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El West Ham United es un equipo modesto del este de Londres, Inglaterra. Ha pasado por primera y segunda división varias veces pero se mantiene en la Premier League desde 2012. Varios grandes jugadores británicos han salido de su cantera: Frank Lampard, Rio Ferdinand, Michael Carrick y el legendario capitán de Inglaterra en el Mundial de 1966, Sir Bobby Moore. El conjunto de los ‘hammers’ tuvo un chispazo de fama en 2005 con la película “Green Street Holligans”, protagonizada por Elijah Wood y que cuenta la historia de los hooligans del equipo inglés. De todas formas, hay una historia que diferencia a este club de todos los demás.
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Era el verano de 1994 y el West Ham iba a jugar un partido de pretemporada frente al Oxford City, un equipo humilde que en la actualidad está en la mitad de la tabla de la sexta división inglesa. Para ese entonces las cosas eran muy similares. Al mando del equipo -en el que hoy milita Carlos ‘La Roca’ Sánchez- estaba Harry Redknapp en sus primeros años de carrera como entrenador. El equipo londinense venía de terminar en la casilla número 13 en la Primera División de Inglaterra y quería prepara la nueva temporada con el humilde Oxford.
A ese partido acudieron entre 1800 y 2000 personas; entre ellos se encontraba Steve Davies. Davies nació en Rushden, una pequeña ciudad de poco más de 30 mil habitantes en el centro de la isla británica. En 1975 y con nueve años, recuerda haber visto la final de la FA Cup (el torneo de clubes más antiguo del mundo y que abarca todas las categorías del balompié inglés) en la que el West Ham venció al Fulham por 2-0 y se coronó campeón. “Desde ese día decidí que era mi equipo, porque habían ganado y creí que iban a ganar todo. Parece que no es así”, recuerda Davies en una entrevista.
El juego comenzó y, por comodidad, Davies y sus amigos se pararon detrás de una cerca que estaba justo al lado del banquillo de los ‘hammers’. El partido transcurrió sin ningún problema y el equipo jugaba bien, pasaba por encima al equipo de sexta división que solo intentaba cortar las jugadas de su rival con faltas. Para Steve, el único jugador que no estaba jugando bien era el delantero: Lee Chapman. Aprovechando los pocos espectadores que había, la corta distancia entre su ubicación y el campo de juego y que el delantero del West Ham estaba perdiendo duelos contra un defensor más bajito, empezó a gritarle de todo a Chapman.
El primer tiempo estuvo marcado por lesiones. El equipo de Harry Redknapp tuvo que hacer todos sus cambios disponibles antes de terminar la primera mitad, aunque con un marcador a favor muy abultado. Además fueron 45 minutos marcados por un hecho: la voz de Steve Davies reprochando y recordando todos los errores que Lee Chapman hacía. Todos los presentes tenían claro quién era el aficionado que no dejaba en paz a Chapman.
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Poco después de comenzado el segundo periodo y con un Redknapp desesperado por Davies, Lee Chapman se lesiona y no hay quien pueda reemplazarlo. El entrenador inglés se da vuelta y empieza a hablar con la grada, le dice a Steve que si juega tanto como habla y que si cree que puede hacerlo mejor que el delantero de los ‘hammers’. Sin ninguna duda, y con algo de cinismo, dice: “Por supuesto que lo puedo hacer mejor que Chapman”. “Perfecto, ve y cambiate”, le responde el técnico.
Luego de entrar al campo, caminar por la raya lateral y meterse a los camerinos desde el túnel del estadio, Steve Davies sale uniformado como cualquier otro jugador del West Ham United y a los nueve minutos de la parte complementaria, Harry Redknapp lo manda al campo para debutar con el equipo de sus amores.
Cuando ingresó nadie entendía quién era ese misterioso jugador que reemplazaba a Lee Chapman. Tan así que el encargado del micrófono en el estadio se acercó al entrenador del cuadro londinense y le preguntó: “Oye, Harry, ¿quién es ese jugador?” “¿No viste el Mundial de Estados Unidos?” respondió Redknapp indignado, “Ese es Tittyshev, el bulgaro”. “¡Por supuesto que se quien es! ¡Qué gran contratación, Harry!”, le dijo el hombre con el micrófono.
Corriendo para todos lados buscando el balón e intentando cumplir el sueño de cualquier aficionado al fútbol de debutar con la camiseta del equipo de sus amores, el gran Tittyshev estaba exhausto a los 10 minutos de haber ingresado al campo. Un par de cervezas y uno que otro cigarro en la previa y de camino a Oxford le estaban pasando factura, pero él solo pensaba “no la embarres, Steve, no la embarres”.
Con el marcador 4-0 arriba y uno que otro balón que pudo parar y entregar a la perfección, Tittyshev se tomó confianza y empezó a jugar mejor. A los 71 minutos de partido, un centro desde la izquierda en dirección al “delantero bulgaro” iba a cambiar la vida de Steve. En medio de los dos centrales rivales se desmarcó y se encontró el balón que con la pierna derecha impactó y cruzó su remate que terminaría en el ángulo izquierdo del portero local.
Éxtasis total. Un aficionado había marcado en su debut con el West Ham United. Sus amigos se abrazaron y gritaron como locos; Tittyshev corrío hacia la bandera del tiro de esquina y brincó como nunca. Harry Redknapp, con el pulgar arriba y una sonrisa pícara, le hacía saber que lo había hecho muy bien. Nada ni nadie le podía quitar la gloria eterna al atacante bulgaro que debutaba con los ‘hammers’. Nada excepto una cosa.
El árbitro hizo sonar su silbato y levantó su mano derecha. Steve se volteó a mirarlo, luego vió al juez de línea y la bandera estaba levantada. Fuera de lugar. Todos aquellos que sabían de la verdadera identidad de Tittyshev se echarona reir. Sabían que esto no podía ser tan perfecto y que algún toque de realidad debía llegar en su debido momento.
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Al finalizar el partido, Steve compartió unos minutos con sus ídolos, todos lo felicitaron y lo saludaron. Intentó quedarse con algún recuerdo de ese día, pero el utilero le dijo que todo estaba contado y que los guayos eran de otro jugador. No siendo más, ya que Harry Redknapp no quizo fichar a Tittyshev, se cambió, se despidió de todos, agradeció por la oportunidad y se fue con sus amigos.
19 años después, cuando el entrenador inglés escribió una autobiografía en la que recordaba los mejores momentos de su carrera, mencionó al bulgaro Tittyshev. En la ceremonia de lanzamiento del libro, Steve estuvo presente. Compró una copia y fue a donde el único técnico que tuvo en su carrera profesional para que le firmara el ejemplar. Rednkapp le escribió: “Para Steve. Tu fuiste mejor que Chapman. Los mejores deseos, Harry”.