Luka Modric, un sobreviviente de las guerras yugoslavas

Siendo un niño tuvo que vivir refugiado junto con su familia en un hotel en Zadar. En ese lugar comenzó su sueño de ser futbolista. Hoy es el líder de la selección croata en Rusia 2018.

Luis Guillermo Montenegro - Enviado especial a Rusia
30 de junio de 2018 - 03:19 a. m.
Luka Modric, jugador del Real Madrid, es máximo referente de la selección croata de fútbol. En el Mundial de Rusia 2018 ha marcado dos goles.  / EFE
Luka Modric, jugador del Real Madrid, es máximo referente de la selección croata de fútbol. En el Mundial de Rusia 2018 ha marcado dos goles. / EFE
Foto: AFP - JOHANNES EISELE

Si fuera por goles, los futbolistas más destacados de la fase de grupos del Mundial de Rusia 2018 serían Harry Kane, Cristiano Ronaldo y Romelo Lukaku, los máximos artilleros. Aunque lo que desequilibra los juegos son los goles, un futbolista que ha sobresalido por encima del resto es el croata Luka Modric, capitán y referente de su selección. El 10, el de las ideas, capaz de cambiar la historia de un partido en un par de segundos y el hombre en el que confían sus compatriotas para redondear una buena Copa del Mundo.

Igualar o superar lo hecho en Francia 1998, cuando el líder del equipo era el goleador Davor Suker, es casi una obsesión para los dirigidos por Zlatko Dalic.

“Toda esa generación nos inspiró. Ahora es nuestro turno de hacer historia”, dijo Modric antes de comenzar la participación en su segundo Mundial de Fútbol. Hoy, desde la 1:00 p.m. cuando busquen la clasificación a los cuartos de final ante Dinamarca, en el estadio de Nizhni Nóvgorod, el futbolista del Real Madrid espera seguir redondeando una temporada en la que ya fue campeón de la Uefa Champions League con el club merengue.

No ha sido fácil para Luka llegar hasta aquí. Sobre todo por los episodios de su niñez, en los que se vio afectado por la guerra y la violencia que azotó su zona de nacimiento. El fútbol fue la herramienta que utilizó su familia para evadir las tragedias y sobreponerse a los momentos más críticos. Sin duda, el más duro fue cuando los Modric tuvieron que huir de su aldea para evitar las balas que se disparaban por la confrontación armada entre croatas y serbios, producto del deseo de independencia de Yugoslavia.

Stipe Modric, el padre de Luka, fue testigo del asesinato de su padre, a tan sólo 500 metros de la casa en la que vivían. Este episodio ocurrió en una de las incursiones en la región de Obrovacki por parte de los rebeldes serbios. Algo que provocó su huida precipitada con destino a Zadar, donde tuvieron que convivir en un mismo lugar con otras familias que también huían de la guerra.

Era el Hotel Kolovare, en donde jugaba fútbol porque no había nada mejor que hacer. En una tarde de piruetas con la pelota, un empleado del establecimiento lo vio y quedó impresionado, por lo que habló con sus familiares y les contó de la posibilidad de llevarlo a pruebas al NK Zadar. Allí se encontró con Tomislav Basic, jefe de la cantera del equipo. Tenía 10 años. La familia Modric sobrevivía como podía debido a las inclemencias de la guerra. Pero eso nunca fue una limitante, por el contrario, le sirvió para fortalecerse, así se lo explicó al diario Marca de España en una entrevista publicada este año, en la que destacó que “la guerra me hizo más fuerte. Fueron tiempos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidar de ello. Ahora tengo la sensación de que estoy listo para cualquier cosa”.

La guerra en Croacia concluyó con la Operación Tormenta, la mayor limpieza étnica perpetrada en los Balcanes, que acabó con la expulsión de 250.000 serbios que vivían en ese país y la muerte de 20.000 croatas. Después de esto, los Modric no quisieron volver a la que fue su casa, prefirieron quedarse en Zadar, ciudad a la que Luka hoy siente como propia. Su madre consiguió un trabajo como costurera, pues antes trabajaba en una fábrica textil, y su padre, cuando regresó de prestar su servicio militar en Croacia, fue contratado para hacerle mantenimiento a los aviones en una base militar.

En Zadar, Modric tuvo la experiencia de convivir con el fútbol, entenderlo y amarlo. Fue contratado por el Dínamo de Zagreb, a los 16 años. Pero allí dudaron de él en un comienzo por su aparente fragilidad física. Que muy bajito, que le falta fuerza, que no tiene cuerpo de futbolista. Excusas sobraron y por eso fue a préstamo al fútbol de Bosnia.

El problema se convirtió en una oportunidad. Allá despegó, recuperó la confianza que le habían quitado las dudas y entre 2004 y 2008 ganó seis títulos con el Zagreb, equipo en el que fue dirigido por uno de sus ídolos de infancia, Zvonimir Boban, integrante de aquella selección de Croacia en 1998. Fue entonces cuando el Tottenham pagó 27 millones de euros para llevarlo al fútbol inglés.

Aunque tardó en acoplarse a la vida en Londres, sus grandes actuaciones con los Spurs desataron el interés del Real Madrid, club al que llegó finalmente en 2012 tras declararse en rebeldía. Lo demás se cuenta solo. Una pieza angular en el proyecto del equipo blanco, con el que ha ganado 14 títulos, entre ellos cuatro Ligas de Campeones de Europa. Por su carrera, por su legado y por su voluntad de siempre querer poner encima de todo a su país, Luka es el máximo referente de su selección, a la que lidera con la misma valentía que lo hizo su padre en la guerra.

Es un mediocampista perfecto, con una capacidad innata para interpretar los partidos y descifrarlos, para detectar las falencias del oponente y justamente atacarlos por ahí. Eso espera hacer hoy ante los daneses.

Por Luis Guillermo Montenegro - Enviado especial a Rusia

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