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Despliegue físico, orden y sacrificio. Esas condiciones, primordiales para todo aquel que quiera ser volante de primera línea, fueron las que llevaron a John Valencia a sobresalir en el Deportes Quindío.
En Armenia pudo darse cuenta de que la primera división era un sueño posible y más después de mostrar un plus: la potencia de su pierna derecha, que lo llevó a convertirse en el dueño de todos los balones detenidos. “No había día en que no practicara los tiros libres y eso permitió mejorar la pegada, al punto que logré mezclar ubicación con potencia”, suelta el antioqueño con la misma tranquilidad que exhibe a la hora de quitar la pelota y distribuirla con propiedad.
Justo eso fue lo que vio Diego Umaña en él para darle más responsabilidades de las que en principio tenía. “Gracias al ‘profe’ cambió para bien mi carrera, porque además de recuperar, tuve la confianza para conducir el equipo”.
Por eso una vez el DT dejó la capital quindiana para firmar con América, al primero que pidió como refuerzo fue a Valencia y juntos celebrarían un título inolvidable para ambos, ya que el Clausura 2008 representó la primera vuelta como entrenador para el vallecaucano y de profesional en el caso del mediocampista.
Luego sus caminos se abrieron y John aterrizó en Manizales el año pasado, donde otro técnico terminaría de marcarle el rumbo: Juan Carlos Osorio, quien le “enseñó muchas cosas en lo personal y profesional y gracias a Dios todo se pudo reflejar con el título que conseguimos con el Once”.
En el Caldas tenía no sólo titularidad garantizada, también la oportunidad de disputar de nuevo Copa Libertadores, pero sacrificó todo eso por regresar a su ciudad natal. “Volver a Medellín era el sueño que tenía pendiente hace rato y como en el DIM no tuve la regularidad deseada, pues cuando de Nacional me llamaron, ni lo pensé para dar el sí”.
Ahora con el verde siente que “llevaré mucho tiempo en el equipo, porque me recibieron bien y creo que eso se está viendo en la cancha, donde los nuevos respondimos casi de inmediato y los que ya estaban han dado también lo mejor para que la producción del equipo vaya en ascenso”.
Así lo demuestra el segundo lugar en la tabla y con alta producción ofensiva, en la que él ya aportó, gracias al gol del sábado en la victoria 3-0 sobre Cúcuta, el primero con su nueva camiseta. “Creímos desde un principio en la propuesta del cuerpo técnico y por eso el grupo se toma más confianza con el paso de los partidos”.
Y a Valencia le sobra convicción con el nuevo llamado a la selección, en la que competencia no le falta. Basta ver que en esta convocatoria tendrá que vérselas con Abel Aguilar y Fredy Guarín. “Los respeto mucho por sus condiciones, que los tienen en la élite hace rato, pero yo tengo lo mío y la idea es poner a pensar al cuerpo técnico para que se decida por el que mejor esté”.
Valencia desde hoy en Madrid empieza su propia lucha que tendrá algo especial, ya que nunca imaginó celebrar un cumpleaños fuera de casa, menos en Europa, y el próximo 27 de marzo soplará 29 velitas en Holanda. “¿Cuál será mi deseo? Vestir la tricolor ya es un regalo por anticipado”.