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La mala hora de Teo en River

Todo indica que el delantero colombiano vive sus últimos días en el club millonario.

DANIEL AVELLANEDA
14 de abril de 2015 - 03:03 a. m.
El delantero colombiano no pasa por un buen momento en River Plate. / AFP
El delantero colombiano no pasa por un buen momento en River Plate. / AFP

Teófilo Gutiérrez sabe que su ciclo en River Plate está cumplido y ya le avisó a su agente que quiere un cambio de aire después de la Copa América. Tomó la decisión de irse. Los dirigentes no le pondrán reparos. De hecho, tampoco están conformes con el rendimiento del jugador colombiano. Buscarán recuperar la inversión y renovar un plantel que, después de haber sido muy exitoso en 2014 y dejar la vara muy alta, padece desniveles alarmantes. De hecho, tiene un pie fuera de la fase de grupos de la Copa Libertadores de América.

Y Teo tiene claro que su destino está lejos de Núñez. En diciembre hubo un sondeo del Sevilla de España, que busca un reemplazante para su compatriota Carlos Bacca, quien estaría en los planes del Milan. Y esta semana, desde Europa circuló la versión de que tiene un preacuerdo con el club andaluz para sumarse a su plantilla a partir de julio. Según pudo averiguar El Espectador, no existe ningún documento firmado entre el jugador colombiano y el equipo que dirige Unai Emery. En River aseguran que es un rumor que hizo correr su representante, Efraín Pachón, para instalar su nombre en el mercado.

“Es una bomba de humo. Hasta ahora no hubo ninguna oferta formal”, le dijo a este corresponsal el empresario Carlos Granero, que representa al grupo inversor propietario del 50 por ciento del pase del jugador. River es dueño de la otra mitad, por la que invirtió 3’250.000 dólares. Parece difícil que el club argentino pueda recuperar semejante cifra, teniendo en cuenta que Gutiérrez cumplirá 30 años el mes que viene y, fundamentalmente, su intermitencia futbolística.

Desde países como Brasil, México y Emiratos Árabes hubo llamados preguntando por él. El barranquillero estaría dispuesto a competir en el Brasileirao, que se ajusta a su perfil de juego, o volver a tierra azteca, un campeonato que conoce porque jugó en el Cruz Azul. No vería con buenos ojos partir a Medio Oriente, más allá del poder de seducción que tienen los petrodólares.

Teo apenas jugó cuatro partidos en el torneo local y marcó cuatro goles. Un registro importante, pero poco correspondido con su juego. En la Copa, en cambio, hizo uno, casualmente el último miércoles ante Tigres. Lejos de aquellos que tiempos en los que era decisivo, al margen del partido en Monterrey, influye poco y nada en el funcionamiento del equipo. Tiene lagunas muy pronunciadas, es muy discontinuo y muestra una desidia que exaspera a la gente, muy a pesar de ese talento que lo hace un futbolista distinto. Dentro de la cancha no rinde y fuera de ella casi no tiene relación con sus compañeros. Es muy distante por su forma de ser. Entonces, aquellos que lo miraban de reojo y antes lo toleraban porque era contundente sobre el verde césped, hoy lo tienen apuntado. Además, hay otra cuestión que juega en contra del colombiano: le hace sombra a Fernando Cavenaghi, un ídolo para los hinchas millonarios.

Lo cierto es que lo que necesita Teo para recibir elogios no es una sonrisa de sus interlocutores, sino buenas actuaciones. Pero él no se ayuda. El domingo ante Argentinos Juniors ni siquiera se concentró y, en cambio, estuvo en el estadio y se tomó una selfie nada menos que con Juan Román Riquelme, el máximo ídolo de Boca Juniors, algo que no cayó muy bien en la afición riverplatense.

 

Por DANIEL AVELLANEDA

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