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No tenía los focos internacionales que alumbraron la carrera de su hermano mayor, pero André Felipe Silva, de 25 años, también había labrado su camino en el fútbol profesional. La madrugada de este jueves, ese camino se truncó de forma trágica en un accidente de tráfico en Zamora que acabó con su vida y la de Diogo Jota.
El siniestro ocurrió pasadas las 00:30, cuando los dos hermanos viajaban por la A-52, a la altura del municipio de Cernadilla. Según las primeras investigaciones, el Lamborghini en el que se desplazaban habría sufrido un reventón de neumático mientras adelantaba a otro coche, provocando que saliera de la vía y se incendiara. El fuego fue letal para ambos futbolistas.
André militaba en el Penafiel, equipo de la segunda división portuguesa. Era mediapunta, con llegada al área y cierta facilidad para el gol. La temporada pasada disputó 32 partidos, marcó dos tantos y repartió dos asistencias. En total, sumaba 143 partidos como profesional, con 21 goles y cuatro asistencias. Este verano iba a comenzar su tercera temporada en el club, la última antes de que terminara su contrato en junio de 2026.
Su carrera arrancó, como la de Diogo, en la cantera del Oporto. También pasó por las divisiones formativas del Boavista y el Famalicão, y vistió la camiseta del Gondomar, club modesto del distrito de Oporto. Aunque nunca llegó a la élite del fútbol europeo, se ganó un sitio estable en la segunda división portuguesa, aportando trabajo y talento al Penafiel.
André Felipe vivió siempre ligado al balón, compartiendo la misma pasión que convirtió a su hermano en estrella del Liverpool y de la selección portuguesa. Hoy, esa pasión queda congelada por una tragedia que golpea no solo a su familia, sino también al fútbol luso, que despide a dos jugadores que crecieron soñando lo mismo: jugar, competir y disfrutar del deporte que marcó sus vidas.
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