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Juan Martín Clavijo, un acróbata sobre los caballos

El mejor volteador juvenil del mundo es colombiano. A sus 14 años, ha puesto de moda el vaulting, un deporte que mezcla movimientos de gimnasia acrobática sobre un caballo.

María José Medellín Cano
14 de diciembre de 2015 - 12:47 p. m.

En el lomo de un caballo en pleno galope, Juan Martín Clavijo es capaz de saltar, pararse de manos e inclusive dar un volantín. Vio por primera vez estos movimientos cuando acompañó a su hermana mayor, Silvia Clavijo, a la escuela de equitación La Escudería, en La Calera, pues desde pequeña les había insistido a sus papás que quería aprender a montar a caballo. Ambos ingresaron al programa de vaulting, un deporte poco conocido en Colombia que mezcla movimientos de gimnasia acrobática y danza sobre un caballo en movimiento.

Es tan poco común en el país que según la entrenadora de los Clavijo, María Fernanda Posada, sólo hay un aproximado de 120 volteadores competitivos en Colombia y únicamente uno se enfrenta directamente en la categoría de Juan Martín Clavijo. A pesar de la poca competitividad que esta escasez de deportistas podría ocasionar en la carrera de este joven bogotano, ha sido su talento el que lo ha convertido en el mejor del mundo. “El talento de Juan Martín radica en la conexión perfecta que tiene entre su cerebro y su cuerpo”, explica su entrenadora, quien se sorprende al ver que basta con que su pupilo vea un movimiento para que su cuerpo lo realice casi a la perfección en el primer intento.

Esto explicaría por qué su papá, Óscar Clavijo, insiste en la cantidad de horas que su hijo dedica a ver videos de otros volteadores. Cuando no está buscando inspiración en esas actuaciones, Clavijo se concentra en cumplir con sus tareas para el colegio y en tener las suficientes energías para superar los cuatro entrenos de la semana. Su dedicación es absoluta. Lo dicen su papá y su entrenadora, quien lo acompañó hasta Holanda, donde se convirtió en el mejor del mundo en la categoría juvenil, después de pasar un mes entrenando en Francia.

Además de la conexión que describe Posada, Clavijo corre con la suerte de tener unas condiciones físicas fundamentales para practicar este deporte. “No sólo deben ser muy flexibles y coordinados, sino que el ritmo que lleva el caballo y los movimientos de este deporte exige del deportista mucha fuerza y resistencia para superar con consistencia cada rutina”, aclara la entrenadora Posada. Esta fue, precisamente, una de las características que más llamó la atención cuando Clavijo se presentó en Holanda pues, a pesar de haber ganado en un torneo internacional en California hace dos años, llegaba como un completo desconocido.

“A veces no es fácil pues las competiciones pueden costarnos hasta $20 millones. Y todo lo pagamos nosotros”, dice Óscar Clavijo a quien el orgullo de padre le borra cualquier inconformidad que una inversión de estas proporciones podría ocasionar. De regreso a Colombia, después de la medalla de oro en Holanda, la vida de Clavijo siguió con toda la normalidad que un joven de 14 años podría tener. A pesar de sus entrenamientos, que muchas veces lo dejan sin energías para cumplir con sus tareas, el mejor volteador de Colombia dedica su tiempo libre, así sea poco, a salir con sus amigos, sentarse con ellos en un parque a hablar y regresar a su casa a ver televisión y uno que otro video de vaulting.

Lo que definitivamente no le gusta es hablar de él o que alguien le pregunte por sus logros. Es tan reservado con sus triunfos que cuando la rectora de su colegio lo invitó a pasar adelante en una formación para reconocer su logro en Holanda, Clavijo dijo que no. Esta semana El Espectador lo exaltó con uno de los premios del Deportista del Año en la categoría juvenil y allí, frente a los demás atletas ganadores, el volteador recibió los aplausos y la admiración que se merece. Es un poco tímido, reconoce su papá, y el propio deportista afirma que le da vergüenza hablar de sus medallas.

“La verdad no sé cuántas tengo. No porque tenga muchas, sino porque nunca me ha interesado contarlas”, dice. Sin embargo, su meta es recolectar todavía más éxitos y competir en los próximos años en un mundial de mayores. Mientras logra la siguiente clasificación, es consciente que debe completar su año escolar con buenas calificaciones pues, a pesar de ser el mejor del mundo, Clavijo quiere educarse bien para ganar todavía más.

Por María José Medellín Cano

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