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Minutos antes, en la zona mixta, sabía que sería la ganadora. El bullicio intenso de los espectadores acompañó sus pisadas mientras se dirigía a la pista. Entre el ruido, sintió la calma de su respiración que le confirmaba la sensación que rondaba por su mente desde que se despertó aquel sábado: “Sería la ganadora”. La confirmación llegaría unos metros después cuando se escuchó: ¡Karen Tatiana Palomeque, campeona paralímpica en los 100 metros T38 en París 2024!
Esa ha sido la cima de su carrera. Sin embargo, es difícil ver el techo, pues año tras año la antioqueña sigue rompiendo sus marcas. Este año, por ejemplo, aunque cayó en la final de los 100 metros del Mundial de Paratletismo, contra la sorprendente Angie Nicoll Mejía, en los 200 metros volvió a establecer récord del mundo.
El deporte paralímpico tocó a su puerta en repetidas ocasiones, pero fue en el año 2020 cuando decidió adentrarse en ese camino. Acostumbrada a participar en pruebas convencionales de velocidad y salto largo, el atletismo adaptado se le presentó como una oportunidad para posicionarse como una atleta destacada en la categoría. “Por desconocimiento, creía que el deporte paralímpico era para personas con discapacidades, sin una mano o un pie, sentía que no era mi lugar”, recuerda la atleta.
En su niñez, Palomeque fue diagnosticada con hemiparesia, una afección neurológica que se caracteriza por la parálisis parcial de un lado del cuerpo, en su caso, el lado izquierdo. Sabía que al momento de entrenar debía esforzarse más que el resto, pero nunca lo vio como un impedimento, ni muchos menos imaginó que existiría una categoría en el deporte que tuviera en cuenta su diagnóstico, “me empezaron a explicar que dentro del atletismo adaptado hay distintas categorías y decidí darle una oportunidad”, agrega.
Raúl Díaz, su entrenador, llegó al barrio la Iguaná, en Medellín, con la idea de formar un grupo de atletismo con los niños y niñas del sector. Su madre, María Eugenia Moreno, conocía a Raúl desde el colegio, pues habían estudiado juntos, y no dudó en llevar a Karen a los entrenamientos. “Cuando llegué a mi casa, le dije a mi mamá: ‘Qué cosa más buena, eso es puro juego’”, recuerda entre risas Palomeque. De juego en juego, pasaron los días y a los 13 años decidió que quería ser deportista de alto rendimiento. Había escuchado en repetidas ocasiones a su entrenador decirle que el deporte le podía cambiar la vida. Seducida por las becas universitarias que Díaz le comentaba para los deportistas, decidió jugarse todo por ello. Y así, lo que había comenzado como con “juego” para que los niños del barrio tuvieran otras opciones de vida terminó convirtiéndose en su proyecto de vida o, como ella dice, en “el amor a primera vista”.
Los lunes son jornadas de dobles entrenamientos, de fondo y velocidad. Y de ahí se desprende una rutina intensa hasta el sábado, cuando ya no siente su cuerpo. Decir que es insensible al dolor sería una burla a la disciplina que siempre ha sido su bastión. Hablar de talento tampoco le hace justicia, pues, como dice ella, “¿qué sería del deportista sin los días silenciosos de entrenamiento?”, lo que sí puede afirmar es que el gusto por el deporte lo heredó de su familia, “eso es algo que viene en la sangre. Todos en la familia tenemos algo de deportistas”, agrega con orgullo María Eugenia Moreno, madre de Karen Palomeque.
Desde los Juegos Panamericanos, en el 2023, su nombre empezó a resonar. En Santiago de Chile ganó cinco medallas de oro en las pruebas de 100 m T37, 200 m T37, 400 m T38, salto en largo T36/37/38 y relevo universal 4 x 100 m. Apenas un indicio de lo que vendría en su participación en París 2024.
Su debut llegó en la capital francesa, al subirse al podio en las dos primeras pruebas del inicio de la competencia. Sus compañeros comentaban sobre la presión y el nerviosismo al salir a la pista, pero, para fortuna de la paratleta, el rasgo introvertido de su personalidad fue un ancla hacia la calma.
La voz se le quiebra a Karen al recordar el momento en el que subió al podio y se proclamó ganadora en los 100 metros T38, estableciendo un récord mundial con un tiempo de 12,26 segundos. “Me sentí orgullosa al levantar la bandera de Colombia. Ese momento en el que todo queda en silencio y estás en el podio es indescriptible; jamás olvidaré ese día”, expresa la princesa del paratletismo cuando recuerda el oro en París. Este fue solo uno de los éxitos, que, casi como una declaración profética, le había anticipado un taxista el día de su nacimiento. “Cuando Karen iba a nacer, me cogió el parto en el taxi. En ese momento, el taxista me dijo que ella sería una estrella”, relata su mamá, María Eugenia Moreno. Ya sea profecía, talento, disciplina, una o tal vez todas, Karin Palomeque sigue escribiendo historia, una tan brillante como el oro de sus medallas.
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