Publicidad

La pequeña gran nación

Futbolistas y dirigentes paisas coinciden en que nunca dejarán de ser una de las mejores canteras del país.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Juan Diego Ramírez Carvajal
29 de febrero de 2012 - 10:51 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Nacen con un amor extravagante por su patria chica. Una cancha de fútbol hace de tinglado para los paisas, es el escenario perfecto para luchar sin cuartel por sus montañas. “Soy antioqueño toda la vida, y por Antioquia he de morir. Y con los pases y con los goles, haré la chagua de la chagua de la chau, chau, chau (…) y como somos los campeones: ¡Viva Antioquia, gritaré!”. La arenga, adaptada del canto italiano Bella ciao (compuesto por antifascistas durante la Segunda Guerra Mundial), es un himno de guerra en las selecciones juveniles de fútbol de Antioquia, la cantan a todo volumen para llenarse de coraje antes de los juegos. René Higuita la cantó mucho antes de inmortalizar el escorpión.

“El jugador paisa tiene la capacidad de jugar en equipo, de ser aplicado y juicioso. Y tiene mucha berraquera. Por eso somos la cuna de futbolistas más importante del país”, dice Luis Alfonso Marroquín. El técnico de la selección sub-20 de Colombia en los ochenta, ahora de 64 años y quien conserva el peinado de la época en la que catapultó a Higuita y a John Jairo La Turbina Tréllez, está convencido de que Antioquia es una factoría de futbolistas. Prueba de ello es Envigado, el club profesional que tiene una de las mejores divisiones menores del país, a la que llegan casi 1.500 niños al año.

“Cantera de héroes”

Nicolás Fernando Rubio ingresó hace cinco años a la escuela que tiene sus canchas en el complejo Polideportivo Sur de esa ciudad. Este hincha de América nació en Ibagué hace 17 años, es el mayor de tres hermanos y empezó a jugar fútbol en la Academia Tolimense de esa ciudad, años después de que lo hiciera James Rodríguez, el jugador del Porto de Portugal y la selección nacional. Rubio viajó solo a los 12 años a Medellín en busca de oportunidades y Envigado F.C. creyó en su talento. Le proporcionó hospedaje en una residencia y le empezó a pagar un mínimo para gastos personales. Hasta ayudó a sus padres Mario y Ángela, profesores de educación física y matemáticas, a construir la casa propia en Ibagué. “¡Epa! —afirma—, hasta me financiaron mi tratamiento dental”, asegura sin rubor, mientras deja ver los alambres al sonreír.

Rubio viste el uniforme de la selección juvenil de Antioquia. Aún se le ven las cicatrices en ambas orejas por los aretes que antes lucía. Se endereza la cresta con las manos después de jugar un partido de un torneo nacional y siempre sonríe al responder. “Me he contagiado del tesón de los paisas”. Ya entrenó un par de veces con el equipo profesional y recibió un par de consejos del capitán Néider Morantes. Su sueño es debutar este año en Primera.

Se ve una cancha pequeña de arenilla, con arcos recubiertos por un alambrado en lugar de piolas, dentro del complejo Polideportivo Sur de Envigado. En ese terraplén se forjaron Mauricio Molina, Giovanni Moreno, Jairo Palomino, Gustavo Bolívar, Freddy Guarín, Dorlan Pabón y muchos más. Uriel Correa, durante 13 años entrenador de las divisiones menores del club, mira con nostalgia el terreno donde sus niños levantan una polvareda al entrenar. Recuerda cuando vio por primera vez a James Rodríguez, hace como nueve años, con la cresta que aún conserva, con ese talento. A su espalda, en la fachada del estadio donde juega Envigado, se ve una valla gigante con la imagen promocional de James. “Tantos que han pasado por aquí…”, dice, con ese acento tan paisa.

Pabón —cuenta Correa con esa voz cavernosa— llegaba a los entrenamientos con el estómago vacío. Vivía con su abuela, pues su padre murió prematuramente y su madre era alcohólica. “Dorlan era muy pobre, vivía en una comuna y a veces no tenía para los buses. Como él, llegan muchos acá y toca fiarles la inscripción porque a pesar de que es tan barata, para algunos sigue siendo una fortuna”, añade.

