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Farid Mondragón: Sueño con llegar a los cuartos de final

El arquero colombiano, que se convertirá en el jugador de mayor edad en la historia de un Mundial, dice que esta selección llega muy madura a Brasil.

Ricardo Arce / Especial para El Espectador
26 de mayo de 2014 - 02:22 p. m.
Farid Mondragón llora tras la derrota de Colombia 2-0 con Inglaterra, en el Mundial de Francia 98. Michael Owen lo consuela. / AFP
Farid Mondragón llora tras la derrota de Colombia 2-0 con Inglaterra, en el Mundial de Francia 98. Michael Owen lo consuela. / AFP
Foto: © Reuters Photographer / Reuter

Farid Camilo Mondragón Alí vive un momento pleno. Ya se encuentra instalado en Argentina, junto con la selección de Colombia que jugará el Mundial de Brasil, su tercera Copa después de asistir a Estados Unidos 94 y Francia 98. Su cupo está fijo y por eso ahora su único objetivo es llegar en plenas condiciones.

Con 43 años se convertirá en el jugador más veterano en la historia de los mundiales. Superará al legendario delantero camerunés Roger Milla, quien jugó su último partido mundialista contra Rusia, en Estados Unidos 1994, cuando tenía 42 años, un mes y ocho días.

Antes de partir hacia territorio argentino, Mondragón habló de su pasado, su presente y lo que quiere hacer cuando le llegue la hora del retiro.

¿Que pasa ahora por su cabeza?

Estoy muy tranquilo, obviamente con el orgullo de estar entre los convocados para el Mundial, voy prepararme de la mejor manera para llegar bien. Y claro, contento de haber culminado una etapa con el club de mis amores. Creo que, inclusive, se hizo más de lo que la gente esperaba.

¿Cómo un niño de clase alta se interesa por el fútbol en la década de los 80?

Hoy en día es diferente, en la época mía era duro, había discriminación por ese aspecto. Pero cuando se tiene la suficiente tranquilidad y sobre todo capacidad para poder adaptarse a cualquier ambiente y demostrar que uno es igual o más apasionado y que quiere jugar y defender los colores de una camiseta de la misma manera que cualquier otro compañero, al final terminan aceptándolo.

¿Alguien le dijo que no podía ser arquero, que no servía?

Sí, mucha gente. Al principio le dicen: “no, vos no tenes hambre”, o “tus papas lo tienen todo”. Y uno no podía decir que quería ser futbolista, porque antes, infortunadamente, no encajaba en ese perfil de jugador. Solo si venía de un estrato social bajo y humilde; solo con ese requisito se podía llegar a ser exitoso. Para los futbolistas y para todo el mundo, hoy en día ese tabú ya no existe.

¿Cuál fue el mayor apoyo que tuvo cuando empezó?

Obviamente de mi padre, por más que mi mamá me apoyara, en esa época el estatus del futbolista no era bien visto. Entonces todas las mamás o todo el mundo se aterraba porque quería ser futbolista y lo veían de una manera diferente a como se ve hoy en día. Y obviamente le agradezco mucho al profesor Carlos Portela, que fue mi gran maestro y fue quien me formó.

¿Qué significó para usted Portela?

Es como un padre, como mi mentor a nivel formativo y espiritual. Fue la persona que más influyó en mí cuando comencé en el Cali y en la escuela Carlos Sarmiento Lora.

¿Recuerda el día del debut?

Sí, julio del 90, en el partido Santa Fe-Cali, en Bogotá.

¿Como fue esa tarde?

Empatamos 0-0. El Cali llevaba cuatro años sin sacar una paridad en Bogotá y el día anterior me llaman y me avisan que voy con la profesional. Yo ni siquiera entrenaba con los grandes.

¿Quién lo llama?

El profesor Pinto era el técnico del Cali. Me llamó a mi casa, había terminado el entrenamiento con la segunda división. Me dijo: “¿Farid Mondragón?”. Y yo “sí, ¿quién habla?”. “El profesor Pinto. A las 3:30 tiene que estar en la sede, que salimos para Bogotá, mañana tapa contra Santa Fe”. Y colgó.

¿Y qué pasó en ese momento?

Obviamente me quedé sin habla, comencé a caminar de un lado para el otro, me dio diarrea. Yo vivía en ese momento con mi papá, pero él estaba de viaje. No tenía con quién hablar. Estuve a las 3:30 y afortunadamente tuve la suerte de debutar con un grupo de jugadores muy maduro, que me arropó, me rodeó como el caso de El Huevito Gil, Carlos Mario Hoyos, Barrabás Gómez, Piripi Osma, Bernardo Redín, Guillermo Serrano...

¿Qué pensó cuando pisó la cancha de El Campín?

Que era un sueño hecho realidad, ponerse la camiseta del Cali con el plantel profesional.

Hablemos del Independiente de Avellaneda.

Sí, un club con muchísima historia, títulos, el más ganador a nivel internacional en ese momento del mundo. Llego yo a un equipo con esas características y realmente desde el primer día uno se da cuenta de que es totalmente diferente, distinto en todos los aspectos. Mucha presión de parte de la barra; tienes que ganar sí o sí. Entonces era un tema al que había que empezar a acostumbrarse.

También tuvo la oportunidad de jugar con el Galatasaray…

Sí, ganamos con Independiente de Argentina la Supercopa del 95. Tengo la fortuna de estar cuatro años más, de ahí voy a España al Zaragoza. Fue un paso fugaz, no estaba ni física ni mentalmente preparado para ese paso a Europa. Allá fracaso. Me regreso a Independiente seis meses. De ahí, el fútbol me da la oportunidad de volver a Europa, al Metz de Francia, hago un año muy bueno y ahí se fijan los turcos en mí y me voy para el Galatasaray.

