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No solo se trata de jugar bien, también consiste en entender los momentos de los partidos. Y en no equivocarse en los escenarios internacionales. Millonarios se llevó una dolorosa derrota 2-1 ante Fluminense en Bogotá en su estreno en la Copa Libertadores. Víctima de sus propios errores.
El equipo de Alberto Gamero salió a proponer su juego, a buscarlo. Y tuvo unos primeros veinte minutos de alto vuelo en El Campín. El venezolano duardo Sosa abrió el marcador a los ocho tras una buena jugada colectiva con Macalister Silva y Daniel Ruíz. Pintaba para un gran duelo de los capitalinos.
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Pero Felipe Melo los metió en su juego: golpes físicos y psicológicos. Sosa entró en esa arena y terminó expulsado a los 20 minutos al recibir una doble tarjeta amarilla tras un codazo. El partido se partió en dos para Millonarios. A partir de ahí se acabó el dominio.
Y los brasileños entendieron el contexto y los momentos: aguardaron para hacerle daño al rival y esperar que se equivocara. Así llegó el empate antes del final del primer tiempo tras un grave error de Álvaro Montero en un remate sin mucha potencia en el que dejó rebote y David Braz no perdonó.
A Millonarios se le volvió a aparecer una luz en la segunda parte con un penal tras una falta dudosa sobre Daniel Ruiz. Pero Macalister lo falló y Fabio atajó el penalti, viejos demonios del equipo de Gamero.
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Y después llegó el gol de Germán Ezequiel Cano (77′) tras un pase claro de Luiz Henrique. Eso sí, la defensa de Millonarios, que jugó lejos de su arco, sufrió varias veces con las pelotas filtradas de Fluminense. El rival le ganó tres veces la espalda a la defensa de los azules.
Así las cosas, Millonarios se llevó una derrota dolorosa, sobre todo por la forma. Por sus propios errores. La vuelta será el 1 de marzo en Río de Janeiro. Hay vida: los goles de visitante ya no cuentan como valor añadido en los marcadores.