La profecía de Michael Jordan
Fue llamado “enano” y terminó siendo gigante. El 20 de abril de 1986, con el legendario número 23 en su camiseta de los Chicago Bulls, entregó, ante los Celtics de Boston, una exhibición que había visualizado.
Redacción Deportes - @DeportesEE
En 1986, Michael Jordan tenía 23 años y era una promesa del baloncesto, aunque ya había demostrado su talento excepcional en varias canchas. Sin embargo, había sido tratado de “enano” por Larry Bird (2, 06 metros), de los Celtics de Boston, por medir 1,98. Y se verían las caras en la primera ronda de la Conferencia Este de aquella temporada de la NBA.
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En 1986, Michael Jordan tenía 23 años y era una promesa del baloncesto, aunque ya había demostrado su talento excepcional en varias canchas. Sin embargo, había sido tratado de “enano” por Larry Bird (2, 06 metros), de los Celtics de Boston, por medir 1,98. Y se verían las caras en la primera ronda de la Conferencia Este de aquella temporada de la NBA.
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Jordan ya utilizaba el número 23 con los Chicago Bulls, que casi no clasifican a la postemporada y en el calendario regular registraron la peor marca: 30 victorias y 52 caídas. Los Celtics, por su parte, eran los favoritos, pues eran comandados por Bird, fueron campeones en 1984 y habían triunfado en 40 de los 41 compromisos disputados en el Boston Garden, su fortín, donde jugarían contra el Jordan.
En el primer encuentro de la serie, Jordan convirtió 49 puntos. Pero siempre se exigió y tenía en mente una marca superior para el compromiso en condición de visitante. Y así se lo hizo saber a Danny Ainge, de la escuadra rival, con quien se encontró un día antes del partido en un campo de golf a las afueras de Boston. “Mañana les voy a meter más de 50 puntos y voy a patear sus traseros”, sentenció el 23 de los Bulls.
El día en el que Jordan tenía planeado cumplir con sus palabras, el Boston Garden estaba colmado de espectadores que aguardan por un nuevo triunfo de los Celtics. Así fue, ganaron, pero el resultado de 135-131 pasó a ser una anécdota frente a la exhibición dada por Jordan. El joven maravilla estuvo en cancha en 53 de los 58 minutos de juego, acertó 22 canastas, sin triples, y 19 tiros libres, para un total de 63 puntos.
Aquel 20 de abril de 1986, Michael Jeffrey Jordan, que luego se convertiría en uno de los deportistas más legendarios de la historia, estableció la marca aún vigente de más puntos anotados por un jugador en un partido de postemporada de la NBA. Además, realizó 6 asistencias (4 pérdidas), 5 rebotes, 3 robos, 2 tapones y 41 tiros de campo. No anotó ni un triple porque no intentó ni un solo lanzamiento desde fuera del arco.
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Ese partido de Jordan fue objeto de elogios y de estudios. Uno de ellos, del canal Espn, reveló que el neoyorquino estuvo sin marca apenas en 3 de sus 41 lanzamientos y que 42 de sus 63 puntos los consiguió bajo la custodia de Danny Ainge y Dennis Johnson.
Ainge, el hombre que conoció antes que nadie la profecía de Jordan, dijo tiempo después: “Era tan bueno, que me quedaba mirándolo”. Y para Bird, tras el juego, cambió su percepción: “No creía que nadie pudiera hacer esto, no contra los Celtics en el Boston Garden. Creo que hoy aquí estaba Dios disfrazado de Jordan”.