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                                                                                                                              Messi en Nápoles, la ciudad de Diego

                                                                                                                              Han pasado 36 años desde el arribo de Maradona, pero su legado seguirá intacto. Un tipo que fue capaz de decir lo que todos sabían y ninguno había sido capaz. En una tierra que no era suya, pero que volvió suya.

                                                                                                                              Thomas Blanco- @thomblalin

                                                                                                                              Este martes, por la ida de los octavos de final de la Champions League, Messi y su Barcelona visitan un lugar especial: Nápoles, la ciudad de Diego. El fortín del otro astro argentino con quien siempre fue comparado. Han pasado 36 años desde el arribo de Maradona, pero su legado sigue, seguirá, impermeable ante el rigor del tiempo. Un tipo que fue capaz de decir lo que todos sabían y ninguno había sido capaz. En una tierra que no era suya, pero que volvió suya.

                                                                                                                              El mejor jugador del planeta aterrizó en Nápoles en 1984, un modesto club sin títulos del sur de Italia. Pero llegó con una mochila pesada: los constantes escándalos en sus dos temporadas en el Barcelona, una ciudad que le presentó, por primera vez, la cocaina. Donde sacaba su llave, recogia con la punta y esnifaba, una y otra vez.

                                                                                                                              La turbulencia también lo salpicó dentro de la cancha. El detonante de su partida fue en una final de Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao el 5 de mayo de 1984. La prensa, amarillista como siempre, empañó la previa, le metió calentura al ambiente: Andoni Goikoetxea, meses atrás, le había fracturado el tobillo izquierdo y alejado de las canchas por más de cuatro meses. Especulaban con sed de venganza del argentino, así fue.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Ese fue su espejo retrovisor en Nápoles, un lugar que le dio una segunda oportunidad. Que empezó a conquistar del todo el 3 de noviembre de 1985 con uno de los mejores goles de tiro libre de todos los tiempos: que significó el triunfo 1-0 del Napoli ante la Juventus de Platini, que llegaba con ocho victorias al hilo. Una falta indirecta dentro del área en la que el balón superó la barrera y se metió en cámara lenta y de forma quirúrgica en el ángulo.

                                                                                                                              Una victoria ante un conjunto grande que dejó un sabor especial, una revancha especial en Nápoles: ciudad que se sentía tan discriminada y opacaba por el resto de Italia. La inyección anímica final para que Diego se saltara los protocolos, las maneras obtusas de todos, y soltara desde el sur unas palabras que causaron un terremoto político en el resto de Italia.

                                                                                                                              Se sentó en un sofá, se puso cómodo y disparó su bomba en el popular programa de televisión La Domenica Sportiva. Porque lo suyo nunca fue ser pecho frío. "En Italia hay racismo y no es contra los negros. Es contra los napolitanos. ¡Una vergüenza!", unas declaraciones que prendieron la chispa nacionalista en una ciudad acostumbrada a ser dócil, a callar, a caminar con mirada al suelo. Maradona, caudillo foráneo que se apersonó del despertar de Nápoles. Y sus palabras, de repente, se volvíeron decretos. Y su poder, también, más robusto que el de los políticos.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Tanto que puso a Nápoles a apoyar a Argentina en los mundiales de fútbol. El primero: México 1986. Cuentan que la victoria 3-2 de la albiceleste sobre los alemanes en la final desencadenó en una de las fiestas más recordadas en la historia de la ciudad. Celebraron el título como propio.

                                                                                                                              Y así, en la misma estela, cuatro años después, en su Mundial, o mejor dicho, el de Italia, la de los demás y no de ellos, se presentó un escenario inesperado, de cine.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Empate 1-1 en los 120 minutos, penales. Goycoechea atajó dos y Diego acomodó la pelota y se paró a cobrar el definitivo: la mandó al fondo y eliminó a esa Italia racista de su propio mundial. Un guion que es considerado como uno de los sucesos más pintorescos en la historia del deporte. El día en que Diego partió Italia en dos.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              El 17 de marzo de 1995, por la fecha 25 de la Serie A, dio positivo por cocaína. Otra sanción: 15 meses. A media noche se sentó en su convertible y se fue para siempre, físicamente. Aterrizó en Buenos Aires, y dos semanas después de su ostracismo, la policía allanó su apartamento. Todos saben lo que encontraron. Fue detenido, pagó una fianza de 20 mil pesos y tuvo que someterse a un tratamiento de rehabilitación. La historia de Diego con Nápoles, su ciudad, llegó a su punto final.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              En las calles quedó para siempre: en los murales, en los restaurantes, en las esquinas. Pero sobre todo, en la memoria colectiva de una ciudad que entendió gracias a él que las cosas tenían que cambiar. Esa es la ciudad a la que deberá enfrentar hoy Lionel Messi en el duelo entre Barcelona y Napoli por la ida de los octavos de final de la Champions League, terreno de Diego.

