La Ryder Cup, un torneo que desata la pasión en el golf

Es una competición emblemática, que cada dos años hace vivir a este deporte un frenesí único.

AFP
14 de septiembre de 2018 - 12:57 p. m.
En la Ryder Cup es frecuente ver a golfistas habitualmente sobrios haciendo celebraciones eufóricas, algo casi inexistente durante el resto del año. / AFP
En la Ryder Cup es frecuente ver a golfistas habitualmente sobrios haciendo celebraciones eufóricas, algo casi inexistente durante el resto del año. / AFP

Casi mil millones de telespectadores durante los tres días del torneo, jugadores y aficionados inmersos en un ambiente a veces digno de un estadio de fútbol... La Ryder Cup es una competición emblemática, que cada dos años hace vivir al golf un frenesí único, en un deporte habitualmente sosegado y lejos de los focos mediáticos.

Varias razones pueden explicar esta pasión cíclica que durante unos días cambian la cara a este deporte:

Una fórmula atractiva

 

Esa es la paradoja de este deporte individual. En esta competición se miden dos equipos con formatos de juego diferentes a los que los amantes del golf pueden ver en los torneos cada semana.

"El golf es, por su naturaleza, individual, uno lucha sobre todo contra sí mismo en el campo. Pero aquí se trata de dos equipos que se miden. El aspecto individual está totalmente borrado y la noción colectiva cambia mucho las cosas", explica Sebastien Rochu, periodista especializado en Golf Magazine y autor de un libro sobre la historia del golf.

El equivalente más claro podría ser la Copa Davis de tenis: el paso de un deporte individual a deporte por equipos, provocando una mayor adhesión por parte del público. "La noción de duelo es muy atractiva y vuelve a la forma original del golf", asegura Sebastien Brochu.

Estrellas sobremotivadas

 

En la Ryder Cup es frecuente ver a golfistas habitualmente sobrios haciendo celebraciones eufóricas, algo casi inexistente durante el resto del año.

Cuando Brooks Koepka ganó el US Open este año, esbozó una sonrisa y saludó al público con la mano. Pero cuando llega la Ryder Cup, los jugadores se sienten más libres para exteriorizar sus emociones.

"Es un poco como ganar el Mundial de fútbol o unos relevos olímpicos. Es un sentimiento increíble", resume a la emisora France Info Thomas Levet, uno de los tres franceses que saben lo que es jugar una Ryder Cup.

Los jugadores, que no reciben dinero por jugar la competición, viven los momentos con intensidad. Así lo relata a la web Golf.com el estadounidense Hale Irwin, que en 1991 desperdició una ventaja de dos golpes: "No lograba respirar. No podía tragar".

¿Un deporte universal?

 

En muchos países, el golf está lejos de tener la consideración de deporte "popular", sino que suele ser asociado a las élites. Pero la realidad puede ser diferente.

"El golf es el deporte individual más popular del mundo, con 50 millones de jugadores", asegura Sebastien Brochu. Una estadística que a los defensores del golf les gusta citar, pero que no termina de dar una idea exacta de la resonancia de este deporte.

El golf, es cierto, se juega en todo el mundo, una realidad que toma cuerpo con la difusión de la Ryder Cup en casi 180 países, con una audiencia estimada en casi 350 millones de telespectadores cada uno de los días.

En los países anglosajones, el golf se practica por ejemplo en la escuela o en numerosos campos públicos.

En Estados Unidos, donde el golf es un deporte importante, son casi 27 millones los practicantes con casi 15.500 campos de golf y tres citas del Grand Slam en su territorio (Masters, US Open, PGA Championship). Hace dos años, la cadena de golf de la NBC registró 50 millones de telespectadores durante el primer día de la Ryder Cup.

Una historia rica

 

En casi un siglo, esta competición ha ido acumulando anécdotas e historias que han contribuido a reforzar su impacto en jugadores y público. En 1999, por ejemplo, el presidente estadounidense George W. Bush llegó a aparecer por sorpresa para animar a los jugadores de su país.

Pero donde las anécdotas son más habituales es en la rivalidad o las relaciones entre países. Como la del español Severino Ballesteros, que preguntado sobre el equipo estadounidense de la época respondió: "Once tipos simpáticos y Paul Azinger".

A veces los aficionados también se dejan llevar por la pasión. El hermano del inglés Danny Willett desencadenó una polémica al calificar a los hinchas estadounidenses de "bastardos" a dos días de la Ryder Cup de 2016. Su hermano llegó a pedir disculpas públicamente.

Por AFP

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