El lobo que devoró a un equipo de superestrellas: la NBA saluda a Anthony Edwards
Minnesota Timberwolves se convirtió en el primer semifinalista de la conferencia oeste en los playoffs de la NBA. Phoemix Suns, el equipo que lidera Kevin Durant, sumó un nuevo fracaso y se va muy temprano de la pelea por el título. Empezó, en serio, la renovación de la mejor liga de baloncesto del mundo.
Fernando Camilo Garzón
En los ojos Anthony Edwards podía verse una premonición, el inevitable llamado del futuro que se vuelve presente. En su carcajada y su sonrisa abierta, en la risa que no se escuchaba por el barullo del público que, extasiado, unos segundos atrás lo había visto clavar un triple que será inolvidable. Edwards se golpeaba el pecho mientras danzaba en reversa, como el gorila que reta la jerarquía del que un día fue rey. Miraba directo a Kevin Durant tras la anotación que casi tumba el estadio. Irreverente, sin temor, como el que mira una leyenda con la conciencia de la propia grandeza prometida.
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En los ojos Anthony Edwards podía verse una premonición, el inevitable llamado del futuro que se vuelve presente. En su carcajada y su sonrisa abierta, en la risa que no se escuchaba por el barullo del público que, extasiado, unos segundos atrás lo había visto clavar un triple que será inolvidable. Edwards se golpeaba el pecho mientras danzaba en reversa, como el gorila que reta la jerarquía del que un día fue rey. Miraba directo a Kevin Durant tras la anotación que casi tumba el estadio. Irreverente, sin temor, como el que mira una leyenda con la conciencia de la propia grandeza prometida.
Antes del partido, del inicio de los playoffs, para muchos Phoenix Suns podía lucir como favorito. Por nombres, porque al lado de KD estaba Devin Booker, Bradley Bear, Eric Gordon y Jusuf Nurkić. Pero, más allá de las superestrellas, la esplendorosa serie de los Timberwolves, el tercer mejor equipo del oeste en toda la campaña, demostró porque en el baloncesto importa más el conjunto que las individualidades. Que de nada vale juntar un montón de grandes nombres cuando en la duela, la pista en la que se definen los grandes momentos, el equipo no funciona desde su mismo engranaje.
Personalmente, para Kevin Durant, la reciente eliminación este domingo en los playoffs de la NBA de sus Suns, a manos de Minnesota, es una nueva lección para un jugador que, lentamente, encara sus últimos años al tope de rendimiento en la mejor liga de baloncesto del mundo. Después de despreciar lo que tanto le había costado conseguir, el anillo de campeón, cuando dejó a los Golden State Warriors, el alero de Washington D.C. recaló en los Nets de Brooklyn, creyendo que el solo hecho de tener al lado a estrellas como Kyrie Irving o James Harden le iban a dar, por consecuencia, el título. No funcionó y, entonces, se fue a un equipo más armado en Phoenix, otro conjunto de superestrellas que terminó por estrellarse de frente contra sus propias ambiciones.
Durant, al ver la risa de Anthony Edwards en aquel primer juego, vino a darse cuenta de que la nueva batalla estaba perdida. De frente a su nuevo fracaso, contra un equipo que era demasiado superior, a la leyenda no le quedaba otra salida que la risa. A la certera mirada de rookie, en esa primera noche, KD desvió la mirada. Incómodo, no pudo mirar el futuro, el descarado joven que le decía presente.
Después de la serie, la única barrida (4-0) en la primera ronda de los playoffs, Durant se rindió en elogios ante Anthony Edwards. Y hay mucho simbolismo en sus piropos, pues desde hace años, cuando el de Atlanta llegó a la liga desde el draft como primera elección en 2020, las comparaciones entre los dos jugadores fueron inevitables.
Edwards llegó para demostrar, lejos de ese cara a cara, sus propias condiciones de superdotado. “Estoy tan impresionado con él. Es mi jugador favorito para ver. Solo tiene 22 años y ha crecido tanto desde que llegó a la liga. Es amor por el juego, lo que le permite brilla con tanta luz y esa es una de las razones por las que me encanta, porque ama el baloncesto y está agradecido de tener la oportunidad que tiene”, fueron las palabras de KD para la nueva estrella, apenas momentos después de la eliminación que causaron sus propias manos.
Inevitable, el advenimiento de la nueva generación de basquetbolistas entró de lleno en la NBA. Ya, en las últimas temporadas, los triunfos de Nikola Jokić y Giannis Antetokounmpo demostraron la irrupción de Europa en el baloncesto estadounidense. Sin embargo, la llegada de figuras como Anthony Edwards representa el relevo generacional de los propios basquetbolistas norteamericanos.
No es coincidencia que los tres grandes de toda una generación ya no estén en la discusión de los equipos que pugnan por el anillo. Stephen Curry fue el primero en caer, KD ya fue eliminado y seguramente el rey, LeBron James, caiga pronto contra los asombrosos Nuggets. Es el fin de una era, la premonición en los ojos de Edwards, el testimonio de que el futuro ya está acá.
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