La NBA se quedó sin LeBron James, Durant y Curry: la revancha será en los Olímpicos
Las tres grandes ídolos de toda una generación quedaron eliminados en las primeras rondas de los Playoffs. Ya piensan en París 2024.
La eliminación de los Ángeles Lakers este lunes a manos de los Denver Nuggets, una fatalidad previsible en los playoffs de la NBA, dejó clarísimo que toda una era en la mejor liga de baloncesto del mundo está llegando a su fin. Es irremediable y certero el paso del tiempo.
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La eliminación de los Ángeles Lakers este lunes a manos de los Denver Nuggets, una fatalidad previsible en los playoffs de la NBA, dejó clarísimo que toda una era en la mejor liga de baloncesto del mundo está llegando a su fin. Es irremediable y certero el paso del tiempo.
Un día antes, la despedida de Kevin Durant y los Phoenix Suns ya daban cuenta de ese testimonio. No obstante, el adiós del rey, su majestad LeBron James, en la carrera por el título de la temporada 2023/2024, da la absoluta certeza de que llegaron nuevos aires, tiempos de cambio.
Semanas atrás, el mismo relató se evidenció cuando el otro grande de la generación, Stephen Curry, se quedó a un paso de los playoffs. Con sus Golden State Warriors, el chef alcanzó a entrar a la postemporada, pero no le alcanzó para llegar a las rondas definitivas y se quedó en el play-in. Una derrota, contra los Sacramento Kings, que supuso el final de una de las dinastías más prolíficas de las últimas décadas.
La revancha de una generación que dice adiós
Aunque dolorosa, la eliminación de Los Ángeles Lakers fue digna. Cuando todos auguraban una barrida, un 4-0 casi obvio, el equipo de LeBron murió de pie. En el tercer juego sacó la casta y, con la serie 3-1, alcanzó a soñar con una remontada para la historia. Sin embargo, frente a los campeones vigentes, los máximos candidatos a ganar el anillo, el cuarto juego se hizo pesado. Los angelinos dieron la batalla, perdieron con un marcador muy cerrado (108 a 106) y se despidieron de la posibilidad de lograr un nuevo título. El tiro de Jamal Murray, justo cuando sonó la bocina, quedará para siempre en la memoria de la afición californiana.
LeBron James sabe que el tiempo corre, casi tan implacable como el cronómetro que marcará el final del cuarto. Demostrando su condición de leyenda, esta temporada promedió números brutales a sus 39 años. Jugó 71 partidos de temporada regular y cinco de postemporada. Sus promedios fueron de 25.7 puntos por partido, 35.3 minutos por partido, 8.3 asistencias por partido y 7.3 rebotes por partido. Ningún basquetbolista, a sus 39 años, ha llegado con tanta vigencia en la NBA.
Sin embargo, los nuevos vienen desde atrás en estampida. Son jóvenes talentos, hambrientos por hacer historia y retar a aquellos que los hicieron soñar con jugar al baloncesto.
Fue el mismo LeBron James el que, consciente del final de su reinado, llamó a los mejores vasallos del reino para, como en otros tiempos, reunir la mejor selección de Estados Unidos posible y darle una despedida a su generación en los próximos Juegos Olímpicos. Hace mucho tiempo los norteamericanos no reunían un equipo de tanto prestigio con, además del mítico jugador de Akron, Ohio, basquetbolistas de la talla de Stephen Curry o Kevin Durant, los estandartes de toda una era en la NBA.
Se espera una despedida por todo lo alto. No será el adiós definitivo de las grandes estrellas, por supuesto, pero al menos se siente como la reunión definitiva de una de las camadas más espectaculares de los últimos años.
Por el lado de LeBron James, después de París 2024, su futuro todavía es incierto. Su contrato en los Lakers ya terminó. O al menos, con la opción de jugador bajo el brazo, él será quien decida, la próxima campaña, en donde jugará. Ha dicho, muchas veces, que irá al equipo que fiche en el draft a su hijo, Bronny James. Es una incógnita, pues el joven de 19 años ha presentado fallas cardiovasculares que hacen dudar de su futuro deportivo. Sin embargo, el último sueño del rey, más allá de los Olímpicos de París 2024, es jugar con su primogénito. Con el retiro a la vuelta de la esquina, y todo ya conquistado, el último anhelo del monarca es poder jugar con la sangre de su sangre.
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