¿Por qué lo quieren tanto en Turquía?

Es un club grande, muy popular, el más grande de Turquía. Pasé seis años maravillosos, ganamos tres títulos. Los turcos son exigentes, pero abren el corazón y al jugador que se entrega por la institución, le toman aprecio. Y bueno, gracias a Dios fui de los favoritos en la hinchada del Galatasaray.

¿Cuál es la tarde más memorable que tiene en su cabeza, la que recuerda constantemente?

Cuando debuté con el Cali y con la selección. Son muchísimos momentos, pero yo siempre guardo en mi mente los recuerdos lindos, de gloria.

¿Y aquella tarde en la que lloró?

Ah, mucho, pero también recuerdo cuando lloré de alegría. Aquella tarde cuando perdimos en Barranquilla con Argentina, por un gol del Piojo López, culpa mía. También cuando perdimos títulos con Independiente, con Galatasaray, cuando caímos en la final con Nacional, con el Cali, en fin, hay momentos en que uno llora y es mejor llorar para desahogarse.

¿Qué pasó en el Mundial del 94?

Bueno, en el 94 creo que no fuimos lo suficientemente maduros como para saber preparar un Mundial, en el que teníamos una calidad de equipo y jugadores. En ese momento ni nosotros sabíamos que teníamos una de las cuatro mejores selecciones del mundo. No tuvimos el guía que nos dijera: “esto no se hace así, esto hay que hacerlo acá, esto es una Copa del Mundo”. Saber blindarnos, cobijarnos, aislarnos de todo ese entorno triunfalista que con toda la razón se había creado. El público, la afición, el pueblo colombiano tenía toda la licencia de ilusionarse. Faltó haber valorado muchísimo más el verdadero talento que se tenía.

¿Y en Francia 98?

Llegó una generación en su momento máximo, dimos lo que pudimos dar. El partido con Rumania lo perdimos, pero era un partido que se pudo haber ganado. Le ganamos a Túnez y con Inglaterra ellos fueron muy superiores. Se dio lo que se pudo dar en ese momento, yo creo que por eso a ese Mundial nadie le ha tenido algún tipo de reproche.

¿Usted cómo sintió lo de Andrés Escobar en el 94?

Muy duro (lágrimas).

¿Qué estaba haciendo cuando le avisaron?

Estaba en mi casa, dormido, y el portero del apartamento me llamó como a las cuatro de la mañana y me dio la noticia.

¿Difícil esa situación?

Sí, es algo que aún hoy en día uno no se explica el porqué.

¿Carlos Valderrama qué significaba para esa selección, para el fútbol?

La historia del fútbol colombiano, con todo el respeto, se divide en antes y después de El Pibe, no solamente por su personalidad, su imagen, sino por lo que dio. Hoy en día, yo creo que las figuras más representativas en la historia son Valderrama, Faustino Asprilla, René Higuita y Leonel Álvarez. Pero El Pibe ha sido, es y será un ícono.

¿Y cómo está la selección para el Mundial de Brasil 2014?

Bien, es una selección madura, a pesar de que la gran mayoría de jugadores son muy jóvenes. Tenemos una ventaja de cualquier otra generación y es un cuerpo técnico con la suficiente experiencia. Tenemos una camada de jugadores que, a diferencia de la anterior que era brillante, sólo éramos tres los jugadores en el extranjero. Y el resto estaban en Colombia. Hoy somos tres o cuatro los que estamos en el país. Tiene más carácter, personalidad. Han crecido, han madurado en todos los aspectos de una manera integral, que eso al final del día hace muchísimo la diferencia. Esa mentalidad no solamente los profesionaliza más, sino que los vuelve ganadores.

¿Cree que Falcao ira a Brasil?

A mí no me ha pasado por la cabeza en ningún momento la idea de que él no vaya. Como lo he dicho siempre: “es un tigre con un corazón de un león”, y para nosotros Radamel, como lo he dicho siempre, es lo que significa Messi para Argentina.

¿Qué opina de que con su participación, a sus 43 años, sea el jugador más veterano en la historia de los mundiales?

Mire, es un tema que me llena de orgullo obviamente, pero no es un tema prioritario para mí. En este momento yo prefiero y daría lo que fuera para pasar a la historia con el colectivo, con que Colombia hiciera su mejor campaña en toda la historia de los mundiales, eso me llenaría muchísimo más.

¿Siente que esta selección puede pasar a la historia?

Yo creo que sí. No va a ser fácil, pero tenemos las ganas, el hambre, la ambición, la pasión, para tratar de conseguirlo. Un Mundial es un Mundial y van las mejores selecciones.

Cuando decida el retiro, ¿qué le gustaría más, ser técnico, empresario o dirigente deportivo?

El día que piense en despedirme lo haré organizando yo mi propia despedida. Tengo todavía un Mundial por delante y mi retiro seguramente será después. No me gusta ser empresario ni técnico, me apasionaría muchísimo poder trabajar en los medios, eso es lo que me gusta, comentando fútbol, y si no, obviamente vinculado a la escuela Carlos Sarmiento en el proceso formativo.

¿Cómo se imagina esa última tarde en el arco?

No sé, no me la he imaginado. Me gustaría que fuera una tarde feliz, haciendo algo importante, como titular o como suplente pero aportando algo de manera colectiva. Me encantaría que mi último partido sea con la selección, sueño con llegar a los cuartos de final del Mundial. Tengo derecho a soñar, ¿o no?

Su canción favorita, para terminar...

Mujer de carne y hueso, de Guayacán.

@ELGATOARCEARCE

 

 

Por Ricardo Arce / Especial para El Espectador

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