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En el Mundial de Brasil 1950 se dieron un par de historias que se conocieron como las grandes sorpresas del torneo: la primera y más recordada fue la del ‘Maracanazo’, con la que Uruguay se alzó con su segundo título mundial. La segunda, que quedó opacada por la final del campeonato del mundo, se dio en un partido de primera ronda donde Estados Unidos venció por 1-0 a Inglaterra, equipo que llegó con el rotulo de principal favorito a quedarse con el título en Brasil.
Para este encuentro tanta era la confianza de los ingleses que le dieron descanso a una de sus principales figuras, Stanley Matthews y aún así en las casas de apuestas británicas, Estados Unidos pagaba 500 a 1. De hecho, los autodenominados “reyes del fútbol” pudieron haber sacado una diferencia de tres o cuatro goles en el principio, pero tuvieron mala suerte, falta de puntería y se encontraron con un portero iluminado, Frank Borghi, quien confesó que encaró ese partido con esperanzas de “no comerse cuatro o cinco goles”.
“Quizá los ingleses, conscientes de su superioridad, no se empleaban a fondo. Pero a los 38 minutos llegó el primer gol de la tarde, que habría de ser el único y que representaría la gran victoria de los colores estadounidenses sobre los ingleses. El medio volante derecha de EEUU pasó por bajo la pelota a Souza, que avanzó hacia la meta inglesa después de driblear a un defensor que le salió al paso. En mala posición y acosado por un defensa, Souza vio en mejor situación a su compañero Goetjens, al que sirvió el esférico y éste, sin titubear, tiró fuerte y raso, llegando la pelota al fondo de la red. El tanto fue acogido con una gran ovación por la totalidad, de los asistentes al partido” así lo describió el periódico español La Vanguardia.
El goleador de este encuentro tuvo un doloroso final: al regresar a su país natal, la dictadura que gobernaba Haití lo encarceló, el 6 de julio de 1964, ya que su familia era opositora a Francois Duvalier, Papa Doc, proclamado presidente vitalicio. Fue trasladado a Fort Dimanche, prisión de Puerto Príncipe y no se supo más nada de él. Se cree que fue ejecutado cuatro días después. En 1976 se le concedió una plaqueta en el Hall de la Fama de la Selección de Estados Unidos por el milagro de haberle convertido a Inglaterra.
Tras el partido Walter Bahr, uno de los últimos sobrevivientes de ese encuentro, le dijo al diario inglés The Guardian “Ganamos pero no jugamos mejor que Inglaterra” y además añadió “Fue uno de esos partidos en los que el mejor equipo no gana. Estoy orgulloso de ello. Teníamos un equipo decente. Pero si enfrentábamos a Inglaterra diez veces, ellos hubieran ganado en nueve oportunidades”.
Este hito fue conocido en Estados Unidos como “miracle on grass” (milagro en el césped) sin embargo no tuvo mucha injerencia en la prensa local, el New York Times decidió ser precavido, creyendo que era una broma, no lo publicó hasta tiempo más tarde. Pero lo más gracioso fue que, cuando una agencia de noticias recibió el telegrama con el resultado; en lugar de pedir la confirmación del mismo, creyó que se trataba de un error de tipeo y es por ello que el marcador lo publicó: Inglaterra 10 - E.E.U.U. 1.
Este 'milagro americano' que pasó desapercibido en el país del 'nuevo continente' en Inglaterra dejó una herida profunda que comenzó a sangrar aquel 29 de junio de 1950 y tardó mucho tiempo en cicatrizar. Recién en 1966, los ingleses pudieron dar vuelta esa página aciaga de su historia, al conquistar su primer y único título mundial en casa, aunque para algunos hinchas ingleses aquel trauma de Belo Horizonte jamás pudo ser superado.