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JULIO TEHERÁN, EL BRAZO DE ORO

Aunque en sus inicios, a los cinco años en Cartagena, su sueño era ser un gran bateador, se formó como lanzador.

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Jesús Miguel de la Hoz
07 de diciembre de 2013 - 09:00 p. m.
Julio Teherán triunfa en las Grandes Ligas. / Diego Sierra Gil
Julio Teherán triunfa en las Grandes Ligas. / Diego Sierra Gil
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Julio Alberto Teherán Pinto se convirtió en el lanzador colombiano más joven en formar parte de la rotación abridora de un equipo en las Grandes Ligas de béisbol. Justamente por eso fue galardonado por El Espectador como el Deportista Revelación de 2013. Este cartagenero, cuando pone sus pies sobre el montículo es un gigante que lanza rectas a 95 millas por hora, pero cuando baja es un hombre común y corriente, tímido y de pocas palabras.

Entregado a Dios desde niño, Julio creció en medio de una familia que a pesar de no tener los recursos suficientes para que fuera un gran pelotero, logró sacarlo adelante y hoy él les devuelve con creces. “Cuando me tocaba viajar con un equipo y ellos se sacrificaban para que yo viajara y no me sintiera menos que los otros niños que tenían la facilidad económica. Por lo general eran niños que tenían padres con comodidad económica. Los míos se esforzaban mucho. Son los que siempre me han apoyado y todo lo que hago es gracias a ellos”, cuenta.

Su formación fue asumida por su tío Miguel, quien desde que Julio tenía cinco años comenzó a guiarlo. “Recuerdo que lo que más me gustaba era batear, pero desgraciadamente era algo en lo que no me destacaba. Mi tío se dio cuenta de eso y me comenzó a trabajar como lanzador. A partir de ahí tuve la oportunidad de estar en varias selecciones. Comencé a sobresalir y a adquirir amor por este juego. Gracias a él es que hoy puedo recoger todo lo que sembramos en esa época en la que todo era más difícil”, reconoce el hoy abridor de los Bravos de Atlanta en la MLB.

Su llegada al béisbol estadounidense se dio gracias al apoyo de su tío, quien también es scout de los Bravos de Atlanta, equipo con el que desde niño se sintió identificado, pues entre sus ídolos se encuentran dos lanzadores que hicieron historia con ese equipo: John Smoltz y Tom Glavine.

“Cuando era pequeño y tenía la posibilidad de ver los partidos de los Bravos, ellos eran a los peloteros que seguía”. Claro que al hablar de ídolos no se olvida de Édgar Rentería y Orlando Cabrera, quienes fueron los colombianos que abrieron el camino para que jóvenes como Julio llegaran a las Grandes Ligas. “Fueron y serán mis grandes ídolos”.

Teherán indica que una de las cábalas que maneja, previo a salir a realizar su trabajo, es el de llamar a su familia y escuchar música. Esto lo ayuda a tranquilizarse y eso hace que pueda dar su 100% en cada juego. Cuando está en sus tiempos libres, fuera de los campos de entrenamientos, como buen joven de 22 años, no se despega del Play Station. “Les dedico mucho tiempo a los videojuegos. Juego Fifa 14 y Call of Duty. En esos momentos trato de relajarme y pensar en cosas diferentes al béisbol”.

En 2010, el lanzador cartagenero se convirtió en el primer colombiano en estar en un Juego de Futuras Estrellas de Ligas Menores y un año después llegó a ser el prospecto número uno de la institución de los Bravos. “Ese año fue muy bueno en mi carrera, logré un avance rápido y pude aprender más que nunca. Los entrenadores de los Bravos se dieron cuenta de mi evolución y eso me permitió tener oportunidades”.

Un año más tarde fue el primer colombiano en abrir un partido en Grandes Ligas. El 7 de mayo de 2011, el Citizens Bank Park fue testigo de ese hecho. “El llamado fue algo que me impresionó, no me lo esperaba en ese momento, sabía que era mi sueño, pero no pensé que fuera tan pronto. Cuando me paré por primera vez en el montículo estuve un poco nervioso, pero me puse a pensar que era lo que había buscado y era donde quería estar desde niño. El nerviosismo se me fue yendo con el pasar de los lanzamientos y al final el balance fue muy positivo”, recuerda con emoción en su voz.

A su corta edad ha demostrado que cuenta con herramientas suficientes que le ayudan a superar los momentos de adversidad. Logró revertir el mal 2012 que tuvo en clase AAA de los Bravos de Atlanta, para terminarlo como uno de los lanzadores más importantes en la Liga Dominicana. Además, a esto se le sumó que a pesar de su lento comienzo en 2013, logró finalizar el año entre los novatos más destacados de las Grandes Ligas.

Ahora, durante la temporada muerta del béisbol estadounidense, Julio descansa en su natal Cartagena. Poco a poco retomará los ejercicios para estar en buen estado físico en el momento en que los lanzadores y receptores tengan que presentarse a los campos de entrenamiento. “Me dijeron que descansara porque saben que lancé muchas entradas en la pasada temporada, pero lo importante para mí es que a pesar de eso logré terminar sin problemas. Ellos están contentos y sólo quieren que me cuide ahora. Voy retomando algunos ejercicios, porque la temporada que viene va a ser un poco larga”, destaca. Ya le dijeron que en 2014 va a tener más innings en juego, por lo que no será raro que en un año que se espera lleno de emociones deportivas, nuevamente este costeño pueda estar entre la élite del deporte colombiano, como lo hizo el pasado lunes en la ceremonia del Deportista del Año.

Por Jesús Miguel de la Hoz

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