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La mala racha de los estadounidenses en el Abierto de Miami

En una nueva edición de torneo, los tenistas norteamericanos no dan la talla. Solo las mujeres aspiran al título. ¿Cuál fue el último local que ganó esta competencia?

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Juan Diego Forero Vélez - @JuanDiegoFore10
27 de marzo de 2024 - 11:43 p. m.
Danielle Collins es una de las tenistas estadounidenses que se mantiene en competencia.
Danielle Collins es una de las tenistas estadounidenses que se mantiene en competencia.
Foto: EFE - CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH
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John Isner fue el último jugador nacido en Estados Unidos que pudo ganar el Masters de Miami. El último de un largo linaje de pretendientes. El último en ofrecer tributo a su tierra, al sol abrasador y a la lluvia indiscreta. 2018 fue su año más lúcido; logró ganar el único torneo Master 1000 de su carrera, y alcanzó su mejor marca en tres de los cuatro Grand Slams del año, a excepción del Abierto de Australia. Fue el único año en el que disputó el Torneo de Maestros al final de la temporada. Fue simplemente un año soñado; el mejor de su larguísima carrera.

En esa edición del torneo, 13 jugadores estadounidenses ingresaron al cuadro principal, y solo John Isner y Frances Tiafoe superaron la tercera ronda. Parecía una tragedia de Broadway. Sam Querrey y Jack Sock, ambos ubicados más arriba en el ránking que Isner y Tiafoe, cayeron de forma engreída en el torneo, sin ofrecer ningún tipo de disculpa y sin mostrar remordimiento.

La larga gala de ganadores estadounidenses del pasado sonreía con sorna a la distancia mientras las posibilidades no paraban de mermar. Parecía que el destino seguiría castigando con indiferencia a los jugadores locales, que eran cada vez más foráneos. No importaba ya que el primer ganador del torneo, en su fundación, fuera Tim Mayotte, o que Andre Agassi siguiera siendo el máximo ganador del torneo con seis coronas en su palmarés, o que Estados Unidos reclamara que son el país que más ganadores ha aportado al certamen. Todo eso había quedado relegado. Roger Federer, el campeón reinante, quedó eliminado en segunda ronda y el título quedó súbitamente abandonado a una suerte incierta. Novak Djokovic no pudo aprovechar esa condescendiente ceremonia y también cayó eliminado.

El camino yacía semi despejado enfrente de todos. Las mayores amenazas habían salido del torneo con la cabeza escondida y John Isner supo aprovechar la oportunidad. Venció a Juan Martín del Potro y luego, en la final, superó a Alexander Zverev en un duelo raudo y furtivo.

Pero desde entonces ningún hombre nacido en suelo estadounidense ha ganado el torneo, desde aquel día luminoso, la posibilidad sigue dormitando. Y este año no ha sido diferente, todos los estadounidenses se despidieron en la tercera ronda mostrando una faceta descarada y fútil.

La racha negativa también es de la rama femenina, pero hay esperanza

El cuadro femenino es un poco más prometedor, aunque la última ganadora local logró la hazaña en la misma edición que lo hizo John Isner. Sloane Stephens dio el batacazo ese año, luego de coronarse campeona del US Open unos meses antes.

Su actitud retadora la catapultó hasta la final, en la que enfrentó y dominó por completo a Jelena Ostapenko, minimizada y agotada tras vencer a Danielle Collins, que llegó a las semifinales desde la clasificación y que venció a Venus Williams, tres veces campeona del certamen, en cuartos de final.

Danielle Collins, la misma jugadora que ha tomado la determinación de abandonar el tenis profesional al terminar este año, la misma jugadora que sigue vigente en esta edición del Masters de Miami y que llena de esperanza a Estados Unidos; que promete con reticencia un nuevo y renovado triunfo para el país de las barras y las estrellas.

Es la primera vez en 15 años que los tres cabezas de serie masculinos llegan a los cuartos de final, pero el público de Miami ignora ese hecho, lo importante es Danielle Collins y Jessica Pegula, sus verdaderos tesoros, las únicas representantes locales que llegaron a los cuartos de final y que siguen batallando contra la inminente y pérfida derrota.

De hecho, en este momento Collins ya dio un paso al frente y superó a Caroline Garcia. Y fue recibida en la semifinal como una vieja conocida, que aparece luego de una ausencia repentina. Es la primera jugadora fuera del top 100 que ha logrado llegar a esta instancia en este torneo en dos oportunidades. La única en romper por completo las estadísticas falsas y las quebradizas distancias del ranking mundial. Y aun así, sin remordimiento ni sentimiento de culpa, anuncia que esta será su última temporada, con solo 30 años.

“Amo mi trabajo y ha sido una montaña rusa de emociones divertidas. Aunque también hay momentos que no son tan divertidos. En este punto siento que estoy lista para el próximo capítulo” dijo con resolución Danielle, que no esconde su decisión. Dejará el circuito al terminar el año porque no cree que el tenis deba acaparar todos los aspectos de su vida de forma tan tiránica. Siente que hay belleza escondida detrás de la cotidianidad, y que puede y debe estar más presente en su hogar, al que considera que ha abandonado por los viajes constantes, y por los sueños furtivos y solitarios en hoteles desperdigados por el mundo. Quiere ser madre. Después de tan solo ocho años en el circuito, Danielle dice adiós al tenis, con una sonrisa entrecortada y sin negar un posible regreso, con la posibilidad latente de ganar su primer Masters 1000, y lo más emocionante, de hacerlo en tierras conocidas y propias.

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Por Juan Diego Forero Vélez - @JuanDiegoFore10

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