Maradona en Sinaloa

El astro argentino alcanzó las semifinales de la segunda división del balompié azteca con Dorados, equipo que estaba en el puesto 13 cuando llegó, en septiembre de 2018. El “10”, como el foco mediático que es, puso a Culiacán en el mapa del fútbol mundial.

Alejandro Guzmán - Culiacán (México)
26 de noviembre de 2020 - 04:42 p. m.
Maradona siempre fue el foco de atención. Aquí en el estadio de los Xolos de Tijuana.
Maradona siempre fue el foco de atención. Aquí en el estadio de los Xolos de Tijuana.
Foto: Ricardo Andrade

En tiempos de fake news (noticias falsas) y redes sociales, la llegada de Diego Armando Maradona a México parecía una más. El 5 de septiembre de 2018 se supo que el astro argentino sería el nuevo entrenador de los Dorados de Sinaloa, un modesto club de segunda división que juega en la ciudad de Culiacán.

Sonaba tan absurdo, que todo mundo lo tomó en broma, pero el club, propiedad de Grupo Caliente, consorcio que a su vez es dueño del Xolos de Tijuana, oficializó primero la destitución del técnico Francisco Ramírez y días después la contratación de Maradona.

Las reacciones fueron contradictorias. Evidentemente la idea del dueño del club, Jorge Alberto Hank Insunza, era dar un golpe mediático, con el que es considerado por mucha gente como el mejor futbolista de la historia y quien justamente en México, en el Mundial de 1986, escribió una de las páginas más gloriosas del fútbol, más allá de que después protagonizara múltiples escándalos y polémicas.

El 10 de septiembre el Diego fue presentado en una conferencia de prensa a la que asistieron medios de comunicación de todos los rincones del mundo. “No venimos de paseo, venimos a trabajar, a darles una mano a los muchachos, pero necesitamos que la gente esté con nosotros”, manifestó Maradona en su presentación con Dorados.

Y en menos de tres meses en Culiacán, el “10” había llevado al equipo del puesto 13 en la tabla del torneo de segunda división a las semifinales por el ascenso.

Su rutina en México fue relativamente tranquila, a pesar de que la región de Sinaloa tiene fama de violenta, en la que impera la narcocultura y es dominada por el crimen organizado. No en vano es cuna de Joaquín el Chapo Guzmán, Ismael Mayo Zambada o Amado Carrillo, el Señor de los Cielos. A pesar de la difícil situación social y de seguridad que afrontó Culiacán entre 2006 y 2012, cuando el presidente Felipe Calderón decidió combatir a los capos del narcotráfico, esta ciudad está lejos de ser como las de Colombia de finales de los 80.

“Sinaloa no es como Medellín. No pasa lo de los carros bomba. Sí hay muertos por los carteles, pero lejos de ser una zona de guerra, mucho menos ahora. Culiacán es una ciudad segura si no andas en malos pasos. Ahora con Maradona ya he visto que se han inventado muchas cosas en las redes sociales, basándose en los problemas que tuvo en el pasado en su vida personal, pero es falso que ya lo incluyeron en la narcocultura y que vendan máscaras o camisetas de él, como lo hacen con el Chapo o Jesús Malverde, el santo de los bandidos”, explicó Claudia Rodríguez Arce, corresponsal de la Agencia Pressport.

En Dorados, Maradona tenía rutinas simples. Se hospedaba en el lujoso hotel Lucerna y salía únicamente para ir a las instalaciones del club a los entrenamientos. “Dicen que lo trasladan en una caravana de seis carros, pero eso es exagerado. Tiene una camioneta exclusivamente para él. La cena se la preparan cada día en un restaurante que se llama Los Argentinos Parrilla y Bar”, revela Aldair Miranda, reportero de NVS Noticias.

Los dueños del lugar son Cristian Delgado y Rodrigo Latorre, quienes lo inauguraron hace tres años y contaron cómo fue la primera vez que cocinaron para el Pelusa. “Eran las siete de la noche y querían carne magra lista para las 8:30 p.m.. No me lo podía creer. Además, David Riera, secretario técnico de Dorados, me dijo que también quería risotto. Fue un show, porque no sabía ni lo que era ese plato, lo mío es pura parrilla”, relata Latorre, quien admite que pensó en comprar el platillo y revendérselo a Maradona, pero por la hora no había ningún otro lugar abierto, así que dos amigas le ayudaron a prepararlo.

Lo que no imaginó es que al siguiente día le pedirían lo mismo. “Querían risotto otra vez. Le llevamos uno de un restaurante de Culiacán y también del que prepararon mis amigas. Al tercer día, ya pidió que le lleváramos el hecho por nosotros, así que le pedí a mi esposa que aprendiera a hacerlo y ahora es ella quien lo cocina”, agrega.

Aunque la seguridad del club Dorados trataba de mantener aislado a Maradona, era frecuente que algunos aficionados lo abordaran para pedirle fotos y autógrafos, a lo que el “10” generalmente accedía sin problema, demostrando que seguía siendo aquel chico humilde que salió de Villa Fiorito, un barrio vulnerable de su natal Buenos Aires.

“Ha tenido muy buena relación con la afición. Se ha mostrado muy abierto”, admitió el periodista Aldair Miranda. En su primer paso por la primera división, Dorados tuvo a algunos jugadores de renombre como Jared Borgetti, el uruguayo Sebastián Abreu e incluso Pep Guardiola en su ocaso, pero ninguno generó tanto impacto. Tal vez quien sí dejó huella fue Cuauhtémoc Blanco, un histórico de la selección mexicana, quien consiguió el título de la Copa MX.

“En Culiacán ha aumentado el interés de la gente, en el sentido de que se habla del equipo por la presencia de Maradona y ahora porque está en la liguilla, pues a Sinaloa se le identifica más por el béisbol, pues en el estado existen tres franquicias profesionales”, señala Miranda.

El fenómeno Maradona impactó a todo el país. A donde iban los Dorados se generaba alboroto, tanto para juegos oficiales como amistosos. Y, por supuesto, creció la audiencia de los partidos por televisión. Su equipo, sin brillar, dio buenos resultados.

Su estrategia dentro de la cancha fue difícil de descifrar, porque el argentino apelaba más a la motivación que a la táctica. Hablaba mucho con sus jugadores y a algunos los visitaba en la casa o los invitaba a comer. Y a quienes marcaban goles les regalaba lujosos relojes de la marca Hublot, con la que tiene un acuerdo comercial.

Preocupaba, eso sí, su condición física. Aunque aseguraba que hace años no consumía drogas, Maradona tenía problemas de tensión y sobrepeso que le generaban desequilibrios constantes. Como si fuera poco, debía operarse, tal y como lo confirmó el médico colombiano que lo trataba, Germán Alberto Ochoa, quien aseguraba que “Diego Tiene una severa artrosis en sus dos rodillas y ya no tiene cartílagos. Los huesos se tocan entre sí. Es un problema grave porque le provoca mucho dolor, inflamación y dificultad para desplazarse. Él sabe que la solución es operarlo y ponerle prótesis en las dos rodillas”.

Maradona cumplió 58 años el 30 de octubre de 2018 y en Culiacán parecía estar viviendo una etapa de tranquilidad, refugiado en el fútbol, la mejor terapia para todos sus problemas.

Por Alejandro Guzmán - Culiacán (México)

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