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Terry Golden se lo encontró de frente después de rebotar contra las cuerdas, con los brazos abiertos porque Presidiario tenía ganas de abrazarlo y de matar. Saltó para alejarlo, con una patada voladora doble que conectada en el pecho lo obligó a retroceder. Presidiario, aturdido, como si hubiera bebido varios litros de cerveza ordinaria, retrocedió buscando un poco de equilibrio, sujetando la tercera cuerda, un apoyo para no caer. Golden puede ser un buen muchacho, pero no iba a desaprovechar la oportunidad de continuar con el castigo, es un luchador y luchadores luchan para ganar, de no ser así, entonces que se queden en los trampolines o en los gimnasios.
Se lanzó con los pies de frente y entre sus piernas atenazó la cabeza enmascarada de Presidiario, giró apoyado de las cuerdas y lo lanzó fuera del ring. El coliseo aplaudía a su gladiador y Terry Golden se levantaba rápidamente para celebrar la acrobacia mirando hacia el cielo y, con una rodilla sobre la lona, disparando un changón imaginario con sus manos. “Teeeeerryyyyyy Gooooooooolden… I've got the power” dice el rap que lo acompaña al salir al ring. Golden tiene el poder.
* * *
— Señor Charles Manson, ¿cómo está usted?
— Bien, dígame qué quiere.
— El próximo 2 diciembre, en Cota, usted se va a enfrentar a Terry Golden en una lucha que tendrá dos mesas en el ring. ¿Qué tiene que decir al respecto?
— Pues hombre, diciembre es época de luces y de fiesta. Sólo tendré un poco de diversión con semejante cosa.
— ¿Llama usted “semejante cosa” a Terry Golden?
— No puedo decir más. Él es un niño frustrado que cree que es el futuro de la lucha en Colombia.
— ¿Se ha enfrentado con él anteriormente?
— Sí, la primera vez gané yo y la cuenta comenzó 1-0. Después nos enfrentamos nuevamente: 2-0. La tercera: 3-0. Después perdí la cuenta.
— Pero, ¿Terry Golden le ha ganado alguna vez?
— Sólo sé que uno de los dos números de la cuenta continúa en 0.
— ¿Reconoce alguna cualidad en Terry Golden?
— Sí, es muy bueno para correr, eso tengo que reconocerlo. Por favor, si usted tiene pensado hablar con él, no pierda el tiempo entrevistando a un pollo.
— ¿Cuánto mide usted, señor Manson?
— Un metro con 76 centímetros.
— ¿Cuánto pesa?
— 88 kilos. Estoy unos diez kilos por debajo de mi peso.
— ¿Por qué?
— Vengo de dos meses de ayuno.
— ¿Por qué estaba ayunando?
— Por la paz del mundo.
* * *
Terry Golden mide un metro con 72 centímetros, pesa 78 kilos y todos los días sale a la calle entre las escaleras angostas de su apartamento, que está en un tercer piso de algún barrio del sur de Bogotá. Es mejor no dar pistas, prefiere no ser descubierto. Su vida se divide en dos: cuando tiene la máscara puesta él es Terry; cuando se la quita, un ciudadano cualquiera, con una hija y un nombre de pila común. Duerme en una cama doble, va al gimnasio y guarda su ropa en el poco espacio que le resta de un clóset ocupado por más de 20 trajes de lucha libre. Allí está el negro con tribales rojos con el que enfrentó a Presidiario.
Los luchadores, como la vida de Golden, también se dividen en dos grandes generalidades: los técnicos y los rudos, que al final de la historia podrían también ser el bien y el mal o la lealtad y la mala intención. Los primeros vuelan con patadas, juegan limpio, saltan de la tercera cuerda, los aplaude la gente, dan giros mortales y atenazan las cabezas de sus rivales con las piernas para tirarlos a la lona y escuchar su sonido seco. Los segundos son un poco lentos y pesados como dinosaurios, juegan sucio, embisten, sus aplausos son los insultos; la trampa, su ley. Que sufran, que griten, que se les inflamen hasta las pestañas...
