Hace poco más de un mes, el técnico Alberto Gamero afirmó que su equipo tenía el respirador artificial. El samario, sincero al extremo, casi lapidario, entendía que sus dirigidos tenían cuesta arriba la clasificación a los cuadrangulares semifinales, a pesar de que ese fin de semana habían vencido al Cúcuta (5-2) y mantuvieran algunas posibilidades. “Opciones reales —comentaba— no es que las tengamos”.
La fecha siguiente, en Medellín, golearon (3-0) a los dirigidos por Hernán Darío Gómez, desataron la ira del antioqueño y encaminaron el rumbo. Luego, una semana después, vencieron a Quindío en Boyacá, y aunque perdieron frente a Pasto, volverían a La Independencia para reclamar una victoria vital (4-1) frente a Envigado. El domingo pasado, también en Tunja, empataron frente a Patriotas.
Boyacá Chicó, en la octava posición, con 24 unidades y la clasificación a una victoria, no parece necesitar hoy un respirador artificial.
Gamero, como es usual, se resiste.
“Todavía tenemos el respirador artificial”, admite el estratega. “Todavía no hemos cumplido el objetivo, que es estar en los cuadrangulares”. Sin embargo, Gamero también reconoce los avances de su grupo, que ahora tiene posibilidades plenas. Algo cambió. El técnico resalta aspectos puntuales.
“Creo que ha sido mucho más trabajo, más entrenamiento, y a partir de eso el grupo se va entendiendo mucho más, acoplándose”, explica. “Además, uno va entendiendo cuál es el equipo ideal, y lo hemos conseguido, hemos consolidado un grupo que viene haciendo muy bien las cosas”.
“Hemos fortalecido lo mental”, apunta. “A pesar del último partido, el empate contra Patriotas, los muchachos se dieron cuenta de que fuimos un equipo que salió a buscar el partido, que creamos las opciones de gol más claras, aunque no las pudimos concretar, pero sabían que teníamos cómo ganarlo”.
El técnico señalaba que había que trabajar en la zona defensiva, pues su equipo convertía, pero también permitía varios goles. Al día de hoy, el diagnóstico luce distinto, mejor. “Hemos corregido más esa falencia. Tenemos ya dos o tres partidos en los que nos han hecho pocos goles. Es que el grupo ha entendido eso y hemos venido consolidándolo cada vez más”.
El último encuentro, en particular, y al margen del resultado (una victoria los habría clasificado anticipadamente), le transmitió buenas impresiones a Gamero. “Me dejó tranquilo, por el rendimiento de los muchachos, la capacidad que tuvieron de jugar un partido tan importante durante más de 70 minutos con diez hombres en la cancha. Eso me deja con calma”, dice.
En la última jornada, el próximo domingo 27 de mayo, a las 3:00 p.m., Boyacá Chicó enfrentará a Santa Fe, que ascendió al segundo lugar del Torneo Apertura. Un empate complicaría demasiado las aspiraciones de los de Gamero (tendrían que esperar a que ganara Once Caldas y a que Equidad, Millonarios y Real Cartagena no pierdan), que se bastan a sí mismos para poder avanzar: un triunfo los clasificaría de inmediato, gracias a su diferencia de goles (+2).
“Ellos juegan bien, muy bien, y para ganarles hay que ser muy ordenados, realizar un desgaste físico. Vamos a enfrentar a un buen equipo, pero hay que hacerlo bien para pasar a la siguiente fase”, señala.
“Sabemos que el partido será muy complicado”, añade. “Santa Fe querrá terminar de segundo cabeza de grupo y vendrá a buscar el resultado. Tenemos que prepararnos. Estamos en una instancia en la que todos queremos meternos, clasificar. Unos querrán mejorar en la tabla. Y bueno, los 8 encuentros son cruciales prácticamente, salvo Tolima-Envigado o Medellín-Quindío”.
En esa tónica, Gamero prefiere evadir cualquier pregunta sobre si una clasificación hace que se cumpla con el semestre, o si de Boyacá Chicó ya se espera más que eso.
“No, no, primero vamos a tratar de entrar. La idea es estar entre los ocho. Ya después miraremos. Pero el primer objetivo no lo hemos logrado aún”, insiste el técnico, que no da nada por sentado.