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Terminó el maleficio

Después de 24 años, la selección de Argentina se clasifica a una semifinal. Ayer lo logró al vencer 1-0 a Bélgica.

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Daniel Avellaneda /Brasilia, Brasil
06 de julio de 2014 - 02:48 p. m.
Terminó el maleficio
Foto: AFP - ADRIAN DENNIS
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No hace falta pellizcarse. Es cierto lo que está pasando aquí, en el estadio Mané Garrincha, en la capital brasileña. Argentina termina con el maleficio de los cuartos de final. ¡Por fin! Después de 24 años, desde aquella gambeta de Diego y el gol de Caniggia que hoy se refleja en las gargantas de los hinchas, en el hit del Mundial, “Brasil, decime que se siente…”. Y se repite la historia, como en el ’86, contra Bélgica, otra vez la Selección celeste y blanca liquida a los ‘Diablos Rojos’, gana su quinto partido consecutivo como en México. Sí, no es un sueño. Es realidad. Argentina está entre los cuatro mejores equipos de la Copa del Mundo. Por un triunfo que empezó a construir desde el amanecer del partido, con ese golazo de Gonzalo Higuaín que estalló en la red y se transformó en un grito de desahogo para el goleador. Por una victoria que aguantó con esa cuota de sufrimiento que la acompañó durante toda la competencia. Y ahora que está en las semifinales, que sueña con los duendes de Maradona y los pies de Lionel Messi, ¿quién le puede quitar la ilusión a 40 millones de argentinos, desde Ushuaia a La Quica, de Sur a Norte del país?

Fue perfecto el primer tiempo de Argentina. Porque Sabella entendió que necesitaba equilibrio ante Bélgica. Y de movida, eligió a Lucas Biglia para jugar en la mitad de la cancha junto a Javier Mascherano, prescindiendo de Fernando Gago, un volante con otro tipo de características, más fino con la pelota, pero con menos contracción a la marca. De todos modos, no venía teniendo buenas actuaciones el mediocampista de Boca Juniors. Por eso su salida fue una notable decisión de 'Pachorra', como también, el ingreso de Martín Demichelis por Federico Fernández. Entonces, la Selección celeste y blanca fue muy diferente a aquella que llegó hasta aquí, ganando pero padeciendo por los desniveles colectivos y resultados demasiados ajustados. Y el gol que consiguió casi cuando la gente se empezaba a acomodar en las butacas, le allanó el camino, lo tranquilizó.

Mucho tuvo que ver Messi, como en cada grito argentino en esta Copa del Mundo. Sin embargo, esta vez su influencia no se debió a un pase mágico. Lo que hizo el crack del Barcelona, que entendió que este era el partido del sacrificio, fue presionar en la salida belga. Asfixió a Jan Vertoghen y Javier Mascherano recuperó la pelota. Entonces, metió un pase bárbaro para Angel Di María, que habilitó a Gonzalo Higuaín y el goleador se levantó de la siesta. Con una volea espectacular, clavó un golazo, al rincón más lejano de Thibaut Courtois. Y terminó con los cuestionamientos que arrastraba por su sequía frente al arco rival. Y lo gritó medio estadio, pintado con los colores argentinos, porque el resto eran brasileños de firme apoyo a Bélgica.

Nunca pudieron meter la cola en el área argentina los 'Diablos Rojos'. Porque los dos globertrotters del medio, Axel Witsel y Marouane Fellaini manejaban la pelota, la abrían limpia para sus compañeros, pero no tenía profundidad Bélgica, no podía romper esas líneas que Argentina cerraba con criterio. Y a contramano de lo que le pasó en los cuatro partidos anteriores, encontraba los huecos necesarios para lastimar de contra. Y se sabe, Argentina puede ser letal con espacios. Por la velocidad de Messi y por el sprint de Di María. Sin embargo, se lesionó 'Fideo', cuando remató en la puerta del área, tapado por Toby Alderweireld. Lo reemplazó Enzo Pérez, el doble de riesgo de la figura del Real Madrid, según el criterio que aplica Sabella.