Charles Manson es ruin, con su traje de convicto no tiene compasión. Si te cruzas en su camino agárrate bien fuerte, que viene de un ayuno. Terry Golden, en cambio, primero es un buen tipo y después es luchador. Fue uno de los fundadores del The Golden Men y batalló hombro a hombro, patada a patada y puño a puño con C.J. Golden y J.J. Golden. Terry habla en el sofá de su casa, con su máscara puesta, pasando suavemente la yema de los dedos sobre un cinturón enorme:
“Alguna vez, en 1999, Los Alacranes se unieron con El Pirata y nos encontramos tres contra tres en el ring. Traían unos cinturones que no recuerdo de dónde habían traído. Ese es este mismo cinturón, los desafiamos y al final ganamos en un buen espectáculo, porque la lucha ante todo es un espectáculo. Duele mucho más sentir que la gente se aburre que perder, porque he perdido, pero salgo contento del ring, así me enseñó mi padre”. Un paro respiratorio le cayó con todo su peso desde la tercera cuerda.
* * *
“Yo soy Psicodélico, ‘el loco del ring’. Por allá en 70-80, los años dorados de la lucha en Colombia, recuerdo que El Halcón Galáctico era uno de mis más acérrimos rivales, ¿sí? Era un muy buen luchador que se llamó también El Látigo Negro o Tiger Mask, luchábamos a muerte, llenábamos coliseos, ¿sí? La Sevillana, Arena Bogotá, el Coliseo El Salitre, el Palacio Deportivo de Policarpa, todas las semanas saltábamos y nos dábamos patadas. Cuando El Halcón Galáctico caía al suelo yo le gritaba: ‘Levántate, miserable’ y el público sólo me tiraba madrazos porque yo siempre en el ring me transformo, ¿sí? Con decirle que a mí me entran al cuadrilátero con camisa de fuerza... Sí, eso le decía, porque me gusta provocar, ¿me entiende?, es mi estilo. Me olvido de que soy buen padre o buen esposo y le grito a la gente también, llevo 40 años luchando y sigo siendo Psicodélico, ‘el loco del ring’. El Halcón Galáctico era muy técnico y sobre todo aguerrido, lo tumbaba y se levantaba y lo mismo yo, ¿sí?, porque éramos estrellas y nos reconocían. El muchacho Terry del que me pregunta, es igual que él, que su papá. Cuando él apenas comenzaba fue de los pocos jóvenes que aceptó luchar conmigo porque los demás decían que yo era muy duro y que no querían sufrir. Claro que al principio le di pelas muy duras, pero hoy ya luchamos de tú a tú, ha aprendido mucho. Porque yo todavía lucho, puedo tener 65 años, pero sigo luchando, ¿sí?, y voy a luchar hasta que pueda”
* * *
— Terry, ¿a usted alguna vez le han quitado la máscara?
— No, cuando he luchado nadie me ha visto la cara y no sé qué haría si algún día me la quitan.
— Además de entretener al público, ¿qué es lo mejor de ser luchador?
— Las viejas, las viejas se mueren por los luchadores.
— ¿Cómo? ¿Se enamoran de usted sin verle la cara?
— Sí, a mí me han mandado papelitos con teléfonos al camerino después de luchar, pero nunca he hecho nada.
— ¿Por qué?
— Porque tendría que salir con ellas sin quitarme la máscara y si me conocen en el ring no hay manera.
— ¿Y a Terry Golden no le da curiosidad?
— ¡Claro!, pero nunca cambiaría mi máscara por una mujer. Eso nunca.
Cuatro luchadores, cuatro vidas
Desde el pasado 22 de octubre, el canal A&E Mundo presenta ‘El Luchador’, un programa que se transmite los sábados a las 8:00 p.m. y que relata la vida, dentro y fuera del ring, de cuatro luchadores mexicanos que se encuentran en diferentes etapas de su carrera: Felino, Shocker, Magnus y Rey Bucanero (de izquierda a derecha en la foto). La lucha libre mexicana ha sido una de las influencias más fuertes de esta disciplina en Colombia, con figuras legendarias como El Santo y algunas contemporáneas como Místico y Rey Misterio.