Publicidad

Los de la eterna juventud

‘Ad portas’ de otro Suramericano, los técnicos que han sido campeones con Colombia en dicho certamen recordaron para El Espectador sus gestas.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Fabián Mauricio Rozo Castiblanco
17 de enero de 2009 - 10:00 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Cada vez que un suramericano se avecina, aparte de apostarle a las nuevas cartas del fútbol nacional, resulta inevitable echar una mirada atrás para recordar cuáles resultaron ganadoras, aquellas que sólo sirvieron para evitar derrotas o las tapadas que ni siquiera se pusieron sobre la mesa profesional.

Pero de los tahúres que supieron utilizarlas para alcanzar el éxito, pocos se acuerdan. Finot Castaño, Germán González y Eduardo Lara supieron escoger sus ases en las últimas tres décadas, para ganarle la partida al escepticismo y darle así a Colombia el reconocimiento extraviado durante años.

Sólo ellos tres son campeones suramericanos y casualmente lo lograron  en un lugar de prósperas cosechas como el Eje Cafetero. El Espectador los invitó a rememorar esas vueltas olímpicas y en realidad no les costó mucho hacerlo por una sencilla razón: ninguno ha abandonado su rol formador, porque así Lara esté ahora al frente de la absoluta, acompañará desde hoy a la juvenil en Venezuela, mientras Castaño y González hasta coinciden por estos días en el Centro de Alto Rendimiento en Bogotá, donde el primero dirige la Escuela Deportiva de Integración Social del Real Madrid y el técnico bogotano prepara a la Sub 20 de Santa Fe que participará el próximo mes en el torneo de Viareggio en Italia.

Tal vez nunca lo dejen de hacer, sin importarles siquiera que se los reconozcan, porque podrán pasar los años y muchos jóvenes por sus manos, pero la gloria que alcanzaron los encerró en su selecto salón y extravió sus llaves para siempre.

Germán ‘Basílico’ González,  campeón suramericano prejuvenil 1993

“Ese equipo no tenía mucha talla, pero sí fútbol”

¿Aparte del título, qué más le produjo satisfacción?

Que varios de los jugadores que integraron ese plantel, triunfaron a nivel profesional.

¿Era difícil pensar en procesos en aquel entonces?

A mí me llevó a la Federación el doctor León Londoño y cuando lo reemplaza el doctor Juan José Bellini, él me ratifica en el cargo y la verdad nos apoyó en todo; estaba convencido de que el trabajo en las menores iba a dar frutos y fue así como la Juvenil también clasificó al Mundial de Australia.

¿Cuál fue el alumno más aventajado de ese grupo?

Si de éxito profesional se trata, creo que Jorge Bolaño por haberse mantenido tantos años en Italia.

¿Quién se quedó en promesa?

Juan Fernando Madrid, un volante de creación antioqueño. Tenía todo para ser figura, pero nunca llegó y esa fue mi decepción de entrenador.


¿Qué le faltó a ese grupo?

Ganar el primer partido en el Mundial de Japón, ya que la derrota con Qatar en el debut nos impidió avanzar y haber hecho un gran torneo.

¿Y qué le sobraba?

Ese equipo no tenía mucha talla, pero sí fútbol; le sobraba una condición técnica impresionante.

¿El futbolista de hoy es muy distinto al de años atrás?

Hoy lo que piensa el futbolista está bien, en prepararse de la mejor forma, jugar profesionalmente y pensar  en Europa, pero de todas formas se están perdiendo las características técnicas del fútbol colombiano, estamos buscando fuerza, talla, ingredientes físicos y descuidamos lo que nos hizo a nosotros ser reconocidos.

Eduardo Lara,   campeón  Sub 20 2005

“Hemos ganado respeto”

¿Cuál es su mejor recuerdo en un suramericano?

Sin duda el título en 2005 y también el primero que dirigí porque logramos la clasificación a un Mundial después de mucho tiempo (2003).

¿Y el peor?

El Sub 17 de Venezuela (2005) porque nos bajaron del grupo a John Jairo Mosquera faltando dos días, eso golpeó mucho al grupo y las cosas no se nos dieron.

¿Se graduó en suramericanos?

Pues tengo mucha experiencia en tales torneos y eso te da un plus importante para desarrollar un buen trabajo, acompañado de resultados.

¿Qué es lo que más cuesta en esos torneos?

Pues que a Colombia nunca le van a regalar nada, pero a pulso nos hemos ganado un respeto y hoy le jugamos mano a mano a las grandes selecciones de Suramérica.

¿Se siente extraño por no poder dirigir esta Sub 20?

No porque voy a estar ahí con el grupo, al lado del “profe” José (Silva) y con la responsabilidad de siempre para buscar un cupo al Mundial de Egipto y pelear el título.

¿Cuál es la principal virtud de este grupo?

Este es un buen grupo, con mucha riqueza técnica, ha tenido buena preparación, enfrentando a Brasil, Argentina, Paraguay y al mismo Chile, así que está para cosas grandes.

Finot Castaño, campeón juvenil 1993

“Nunca me respaldaron”

¿Su logro fue valorado?

A través de la gratitud de algunas personas, ya que nunca encontré un respaldo de la Federación.


¿Por qué se le designó ese grupo?

Yo estaba en la Junta de Deportes de Bogotá y me nombraron en comisión a la Federación. Estuve seis meses vinculado, visitando a los clubes, luego siguiendo campeonatos nacionales y también el Campeonato Juvenil.

¿Cómo fue el proceso de selección?

Preseleccionamos primero 120 jugadores, luego quedaron 80, después 40, de ahí 25 y, finalmente, los 20 que participaron en el torneo.

¿Cuál fue la principal dificultad que afrontó?

Era un grupo heterogéneo, al punto que para la alimentación hubo que hacer bufés para que cada quien escogiera su comida; todos traían hábitos diferentes.

Una anécdota…

Luego de perder el primer partido en Cartago, en el siguiente sacaron un cartel de medio estadio en el Hernán Ramírez que decía: “¡Fuera de Pereira Finot!”. Cuando salimos campeones en ese mismo escenario, pusieron uno pequeñito con el mensaje: “Discúlpenos señor Castaño”.

¿Fue una generación perdida?

No, porque la mayoría tuvo acogida en el fútbol profesional y casi todos llegaron a la selección mayor.

¿Fue su tope como entrenador?

No, la verdad nunca me he fijado esas metas y trabajo dentro del contexto, si entreno con niños lo hago con gusto y si me corresponde hacerlo con mayores, también desarrollo con agrado mi labor.

¿En definitiva es mejor formar?

La alta competencia es buena porque todo el mundo está pendiente, pero en la parte formativa, donde aparte de oculta, el entrenador ve el progreso del niño, uno se entusiasma y ahí valora más su labor.

Por Fabián Mauricio Rozo Castiblanco

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.