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La última victoria fue hace siete años, cuando Juan Pablo Montoya se despidió de la escudería inglesa ganando el Gran Premio de Brasil de 2004. El equipo de Frank Williams, un grande venido a menos, protagonista y dominador de algunos pedazos de la década de los 90, debió esperar a que otro suramericano, esta vez un venezolano, lo devolviera a lo más alto del podio.
Pastor Maldonado ya había dado un aviso al lograr la pole position el sábado, pero no la iba a tener fácil: detrás, en el segundo lugar, estaba Fernando Alonso. Como era previsible, el asturiano tomó el liderato apenas después de la largada, en la primera curva, y se asentó allí para ganar su segundo gran premio del año. Sin embargo, el joven Maldonado (apenas lleva 24 carreras en F1) supo aguantar, a medio camino entre la audacia y la paciencia, y volver a la primera posición cuando Ferrari erró en la estrategia para Alonso, que entró a su segunda detención dos vueltas después del venezolano. Y entonces el asturiano, que iba liderando con alguna comodidad la carrera, descartados Red Bull y McLaren (Hamilton debió salir desde la última posición por la sanción del sábado), debió remar desde atrás y perseguir al nuevo líder, incluso acercándosele hasta el punto de poder utilizar el DRS. No obstante, nunca logró sobrepasarlo, aunque el segundo lugar no sea un mal botín, toda vez que el piloto de la escudería de Maranello vuelve a ser el líder del Mundial con 61 puntos, aunque comparte el puesto con el alemán Sebastián Vettel, que llegó sexto.
“Me siento muy orgulloso por mi país, que me apoya mucho desde que llegué a la Fórmula 1”, afirmó Maldonado, quien también recibe impulso económico de la petrolera estatal PDVSA. “Ha sido un día maravilloso, increíble para mí y para todo el equipo. Hemos trabajado mucho en los últimos meses y ahora lo hemos podido conseguir”, señaló.