Uno de sus alumnos preferidos de la camada de 12 años es Kevin Ruiz Botero, quien juega de central. Frunce el ceño, arruga su boca y exhala fuerte, se planta de lado, se desplaza perfectamente en lateral hacia atrás, desafía al delantero y mira fijamente el balón. El pequeño se cree un Gerard Piqué, un robabalones. Le escurren gotas de sudor por las colas de su cabello. Él, como tantos niños de la cantera de Envigado, paga $45.000 anuales y a cambio recibe una mochilita con su uniforme y servicios de médico, sicólogo, nutricionista y odontólogo. Pronto también tendrá alambres sobre esos dientes desviados.

“Mi esposo es auxiliar de bodega —cuenta, ruborizada, Lenny Botero, la madre de Kevin—. Gana poco más del mínimo y yo no trabajo, acompaño a Kevin a todos sus juegos y entrenamientos. Sólo alcanza para pagar esto de Envigado, que es tan bueno. La semana pasada inscribimos a su hermano de seis años en párvulos. Dice que les quiere dar pata a todos”.

Kevin vive en la Comuna 9. A veces se duerme contra la ventana o tararea canciones de reguetón en el colectivo mientras llega a Envigado, donde tres veces por semana alimenta la esperanza de convertirse en profesional.

El eterno semillero

El mayor obstáculo para su meta de llegar al profesionalismo es la violencia que se vive en lugares como el Urabá y en las comunas de Medellín. “Hasta otros municipios no se puede llegar a buscar talentos, porque corremos riesgos. A los niños les toca tomar la decisión de venir hasta Medellín para mostrarse, pero algunos no tienen dinero para eso”, dice un reconocido dirigente paisa. A pesar de todo, en Antioquia y su capital hay más posibilidades que en otras regiones del país.

“Además, el departamento tiene cuatro equipos en primera división, eso moviliza recursos, motiva niños. Los dos clubes más pequeños, Itagüí y Envigado, producen jugadores, y los más grandes, Nacional y DIM, sirven como vitrinas”, añade Luis Alfonso Marroquín. Además de eso, Antioquia cuenta con mayor apoyo gubernamental. El presupuesto de la Liga Antioqueña de Fútbol es de $2 mil millones. En un año organiza al menos 25 torneos juveniles, en 70 canchas del departamento, en los que participan alrededor de 14 mil jugadores de 630 clubes afiliados, sobre todo de Medellín y de municipios aledaños. Pocos se ven de Urabá, por ejemplo, pues algunos jugadores de esa zona prefieren probar suerte en Chocó.

Un niño puede jugar de 22 a 35 partidos oficiales al año y por cada uno paga $1.300. Eso sin contar con el Ponyfútbol, el torneo infantil más importante del país, en el que participan miles de menores de 13 años. Pero algunos de ellos se quedan en la mitad del camino, unos porque prefieren dedicarse al estudio o al ocio y otros por falta de suerte y de más apoyo de la empresa privada, sobre todo al fútbol femenino. En esta rama en el departamento se juegan dos torneos al año, uno sub-15 y otro abierto, en el que participan 16 y 20 equipos, respectivamente.

La jugadora Catalina Usme —22 años, integrante de la selección femenina de Colombia— por poco ve frustrado su sueño de ser futbolista. Cuando era niña debía regatear el pasaje del bus que la llevaba hasta Medellín desde su natal Marinilla, a más de una hora de camino de la capital. Luchó contra la pobreza en su casa y el machismo, y triunfó. Además de ser jugadora de la selección, es entrenadora de divisiones menores del Medellín y testigo del proceso de muchos aspirantes.

“Cuando hacemos convocatorias llegan cientos de niñas muy pobres. A veces, por no dejar morir a un talento, me toca poner de mi sueldo para que sigan, pues las empresas me han cerrado muchas veces la puerta. Hay apoyo, pero siempre faltará más para tanta gente y tanto talento”, dice.

“¿Que por qué seguimos saliendo futbolistas paisas a pesar de todo —se pregunta Usme—? Porque trabajamos en equipo, porque dejamos la vida. Yo les digo a mis compañeras: si en la cancha me tengo que hacer matar por ti, lo hago. Ese es el éxito de los paisas, que se sobreponen a todo”.

Por Juan Diego Ramírez Carvajal

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.