Bélgica sólo llegó dos veces al arco de Sergio Romero. Fue a través de un zapatazo de Kevin De Bruyne que 'Chiquito' tapó con reflejos y de un lateral, Vertoghen mandó un centro que Kevin Mirallas cabeceó afuera. Fue la única distracción que tuvo Argentina en esos primeros cuarenta y cinco minutos. Después, el partido estuvo controlado por la Selección albiceste, que pudo haber marcado el segundo si el tiro libre que ejecutó Messi en la puerta del área hubiera tenido más rosca.

En el segundo tiempo, Argentina apretó de entrada, buscando liquidar el partido. Higuaín, corriendo por todo el frente de ataque, generó sus propias acciones. Casi emboca el segundo ‘Pipita’, pero su remate, después de pegar en Alderweireld, se perdió por la línea de fondo. El delantero del Nápoli encaró como una topadora casi de tres cuartos de cancha al área, caño incluido a Vincent Kompany y sacó un derechazo que explotó en el travesaño. Hubiera sido el final de Bélgica.

Sin embargo, ese disparo le dio vida a los belgas, que buscaron desequilibrar por los costados porque por adentro no conseguían penetrar la defensa argentina. Un cabezazo de Fellaini, después de otro buen envío de Vertoghen, pasó muy cerca del arco de Romero. Y casi hace un gol en contra Ezequiel Garay luego de un desborde de Van Bruyne, pero ‘Chiquito’ estuvo atento. Fue muy peligrosa la actitud que tomó Argentina, que se retrasó demasiado contra su área, permitiendo que Bélgica lo asediara, le rodeara la manzana. Marc Wilmots mandó a la cancha a Romelu Lukaku y Dries Mertens, pero no hubo soluciones para los europeos. Sabella, a quien le gusta jugar con un volante-delantero para que se desdoble en ataque y defensa, refrescó con Rodrigo Palacio en lugar de Lavezzi, que jugó mucho más de mediocampista que de delantero.

El final tuvo a los belgas a cargo de la pelota, empujando a Argentina contra su arco. No obstante, nunca pudieron profundizar la idea, la de tocar y tocar, no cruzaron la línea de los defensores argentinos, que dejaron la piel en cada una de las jugadas.
Sabella volvió a cambiar. Sacó a Higuaín, que se llevó una tremenda ovación en las tribunas, y ahora sí, apostó a Gago para la tenencia de la pelota. De cualquier modo, Bélgica insistió. Y dejó aún más espacios de los que le había dado a la Selección celeste y blanca en el primer tiempo. Entonces, Messi quedó mano a mano con Courtois. No obstante, el arquero belga parece tener de hijo al astro argentino. Y le achicó el arco con todo su cuerpo. Le pateó encima al número uno belga. Y cuando parecía que podía terminar de cerrar el resultado, otra vez a sufrir.

Sin embargo, Bélgica no tenía el carácter que necesita un equipo para pegar el salto grande y vencer a un rival con la jerarquía de Argentina. La camiseta también juega. Y supo aprovechar ese plus. Al margen de contar con el mejor futbolista del planeta, esta vez la Selección tuvo un equipo. Mucho se habló desde que llegó a Belo Horizonte el conjunto albiceleste que necesitaba rodear mejor a ‘Leo’. Y lo hizo posible Sabella cuando entendió que no se podía encomendar a los pies del mejor.

Por eso los movimientos que hizo, incluso sorprendiendo con la presencia de Biglia cuando se había anunciado que podía jugar Gago, es todo un síntoma de que el entrenador entendió que no era posible aspirar a superar la línea de los últimos Mundiales sin tomar decisiones estratégicas. ‘Pachorra’ demostró tener autocrítica. Después del debut ante Bosnia Herzegovina, dijo que se equivocó. Yen la previa del choque con Bélgica, reconoció que no se había jugado en el nivel pretendido. Esta vez, apareció el equipo, tuvo consistencia. Argentina no fue Messi y diez más. Entonces, ¿por qué no creer que el 13 de julio se puede alzar la Copa dorada? Dios y Messi quieran.

Por Daniel Avellaneda /Brasilia, Brasil

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