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Abebe Bikila, el campeón descalzo

En los Juegos Olímpicos de Roma 1960, el atleta etíope cambió la historia. No solo fue el primero en ganar una medalla de oro para el continente africano, sino que revivió memorias en una nación que había sufrido los arrebatos autoritarios del duce Mussolini.

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31 de julio de 2021 - 08:00 p. m.
Bikila murió el 25 de octubre de 1973 a los 41 años.
Bikila murió el 25 de octubre de 1973 a los 41 años.
Foto: JJ.OO
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Cuando el dictador italiano Benito Mussolini envió sus tropas y sus camisas negras a Abisinia en octubre de 1935, sumido en su delirio por crear un imperio en el Mediterráneo, Abebe Bikila era un niño de tres años que empezaba a crecer en un hogar de pastores de cabras.

Junto a su hermano Albalonga, comenzaron a conocer las calles y rostros de Adis Abeba. Hasta 1941 custodiados por el invasor fascista, pero engalanadas y victoriosos cuando vieron regresar al emperador Halie Sellassie.

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Se recobró la autonomía, pero la fallida provincia italiana en África del Este dejó un agravio pendiente en Abisinia que se transformó en Etiopía y Eritrea: el robo del obelisco de Aksum, un monolito en granito de 1.700 años de antigüedad, símbolo de estos pueblos africanos.

La pieza fue instalada en un sitio público de Roma para ostentar el Segundo Imperio Colonial africano que no fue. La gente de Adis Abeba siempre lo recordó y en la memoria de la generación de Abebe y sus hermanos era una cuenta pendiente.

Cuando cumplió 17 años, Abebe Bikila era un aficionado a correr, y lo siguió haciendo cuando entró a la guardia del emperador Sellassie. Se hizo deportista, ganó muchas pruebas, pero su sueño era correr por Etiopía en unos Juegos Olímpicos. En la selección de deportistas para acudir a Roma en 1960, se quedó por fuera de la convocatoria, pero el destino movió sus hilos, un atleta de la delegación se lesionó a último momento, y Bikila ganó el cupo que no esperaba para correr la maratón.

El 10 de septiembre de 1960, descalzo porque las zapatillas que le dieron le causaban ampollas, partió dispuesto a mantenerse entre los que empezaron a jalonar la prueba. Después impuso su ritmo, y cuando faltaban tres kilómetros peleaba el comando de la prueba con el atleta marroquí Rhadi Ben Abdeselam.

Cuando los punteros se aproximaban al sitio donde se levantaba el obelisco de Aksum, Abebe Bikila aceleró el paso, dejó atrás a su rival y con tiempo de dos horas, 15 minutos y 16 segundos se alzó con la maratón.

Fue el primer atleta africano en ganar una presea dorada en unos Juegos Olímpicos. El Arco de Constantino, creado para honrar a los vencedores de Roma, fue testigo de la victoria de un campeón descalzo.

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Un atleta de Addis Abeba que recobraba la memoria de los hombres y mujeres que resistieron la invasión italiana de 1935, y que fue recibido en Etiopía como un héroe nacional. Cuatro años después, en los Olímpicos de Tokio (Japón), volvió a repetir medalla de oro, esta vez corriendo con zapatillas y sin ampollas.

A sus 36 años, acudió a los Olímpicos de Méjico, pero tuvo que retirarse en el kilómetro 15. Ese mismo año, con el reconocimiento de su nación, se retiró de la competencia activa. Al año siguiente, el destino volvió a dar un timonazo a su vida, porque se accidentó en su vehículo Volkswagen y quedó parapléjico. “Fue la voluntad de Dios que ganara en los Juegos Olímpicos, y fue la voluntad de Dios que tuviera este accidente”, fue su comentario escueto. El atleta mayor ahora no podía caminar.

En silla de ruedas, en el estadio de Munich (Alemania), en la apertura de los Juegos Olímpicos de 1972, Abebe Bikila fue ovacionado por los asistentes. Catorce meses después, a sus 41 años, falleció en Addis Abeba por las complicaciones de salud que le dejó su accidente. El estadio nacional de Etiopía lleva hoy su nombre como homenaje eterno. En cuanto al obelisco de Aksum, después de un largo proceso, el gobierno italiano aceptó devolverlo y desde septiembre de 2008 ocupa su lugar original en Etiopía.

*Texto publicado en julio de 2020

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