Marcus Thuram y un legado en el fútbol contra el racismo

Marcus Thuram marcó uno de los goles en la victoria del Borussia Mönchengladbach contra el Unión Berlín por 4-1 el pasado domingo 31 de mayo. Tras su anotación, el centro delantero ítalo-francés se arrodilló para rendirle un homenaje a George Floyd, asesinado por un policía en Estados Unidos días atrás.

"No me voy a levantar a mostrar orgullo ante la bandera de un país que oprime a la gente negra y a la gente de color", afirmó en el 2016 Colin Kaepernick, jugador de la NFL y uno de los símbolos en el deporte contra el racismo en el mundo, cuando decidió arrodillarse en el momento en que sonaba el himno de los Estados Unidos.

Desde ese entonces ha habido varios deportistas que se arrodillan para protestar contra la violencia racial en diversas partes del mundo. En el 2017, por ejemplo, en la misma NFL, varios equipos realizaron el mismo gesto para protestar contra la opresión por parte de la Policía contra la población afro en el país norteamericano.

Ayer, Marcus Thuram revivió ese gesto como un modo de protesta y una manera de reivindicar la dignidad del ser humano, de la población afro que sigue padeciendo una violencia, difícil de entender, que viene de siglos atrás y que parece que supo arraigarse a una cultura que cada vez es más fragmentada y menos tolerante ante la diversidad.

Lo interesante del gesto de Thuram, que va más allá de un homenaje a George Floyd, es que recuerda la lucha contra el racismo que ha tenido su familia desde hace varios años y que ha sido liderada por su papá, el exjugador francés, Lilian Thuram.

El exlateral derecho y campeón del mundo con la selección francesa nació en Guadalupe, una isla del Caribe que es considerada una región de ultramar de Francia. Su búsqueda por un cupo en el fútbol estuvo permeada por varios eventos desafortunados asociados al racismo. Su oficio en el deporte no lo hizo olvidar de esas dinámicas coloniales que provocan violencia contra la población afrodescendiente. Y por ello mismo fue que mientras estuvo en Barcelona entre 2006 y 2008, el último equipo en su carrera como futbolista, el francés creó la Fundación Educación Contra el Racismo. Esto como parte de una serie de gestos que el jugador ya había demostrado a lo largo de los años para fomentar la solidaridad y rechazar cualquier gesto de discriminación racial.

Rechazó ser ministro en Francia tras haberse enfrentado a Sarkozy y haber criticado a Georges Freche, uno de los líderes del Partido Socialista Francés luego de haber afirmado en 2007 que la selección de fútbol tenía muchos jugadores negros, insinuando que ello era negativo para la imagen y el desempeño del equipo.

Lilian Thuram decidió llamar a su hijo Marcus en honor a Marcus Garvey, fundador de la Asociación Universal de Desarrollo Negro y la Liga de Comunidades Africanas a principios del siglo XX. Y no es un hecho menor, pues heredar las luchas por la dignidad del ser humano y por reivindicar los derechos de las comunidades afrodescendientes en el mundo es una misión que implica valentía y convicción, y más en tiempos donde a los poderes no les conviene que existan escenarios de rebelión y pensamiento.

Marcus Thuram marcó uno de los goles en la victoria del Borussia Mönchengladbach contra el Unión Berlín por 4-1 el pasado domingo 31 de mayo. Tras su anotación, el centro delantero ítalo-francés se arrodilló para rendirle un homenaje a George Floyd, asesinado por un policía en Estados Unidos días atrás.

"No me voy a levantar a mostrar orgullo ante la bandera de un país que oprime a la gente negra y a la gente de color", afirmó en el 2016 Colin Kaepernick, jugador de la NFL y uno de los símbolos en el deporte contra el racismo en el mundo, cuando decidió arrodillarse en el momento en que sonaba el himno de los Estados Unidos.

Desde ese entonces ha habido varios deportistas que se arrodillan para protestar contra la violencia racial en diversas partes del mundo. En el 2017, por ejemplo, en la misma NFL, varios equipos realizaron el mismo gesto para protestar contra la opresión por parte de la Policía contra la población afro en el país norteamericano.

Ayer, Marcus Thuram revivió ese gesto como un modo de protesta y una manera de reivindicar la dignidad del ser humano, de la población afro que sigue padeciendo una violencia, difícil de entender, que viene de siglos atrás y que parece que supo arraigarse a una cultura que cada vez es más fragmentada y menos tolerante ante la diversidad.

Lo interesante del gesto de Thuram, que va más allá de un homenaje a George Floyd, es que recuerda la lucha contra el racismo que ha tenido su familia desde hace varios años y que ha sido liderada por su papá, el exjugador francés, Lilian Thuram.

El exlateral derecho y campeón del mundo con la selección francesa nació en Guadalupe, una isla del Caribe que es considerada una región de ultramar de Francia. Su búsqueda por un cupo en el fútbol estuvo permeada por varios eventos desafortunados asociados al racismo. Su oficio en el deporte no lo hizo olvidar de esas dinámicas coloniales que provocan violencia contra la población afrodescendiente. Y por ello mismo fue que mientras estuvo en Barcelona entre 2006 y 2008, el último equipo en su carrera como futbolista, el francés creó la Fundación Educación Contra el Racismo. Esto como parte de una serie de gestos que el jugador ya había demostrado a lo largo de los años para fomentar la solidaridad y rechazar cualquier gesto de discriminación racial.

Rechazó ser ministro en Francia tras haberse enfrentado a Sarkozy y haber criticado a Georges Freche, uno de los líderes del Partido Socialista Francés luego de haber afirmado en 2007 que la selección de fútbol tenía muchos jugadores negros, insinuando que ello era negativo para la imagen y el desempeño del equipo.

Lilian Thuram decidió llamar a su hijo Marcus en honor a Marcus Garvey, fundador de la Asociación Universal de Desarrollo Negro y la Liga de Comunidades Africanas a principios del siglo XX. Y no es un hecho menor, pues heredar las luchas por la dignidad del ser humano y por reivindicar los derechos de las comunidades afrodescendientes en el mundo es una misión que implica valentía y convicción, y más en tiempos donde a los poderes no les conviene que existan escenarios de rebelión y pensamiento.