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Lewis no cree en supersticiones

A un día de definirse el título de la F-1, los cariocas recurren a la magia negra para que sea Massa quien salga ganador.

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Fidel Cano Correa/ São Paulo
01 de noviembre de 2008 - 03:46 a. m.
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La que iba a ser una noche de promoción de la campaña mundial del whisky Johnnie Walker para promover el consumo responsable de alcohol, terminó convertida, el jueves pasado, en una tragicómica historia de superstición y magia negra en los previos a la carrera final del campeonato de la Fórmula Uno en Interlagos.

El máximo opcionado para ganar el campeonato, a sus 23 años, el británico Lewis Hamilton, de McLaren, llegó puntual a la cita para firmar el compromiso de la campaña “Conductor designado”, y paso seguido aceptó contestar algunas preguntas de medios locales e internacionales, entre ellos El Espectador.

Hamilton dijo estar tranquilo para la prueba de mañana, en la que debe terminar del quinto lugar hacia arriba para asegurar el campeonato, que solamente se lo podría arrebatar la promesa local Felipe Massa, de Ferrari.

La disputa entre el piloto local y el británico domina, por supuesto, la atención de cara a la carrera, pues aún se recuerda la increíble manera como el año pasado el propio Hamilton perdió el campeonato aquí mismo en Interlagos, frente al finlandés Kimi Raikkonen, de la escudería italiana.

En ese ambiente, un periodista de un programa humorístico de la televisión brasileña pidió la palabra durante la rueda de presa y, tras decirle a Hamilton que los aficionados locales lo admiraban mucho y le deseaban la mejor suerte para la carrera, sacó de un maletín un gato negro y se lo tiró a la tarima, diciéndole que era un regalo de la torcida brasileña.

Hamilton, contrario a la imagen que se ha propagado de él como un hombre tosco y malgeniado, simplemente tomó el gato de peluche, sonrió y lo dejó a un lado para continuar contestando preguntas, sin dar mayor importancia o sin entender el asunto.

Dijo, por ejemplo, que había una gran diferencia entre la manera como llegó el año pasado y la actual definición. “Sé que va a ser un muy difícil fin de semana, pero tenemos una gran oportunidad de ganar el campeonato, de manera que hay que mantener  bajo control las emociones y tratar de hacer las cosas lo mejor posible”, aseguró.

Hamilton negó que este domingo vaya a hacer una carrera conservadora, como muchos creen, para asegurar el título. “Pienso que no sólo yo sino el equipo y todo en general, tiene que estar en su lugar para poder ir al límite. Yo manejo siempre el carro al máximo y no sólo por mí, también porque es lo que requiere el deporte”, anunció.

Hamilton tuvo tiempo también para insistir en la importancia de promover el mensaje en la juventud del consumo responsable y de lo fácil que resulta elegir un conductor que se mantenga sobrio. “Cuando salgo con mis amigos algunas veces tomamos, pero siempre nos aseguramos de elegir a un conductor. Es muy fácil”, dijo el piloto de McLaren.

Al final de la conferencia, el favorito para ser el campeón más joven en la historia de la Fórmula Uno tomó el volante de un taxi Mercedes Benz y fue el conductor elegido de tres invitados especiales al coctel de Johnnie Walker por las calles de São Paulo.

Pero a la serenidad y experiencia que mostró en la noche del jueves, la cual le augura una suerte diferente a la de hace un año, los aficionados brasileños comenzaron a lanzarle cábalas por la maldición del gato negro. Y como dijo uno de los periodistas presentes, donde llegue a perder el título este domingo Lewis Hamilton, un gato se volverá famoso y, su creador, por hacer un chiste flojo, millonario.

Por Fidel Cano Correa/ São Paulo

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