
Sergio Busquets, en el arranque de su carrera, cuando ganó el triplete con Barcelona.
Foto: FC Barcelona
A Sergio Busquets uno podía identificarlo a kilómetros de distancia. Su andar sereno, la cabeza siempre erguida y el balón pegado al pie lo delataban como un jugador distinto. No necesitaba velocidad desbordante ni gambetas espectaculares: lo suyo era una elegancia austera, un control invisible que dominaba el tiempo y el espacio en medio de la cancha. Su estilo fue tan único que, en la historia del fútbol, pocos pueden compararse. Se ha hablado de Didí, aquel mediocampista brasileño que marcó época con técnica y ductilidad. También lo...
