dos futbolistas que se complementan. Juegan juntos desde hace varios años en la selección, pero se conocen desde chicos. Thiago nació en un barrio popular de Río de Janeiro y debutó como profesional con el Juventude, en 2004. Pasó luego por el Porto de Portugal y el Dynamo de Moscú, ciudad en la que sufrió una tuberculosis que por poco le quita la vida y lo tuvo cinco meses hospitalizado.
Regresó a Brasil y jugó con el Fluminense, que a finales de 2008 lo vendió al Milan italiano. En el verano de 2012 fue transferido al París Saint-Germain por 42 millones de euros, en una transferencia récord para un defensa. Justamente en el club de la capital francesa será ahora compañero de David Luiz, adquirido hace apenas dos meses por 44 millones de euros.
Luiz nació en São Paulo el 22 de abril de 1987 y estuvo en todos los equipos de las categorías menores del club de esa ciudad. Creció en Cotía, el centro de entrenamiento en el que se concentra la selección de Colombia en este Mundial. Pero como no veía opciones de llegar al plantel profesional decidió ir a probar suerte en otro lado.
Llegó al Vitoria e impresionó a los técnicos en las pruebas. Jugaba como volante central, pero en el equipo necesitaban defensas centrales, así que dijo que esa posición era su especialidad. Se quedó y firmó su primer contrató, del cual cumplió apenas un año, porque fue transferido al Benfica. Pasó de allí al Chelsea, con el que ganó la Champions League y la Europa League.
Con la selección nacional, Silva y Luiz han sido exitosos. Asumieron la titularidad en la zaga central después del fracaso del scratch en Sudáfrica 2010 y fueron fundamentales para la conquista de la Copa de las Confederaciones del año pasado, cuando como locales le ganaron la final 3-0 a España. “Creo que en ese momento hasta nosotros mismos entendimos que podíamos ser campeones mundiales. El país estaba incrédulo, pero ahí empezó a confiar”, acepta David Luiz, cuyos crespos rubios aparecen en decenas de comerciales de televisión y es apodado Valderraminha.
Con respecto a su afinidad con Silva, dice: “Thiago es un gran amigo. Nos conocimos en la selección y nos hemos vuelto muy unidos. Ahora en París tendré que convivir más con él que con mi familia. En la cancha nos complementamos y ya hasta nos entendemos con sólo mirarnos. Tenemos muchas cosas en común, pero la principal son las ganas de luchar por nuestro país y darle alegrías a la gente”.
En sus cuatro partidos en este Mundial, Brasil apenas ha recibido tres goles y su defensa ha sido bastante confiable. “El problema del equipo está arriba, en la falta de alternativas, de ideas”, ha señalado en sus comentarios para la televisión el exastro Rivelino. De hecho, según el índice Castrol, utilizado por Fifa para evaluar el rendimiento de los jugadores, David Luiz es el mejor jugador del Mundial hasta el momento, con una calificación de 9,79, seguido por el colombiano James Rodríguez, quien tiene 9,74. Thiago Silva es séptimo en ese escalafón, con 7,56.
Sobre el nivel de Brasil y las dificultades que ha tenido para superar a sus rivales, Thiago Silva destacó que “así no hayamos sido muy superiores, hemos merecido ganar. Contra Chile no fue simplemente una cuestión de suerte, no hay suerte para el que trabaja. Esa es una palabra muy ingrata en el fútbol. Nosotros nos preparamos para la victoria y ese esfuerzo merece ser reconocido”.
El capitán, que prometió no dejar hundir el barco ante Colombia, agregó: “Estamos más fuertes que nunca. La experiencia frente a Chile nos llenó de fe. Quedó claro que para este equipo todo es posible y que podemos superar cualquier dificultad”.
Silva y Luiz serán titulares mañana en el estadio Castelão de Fortaleza, en donde Brasil se juega el partido de su vida. Para los pentacampeones mundiales una derrota sería tanto o más dolorosa que la que sufrieron en 1950 ante Uruguay, en el famoso Maracanazo. Sobre todo en ellos, y en la genialidad de Neymar, recae el peso del equipo verdiamarillo, en el que tienen claro que futbolísticamente Colombia está a su altura, por lo que intentarán hacer valer su mayor historia y tradición.