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Las Ligas Mayores de Béisbol (MLB), toda una maquinaria económica que parece imparable. Sus equipos hasta en tiempos difíciles, como los que se están viviendo por la pandemia del Covid-19, siguen produciendo ganancias debido, en mayor parte, a los acuerdos con la televisión. El poder monetario es colosal. Sin embargo, muchas veces, se traduce en prepotencia, imposición. Se dice que son los que tienen la última palabra, los que ponen el punto final. Así lo demostraron en las negociaciones laborales con el sindicato de jugadores en 2012 y 2016.
Pero en los acuerdos para el comienzo de la temporada, la asociación de peloteros le hizo frente. Cedió, pero no dejó que la MLB le pasara por encima. Nunca vaciló para decir no, ni le tembló la voz a Tony Clark, jefe del sindicato, para enfrentarse al comisionado de Grandes Ligas, Rob Manfred. “Los dueños de clubes se aprovechan de la crisis de salud, causada por el coronavirus. Ellos sólo piensan en proteger sus propios intereses y no toman en cuenta las necesidades de los peloteros”, resaltó a medios de comunicación.
El 26 de marzo de 2020, 14 días después de que se suspendieran los entrenamientos primaverales por el Covid-19, la MLB y el sindicato de peloteros llegaron a un convenio en el que se estableció que, en caso de que no se jugara la temporada, se pagaban U$ 170 millones para repartir entre todos los jugadores. Mientras que, si se llegara a disputar la campaña, los peloteros iban a recibir un sueldo prorrateado del 100 %, en otras palabras, la multiplicación de sus salarios completos del año por el número de juegos disputados y dividido por los 162 partidos que tiene una temporada regular.
En ese mismo acuerdo se incluyó también una cláusula en la que se resalta que ambas partes discutirán la factibilidad económica de disputar juegos en territorio neutral o sin presencia de fanáticos. Pero este parágrafo no profundiza. En ninguna parte indica que, si la temporada se jugase sin fanáticos afectaría los contratos de los jugadores, como lo ha argumentado Grandes Ligas, quienes no quieren pagar el 100 % de los contratos prorrateados resaltando que jugar en estadios vacíos causaría una pérdida considerable por encuentro para los equipos.
“Esa fue la cláusula de la discordia, la que generó tantos problemas”, resaltó en charla con El Espectador, Arturo Marcano, especialista en legalidad y negociación deportiva, quien ha seguido de cerca las negociaciones. “La MLB señala que, aunque la cláusula no lo diga explícitamente, se sobre entiende que, al haber temporada sin fanáticos, los ingresos no van a ser los mismos, por lo que se deberían hacer ajustes a los contratos”, añadió el abogado, quien también ha tenido experiencia en negociación con Grandes Ligas cuando trabajaba con ESPN.
Ataques, contraataques han aparecido por ambos lados para llegar a un acuerdo y comenzar con la temporada regular. La MLB no cedió en sus peticiones: jugar 50 partidos y pagarles a los jugadores un sueldo prorrateado del 80 %. Contrario a lo que hizo el sindicato, que bajó su pretensión en la cantidad de partidos de 114 a 89, pero nunca puso en juego una disminución mayor a la que ya había cedido en el convenio de marzo. Tras recibir una nueva respuesta el 10 de junio, Tony Clark fue claro y para no seguir perdiendo tiempo con propuestas, llegó a la conclusión de que Manfred impusiera un calendario, como ya lo había resaltado. Con una campaña, por parte de los jugadores, que se viralizó: “dime dónde y cuándo”.
“Esa era una trampa que le puso el sindicato a la MLB porque si Manfred decide un calendario y éste no llena las expectativas, se puede presentar un reclamo laboral, que sería un proceso ante un árbitro independiente y se le puede exigir a los equipos de Grandes Ligas que abran los libros y demuestren los ingresos que se han obtenido durante los últimos años”, explicó Marcano, quien inmediatamente añadió que es algo que no va a suceder. “Nunca lo han hecho y no lo van a hacer”.
La respuesta de la MLB fue criticada, expuso su prepotencia e intentó dejar claro que ellos eran los que tenían la última palabra. “Estamos decepcionados de que el sindicato no quiera negociar en buena fe en la reanudación del juego, después de que la MLB hizo tres propuestas que proporcionaban a jugadores, clubes y fanáticos una resolución amigable en una situación tan difícil causada por la pandemia del Covid-19”, expuso en un comunicado, al que posteriormente Manfred, en diálogo con ESPN, agregó que no estaba seguro de que este año hubiera temporada.
“La única oportunidad de que se juegue es que Manfred negocie con el sindicato”, afirmó Marcano. Y eso sucedió. En Phoenix, Arizona, el comisionado se reunió con Tony Clark para entregarle una nueva propuesta, en la que la liga se compromete a pagar los contratos prorrateados al 100 %, con 60 juegos por disputarse. El sindicato respondió con una contraoferta que decepcionó a muchos: 70 partidos, lo que los deja con una diferencia de U$ 240 millones, también pidieron U$ 60 millones de fondos de pensión, entre otros temas que molestaron a los dueños.
El sindicato pasó del “dime dónde y cuándo” a unas peticiones, que se salen de toda la cordura que venía manejando Tony Clark y el negociador, Bruce Meyer. Las diferencias entre ambos bandos continúan. Uno le sigue pasando la pelota al otro, lo que ya ha hecho que más de uno frunza el ceño. La luz verde para el comienzo de la temporada regular 2020 parece aún muy lejana, el tiempo sigue corriendo y las discusiones no cesan.