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Los mejores de todos los tiempos

Este eterno pero delicioso debate sobre los máximos campeones de la historia del deporte volvió a calentarse.

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Nelson Fredy Padilla Castro, editor dominical de El Espectador
30 de enero de 2012 - 07:05 p. m.
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Primero Pelé, después de entregarle por tercera vez el balón de oro a Messi, dijo que sólo cuando el argentino gane tres mundiales de fútbol y supere su marca de 1.283 goles convertidos podrán compararlo con él.

Enseguida se desató en medios de comunicación y redes sociales la discusión sobre Federer y Nadal, luego de que éste venciera al suizo en la semifinal del Abierto de Australia. ¿El español es mejor porque lo ha vencido más veces en sus épicos enfrentamientos? Mi opinión es que no y coincido en el punto de vista de Pelé frente a Messi. Cuando Nadal gane 16 grand slam (llevaba diez antes de la final en Melbourne) y supere récords como 285 semanas como número uno y más veces consecutivas en semifinales y finales de los grandes torneos, entonces hablaremos de que está a la altura histórica de Federer.

Hoy está más cerca de los registros de Borg, Connors, McEnroe, Lendl y Agassi en arena, pero en el césped de Wimbledon y en canchas duras todavía está lejos no sólo del suizo sino de otro grande como el norteamericano Pete Sampras. Mientras Nadal no llegue a esos registros, y el tiempo se le agota y Djokovic tratará de impedírselo, Federer, Sampras, Connors y Borg seguirán por encima de él. En la cima, junto al suizo, exalto al sueco Borg, que se retiró a los 26 años habiendo ganado 11 grandes. ¿Qué hubiera hecho hasta los 30 como Federer? Eso en cuanto a logros, pero otra polémica tiene que ver con el talento: creo que en todo el mundo deportivo hay un consenso mayoritario en cuanto a que Federer es, por técnica y biotipo, el mejor jugador que ha pisado una cancha de tenis como remarcaron esta semana los especialistas de ESPN en Australia. Wimbledon será un punto de referencia único para hacerle seguimiento a estas leyendas ya que en 2012 no sólo será sede de grand slam sino de los Juegos Olímpicos. Nadal y Federer ya tienen medalla y quieren otra.

El mismo consenso universal reconoce a Messi como el mejor futbolista de la actualidad, aunque en su caso le resta demostrarlo en los mundiales, como lo hicieron Pelé y Maradona. El brasileño ganó todo lo que se podía ganar en los años 60 con el Santos y obtuvo su primer Copa Mundial cuando aún no cumplía 18 años (¡). Maradona llevó a sus equipos a ser campeones en dos continentes y al Nápoles a ser uno de los mejores de Europa, sin la lluvia de estrellas que tiene hoy el Barca, es una actitud heroica, como cuando se echó al hombro a la selección de Argentina para ganar el Mundial en México 86.
Le falta mucho a ‘la pulga’ para llegar a lo más alto de la historia del fútbol. Así a los argentinos, en cabeza de Maradona, y a los barcelonistas les moleste, Pelé dijo la verdad: “Es un gran jugador en el Barcelona, pero cuando juega con la selección argentina no tiene el mismo éxito”. Por ahora lo deja al nivel de Cruyff, Beckenbauer, Platini, Zidane, D’Stefano, la segunda línea de magos del balompié.

Para mí, la suma y el análisis de talento, técnica y victorias deja a Pelé y a Maradona en el trono, al mismo nivel. Eso en lo deportivo-profesional. La vida personal es tema de otro debate.

En otros deportes, los candidatos parecen más claros. En el golf muy pocos discuten a Jack Nicklaus como el mejor jugador de todos los tiempos con marcas como 18 trofeos de majors, sólo amenazada por Tiger Woods si recobra la contundencia de finales de los 90 y comienzos del siglo XXI. ¿Quién discute a Michael Jordan como el mejor basquetbolista por talento y triunfos? Ayrton Senna y Michael Schumacher son los puntos de referencia en el automovilismo.

En todo caso, cualquier escalafón resulta caprichoso porque las opiniones son diversas dependiendo el punto de vista y el deportista que más lo emocione a uno. Si algo bueno nos ha dejado el capitalismo salvaje es la superespecialización del deporte profesional que ha sido elevado a unos niveles competitivos que generan verdaderos héroes.
Lo mejor que se puede hacer es disfrutar de sus gestas sin la obligación de quedarse con alguno descartando de plano al otro. Es como si en literatura alguien se quedara con la corriente Joyce, proscribiendo a Flaubert, Proust, Kafka, a Borges o a los rusos Dostoievski, Tolstoi, Chejov. Placentero es disfrutar de todos sin mezquindades.

Por Nelson Fredy Padilla Castro, editor dominical de El Espectador

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