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"En Europa no debemos equivocarnos con lo que significa que lo hayan nombrado seleccionador. Maradona sigue siendo visto como un dios pese a sus problemas privados y le dará un gran impulso al fútbol argentino, pese a que no tiene casi experiencia como entrenador", dice Matthäus en un artículo que publica hoy la revista "Bild".
El artículo está dedicado completamente a Maradona y se concentra sobre todo en la relación que durante muchos años tuvo Matthäus con él.
En marzo de 1982, en un duelo Argentina-Alemania que terminó empatado 1-1, Matthaus fue una especie de sombra de Maradona y, según el jugador alemán, eso hizo que su nombre fuera conocido en todo el mundo antes de cumplir 21 años.
"Una reputación así también puede ser una maldición. Estuve resistiéndome durante toda mi carrera a la imagen de perro guardián de Maradona", escribe Matthäus.
Los dos jugadores se enfrentaron muchas veces -en la liga italiana, en competiciones europeas y en dos finales mundialistas- y desarrollaron una amistad personal, aunque nunca llegaron a jugar en el mismo club.
Sin embargo, Matthäus revela que en 1987 Maradona quiso llevárselo al Nápoles.
"Era algo que me honraba, pero Nápoles no me apetecía aunque me hubiera hecho rico de un golpe. Me quedé en Múnich y un año después fiché por el Inter por menos dinero", explica el jugador alemán.
En 1988, sin embargo, jugaron juntos en el partido de despedida de Michele Platini.
"Él hizo un gol después de un pase mío", recuerda Matthäus.
En 1989 Matthäus marcó de falta, en el minuto 83, el gol definitivo en el partido que el Inter ganó por 2-1 ante el Nápoles y que decidió el título italiano de aquella temporada a favor del equipo milanés.
"Diego me felicitó amablemente", recuerda el ex jugador germano.
En 1986, Maradona había ganado la final mundialista con Argentina contra Alemania por 3-2. En 1990 le tocó el turno a Matthäus y Alemania ganó 1-0 y Maradona rompió a llorar.
"Pese a toda la alegría, traté de consolarlo. Hubiera querido abrazarlo", asegura Matthäus.
Entre los recuerdos de Matthäus también está un duelo Sevilla-Bayern, después del cual los dos amigos estuvieron bebiendo vino hasta las cinco de la mañana, así como los partidos de despedida de ambos en 2000, en Múnich, y en 2001, en Buenos Aires.