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Musa Juwara: de atravesar el Mediterráneo a brillar en la Serie A

Esta es la historia del jugador de Gambia que el domingo pasado anotó su primer gol como profesional en la victoria 2-1 de Bolonia sobre Inter en San Siro.

07 de julio de 2020 - 05:00 p. m.
El jugador africano llegó a las costas de Italia cuando tenía 15 años./ Bolonia.
El jugador africano llegó a las costas de Italia cuando tenía 15 años./ Bolonia.
Foto: Bolonia

En Italia se habla de que llegó a Messina en una patera, un bote con fondo plano y al cual se le llama así por llevar inmigrantes desde África hasta las costas mediterráneas de Europa. Pero lo que no se ha dicho, o poco se nombra, es que Musa Juwara atravesó Gambia, después Mali, pasó por Burkina Faso y por Níger y contó con suerte para que las autoridades de Libia lo dejaran embarcarse.

Escribirlo es sencillo, pensarlo con un mapa en la mano es más complicado, no tanto como lo es recorrer 4.100 kilómetros y pasar fronteras en las que no importa la identificación, sí tener dinero para darle a personas que profieren insultos y que deciden quién sigue y quién no.

En Libia, un tiquete para subirse en una lancha que más parece un racimo humano, cuesta alrededor de 350 euros. Y los menores de edad, que normalmente no tienen ese dinero, se ven obligados a trabajar, y son proclives a todo tipo de abusos de quienes trafican con personas. Por fortuna Juwara, hoy jugador de Bolonia, contó con suerte y con los ahorros de unos abuelos que tuvieron que hacer las veces de padres. Y más allá de lo tortuoso del camino no tuvo mayores altercados.

Sin embargo, el futbolista de 18 años, que marcó su primer gol como profesional el domingo pasado frente a Inter, en San Siro, afrontó el viaje en mar abierto, en pleno Mediterráneo que, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, es la ruta más mortífera del mundo. Se sabe cuántos llegan a las costas europeas, no cuántos se embarcaron del otro lado. Era 2016, tenía 15 años y la únicas salida para huir de un país desigual y en el que mandaba un déspota que decía poder curar el Sida a punta de hierbas (Yahya Jammeh) era marcharse para evitar, más adelante, la crudeza de la guerra, también la crueldad del gobierno y al fin poder vivir en una tierra de paz.

Musa soportó el mareo de altamar, la sensación de que el bote se iba a voltear en cualquier momento y llegó a Italia el 10 de junio. El joven, de apariencia enjuta, no quiso decirle nada a las autoridades y se limitó a asentir con la cabeza cuando entendía algo de lo que le preguntaban. No llevaba más ropa que la que tenía puesta, quizá porque le dijeron que en los puntos de control, sobre todo en Libia, les quitaban todo.

Por protocolo fue llevado a un hogar de paso en la provincia de Potenza, más exactamente en Ruoti, una población de 3.580 habitantes. Y allí, mientras aprendía italiano, conoció a Vitantonio Summa, entrenador de un club juvenil que a manera de proyecto social le daba clase a los niños africanos.

Vitantonio se conmovió por la historia y se asombró por la manera en la que Musa corría con la pelota pegada al pie. Y sabiendo que si seguía ahí la vida se perdería, decidió adoptar al niño y criarlo como si fuera suyo. Y le enseñó a hablar y a pegarle al balón con ambas piernas. A medida que la confianza entre ambos aumentaba, las habilidades del africano iban en ascenso y por ende Summa lo llevó al Virtus Avigliano para dirigirlo en la cancha. A los tres meses el equipo ganó el torneo juvenil de la zona y llegó una oferta de Chievo Verona gracias a un ojeador que el día de la final estuvo presente. Todo estaba listo para que Juwara firmara su primer contrato con un conjunto profesional, pero la documentación fue un problema.

Sus padres adoptivos, con un sentido espléndido de la compasión, tuvieron que buscar un abogado, pues la Federación Italiana de Fútbol, con base en una norma para evitar la explotación de los menores migrantes, no lo quería dejar jugar. Y sin el permiso las opciones de seguir eran remotas. Por fortuna, Chievo ayudó en el proceso y finalmente el futbolista pudo cerrar su vinculación. La forma de actuar de Musa fue acorde con su manera de sentir, y de a poco, mientras le decía a su nueva familia que era feliz, marcaba goles (ocho en su primera temporada en la filial).

Hace un año, y luego de que muchos correveidile esparcieron el rumor de que un joven africano era mejor que los demás, Bolonia, con poco presupuesto para hacer contrataciones, se arriesgó y pagó 565 mil dólares por tenerlo en sus filas, una apuesta arriesgada pero justificada. En la filial de los rojiazules celebró 11 veces en 16 apariciones por lo que fue subido a la profesional para que adquiriera experiencia (ya había debutado en la Serie A con Chievo el 05 de mayo de 2019 en un partido frente a Frosinone en el que ingresó en el 79′).

El 7 de febrero de este año se estrenó con su actual club en la victoria 3-2 sobre Roma jugando cuatro minutos. Y el pasado domingo marcó su primer gol en el profesionalismo. “Le agradezco a la gente que me ha ayudado, al entrenador que me puso y a mis compañeros que confiaron en mí”, sus palabras tras el encuentro.

Bolonia, que ocupa la novena casilla en la tabla de posiciones, sueña con meterse en puestos de competiciones europeas y para eso le seguirá apostando a Musa en su frente de ataque, otro peldaño en una aventura que merece todo tipo de premios por el simple hecho de que él, el niño de Gambia por el que todos preguntan, ha sobrevivido.

@CamiloGAmaya

icamaya@elespectador.com

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