                                                                                                                              Thomas Blanco Lineros- @thomblalin

                                                                                                                              Este martes, por la ida de los octavos de final de la Champions League, Messi y su Barcelona visitan un lugar especial: Nápoles, la ciudad de Diego. El fortín del otro astro argentino con quien siempre fue comparado. Han pasado 36 años desde el arribo de Maradona, pero su legado sigue, seguirá, impermeable ante el rigor del tiempo. Un tipo que fue capaz de decir lo que todos sabían y ninguno había sido capaz. En una tierra que no era suya, pero que volvió suya.

                                                                                                                              El mejor jugador del planeta aterrizó en Nápoles en 1984, un modesto club sin títulos del sur de Italia. Pero llegó con una mochila pesada: los constantes escándalos en sus dos temporadas en el Barcelona, una ciudad que le presentó, por primera vez, la cocaina. Donde sacaba su llave, recogia con la punta y esnifaba, una y otra vez.

                                                                                                                              La turbulencia también lo salpicó dentro de la cancha. El detonante de su partida fue en una final de Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao el 5 de mayo de 1984. La prensa, amarillista como siempre, empañó la previa, le metió calentura al ambiente: Andoni Goikoetxea, meses atrás, le había fracturado el tobillo izquierdo y alejado de las canchas por más de cuatro meses. Especulaban con sed de venganza del argentino, así fue.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Ese fue su espejo retrovisor en Nápoles, un lugar que le dio una segunda oportunidad. Que empezó a conquistar del todo el 3 de noviembre de 1985 con uno de los mejores goles de tiro libre de todos los tiempos: que significó el triunfo 1-0 del Napoli ante la Juventus de Platini, que llegaba con ocho victorias al hilo. Una falta indirecta dentro del área en la que el balón superó la barrera y se metió en cámara lenta y de forma quirúrgica en el ángulo.

                                                                                                                              Una victoria ante un conjunto grande que dejó un sabor especial, una revancha especial en Nápoles: ciudad que se sentía tan discriminada y opacaba por el resto de Italia. La inyección anímica final para que Diego se saltara los protocolos, las maneras obtusas de todos, y soltara desde el sur unas palabras que causaron un terremoto político en el resto de Italia.

                                                                                                                              Se sentó en un sofá, se puso cómodo y disparó su bomba en el popular programa de televisión La Domenica Sportiva. Porque lo suyo nunca fue ser pecho frío. "En Italia hay racismo y no es contra los negros. Es contra los napolitanos. ¡Una vergüenza!", unas declaraciones que prendieron la chispa nacionalista en una ciudad acostumbrada a ser dócil, a callar, a caminar con mirada al suelo. Maradona, caudillo foráneo que se apersonó del despertar de Nápoles. Y sus palabras, de repente, se volvíeron decretos. Y su poder, también, más robusto que el de los políticos.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Y así, en la misma estela, cuatro años después, en su Mundial, o mejor dicho, el de Italia, la de los demás y no de ellos, se presentó un escenario inesperado, de cine.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Empate 1-1 en los 120 minutos, penales. Goycoechea atajó dos y Diego acomodó la pelota y se paró a cobrar el definitivo: la mandó al fondo y eliminó a esa Italia racista de su propio mundial. Un guion que es considerado como uno de los sucesos más pintorescos en la historia del deporte. El día en que Diego partió Italia en dos.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              El 17 de marzo de 1995, por la fecha 25 de la Serie A, dio positivo por cocaína. Otra sanción: 15 meses. A media noche se sentó en su convertible y se fue para siempre, físicamente. Aterrizó en Buenos Aires, y dos semanas después de su ostracismo, la policía allanó su apartamento. Todos saben lo que encontraron. Fue detenido, pagó una fianza de 20 mil pesos y tuvo que someterse a un tratamiento de rehabilitación. La historia de Diego con Nápoles, su ciudad, llegó a su punto final.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              En las calles quedó para siempre: en los murales, en los restaurantes, en las esquinas. Pero sobre todo, en la memoria colectiva de una ciudad que entendió gracias a él que las cosas tenían que cambiar. Esa es la ciudad a la que deberá enfrentar hoy Lionel Messi en el duelo entre Barcelona y Napoli por la ida de los octavos de final de la Champions League, terreno de Diego.

                                                                                                                              Thomas Blanco Lineros- @thomblalin

                                                                                                                              Por Thomas Blanco- @thomblalin

                                                                                                                              Ver todas las noticias
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