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Se jugó la ida: repaso y pronósticos de los cuartos de Champions

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Manuel Rodríguez Lloreda
12 de abril de 2021 - 03:10 p. m.

Bayern – PSG

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¿A quién no le gustaría que su equipo siempre perdiera como perdió el Bayern? Yendo siempre al frente, jugando siempre bien, aplastando a su rival con coraje, fútbol y fuego. Atacando por una banda y por la otra, recuperando rápido la pelota, tirando 300 centros, rematando 31 veces al arco. ¿Por qué ganó el PSG? Pues, además de que al Bayern le faltó Lewandowski (que seguro habría embocado una o dos de las que falló Choupo-Moting), sucede que Mbappé es imparable con espacios, y que Keylor Navas es el mejor arquero del mundo —así a los europeos les de miedo decirlo. No podemos hablar mucho del “buen” planteamiento de Pochettino cuando a su equipo le generaron 26 opciones de gol. Sí podemos decir que su delantera fue efectiva frente al arco rival, que su defensa supo sufrir, y que Neymar, menos obsesionado con la pelota, soltándola más rápido, jugando más simple, demostró lo que vale. Está claro que si el partido de vuelta se juega igual, el Bayern se mete en semifinales sin mucho esfuerzo —el miércoles pudo haber marcado seis o siete goles, después de todo—, así que el PSG algo debe cambiar. Sin embargo, tiene presas de donde aferrarse: primero, los goles que consiguió de visitante significan que, de marcarle uno al Bayern en París, los bávaros tendrán que anotar tres para avanzar. Segundo, en la cancha estarán de nuevo Keylor, Mbappé y Neymar. El Bayern viajará al Charles de Gaulle con confianza, pero sabiendo bien que la concentración deberá ser máxima.

Real Madrid – Liverpool

El Liverpool ha colapsado. Se sabe hace meses, pues ya son muchas las veces que hemos visto un equipo decrépito salir a la cancha en Anfield, que juega lento, que se ve sin alma y sin ideas, que pasó en un año de ser invencible a ser un rival asequible para cualquiera. Pero lo de la semana pasada en el Di Stefano fue alarmante. Fue altamente preocupante para los hinchas y el club, especialmente pensando en la próxima temporada y en el futuro de Klopp. A lo largo de todo el año se ha tocado el tema de las lesiones en la plantilla para justificar el pobre desempeño del equipo. Y no sin razón, pues nadie juega igual sin sus dos defensores titulares, y mucho menos si uno de ellos es Van Dijk. Es entendible que sin su principal pareja de centrales el Liverpool fuera incapaz de competir por la Premier. Son muchos partidos consecutivos a muy alto nivel. Es un reto demasiado grande y demasiado largo. Sin embargo, lo que sí se le puede pedir a este Liverpool, que hace una sola temporada nos deslumbraba, es que en partidos individuales, en instancias como las de la semana pasada, se parezca un poco más a lo que era. Sí se le puede pedir que se adapte durante 90 minutos (no nueve meses) y muestre fútbol y coraje, que tenga fluidez en ataque y solidez en defensa. Después de todo, podrán no estar Van Dijk ni Gomez, pero sí están los otros nueve. El mismo Madrid jugó sin Ramos ni Varane e hizo un partido de época. Muy pobre lo del conjunto de Klopp. Sin imaginación, sin ritmo y sin respuesta.

Por otro lado, sin embargo, es encomiable lo del Madrid y Zidane. Personaje extraño él, curioso su caso. Parece no saber nada y a veces lo sabe todo. Logra que los buenos jueguen bien y que los regulares rindan, y con eso tiene. Fue un Madrid con mística y jerarquía. Con un Modrić eterno, un Kroos excepcional. Un impasable Casemiro, como casi siempre, y un genial Vinicius. De cara al partido de vuelta, parece muy remota una posible remontada. Sabemos que el Madrid va a competir, pues lo hace siempre. Pero si queremos ver un juego parejo, como el que se esperaba en la previa, es necesario que el Liverpool encuentre su fútbol.

Manchester City – Borussia Dortmund

Cómo le cuesta la Champions al City de Pep. Ganó bien el martes, pero hubo dos o tres jugadas de aquellas —el gol anulado de Bellingham, el mano a mano de Haaland— que, de no haber tenido suerte, usualmente lo eliminan repentinamente de estas instancias. Tuvo más fortuna que fútbol, y es la primera vez que podemos decir eso del City esta temporada. En estas fases es a otro costo para De Bruyne y compañía. El equipo es simplemente incapaz de dominar partidos como lo hace en la Premier. Sea cual sea el rival (incluso si es el Lyon, ya desde el año pasado lo sabemos), pronto aparecen los fantasmas de temporadas anteriores, las dudas lo inundan todo y de pronto cualquier juego es difícil, cualquier partido cuesta sangre. Fue un planteamiento valiente del Dortmund, que logró romper el partido y atacó bien cuando pudo, pero no deja de ser un Dortmund mediocre, que es quinto en su liga y va en caída libre en el último mes. Muchos esperaban una goleada de los de Pep, y tal vez debimos exigírsela. Esta vez, este año, la superioridad del City es demasiado amplia (tanto en Inglaterra como en Europa) como para un nuevo tropiezo de aquellos a los que nos ha acostumbrado. Parece ser, sin embargo, que cualquier jerarquía acumulada en el campeonato local, cualquier aire de invencibilidad, se desintegra completamente en Europa.

El partido de vuelta está abierto gracias a ello. Está claro que el City debería llevarse la victoria y la clasificación, pero tendrá enfrente a dos temibles rivales, el uno tan peligroso como el otro: por un lado, un tal Haaland, desatado e imparable, siempre con hambre de gol. Por el otro, sus propias dudas, sus propios nervios, la presión ineludible de su historia en esta competición.

Porto – Chelsea

El partido con menos reflectores fue el Porto–Chelsea, al que le sobró intensidad pero le faltó emoción. El Porto se vio audaz y ambicioso, como contra la Juventus. Miró al Chelsea a los ojos y buscó el partido desde el primer tiempo, pero a este equipo de Tuchel simplemente no es posible hacerle gol (o al menos eso parece). La defensa de cinco del Chelsea, siempre junta, siempre en línea y siempre concentrada, fue demasiado para una ofensiva del Porto liderada por Lucho Díaz, llena de magia y talento pero carente de jerarquía y definición. Ojo con el Chelsea, que va con perfil bajo pero con paso fuerte. Cada vez tiene más claro a lo que juega, y, una vez en semifinales (las cuales alcanzará salvo una sorpresa descomunal), tendrá ya un impulso emocional suficiente como para propulsarlo al título (¿alguno recuerda la última Champions que ganaron, en el 2012?). Nadie cree en ellos, y no hay rival más temible que aquel que no tiene nada que perder.

 

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