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Lincecum y Lee, polos opuestos y ganadores

Dos ases del montículo que buscan un anillo de Serie Mundial. Uno es joven, el otro veterano. Mientras que Lincecum come bocadillos antes de una apertura, Lee vive junto a su hijo, quien padeció leucemia.

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Carlos E. Cervera F. / Colaboración especial para Elespectador.com
31 de octubre de 2010 - 09:00 p. m.
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El quinto juego de la Serie Mundial entre Rangers y Gigantes, que se jugará este lunes en Texas, ofrecerá una ocasión especial ya que desde el montículo estarán dos abridores que ganaron el premio Cy Young en 2008. Tim Lincecum, el derecho con el pelo largo y desinhibida personalidad, y Cliff Lee, el zurdo serio de los Vigilantes.

Luego de protagonizar el primer duelo de esta serie, en el AT&T Park en San Francisco, que ganaron los de casa, los amantes del béisbol tendremos la oportunidad de verlos de nuevo, frente a frente, en el quinto duelo en casa de Texas. Sin lugar a dudas, este par de personajes son los mejores brazos de Gigantes y Rangers, los líderes frente a sus compañeros y unos profesionales con mentalidad ganadora y campeona.

Cliff Lee, un veterano con presión dentro y fuera del diamante

¿Cuán bueno es Cliff Lee? Le preguntaron una vez al experto de Espn, Tim Kurkjian. "Es ridículamente bueno", respondió. Antes del primer juego de esta Serie Mundial, en ocho aperturas en postemporada, tenía marca de 7-0 con efectividad de 1.26. Es el primer lanzador en la historia con tres juegos consecutivos en postemporada con al menos 10 ponches. Tiene cinco juegos de 10 ponches en su carrera en postemporada. Ha habido ocho juegos en la historia de la postemporada en la que un lanzador ha ponchado a 10 sin dar bases por bolas; Lee tiene cuatro de ellos. Las quinielas podrían seguir surgiendo de la mano de este veterano.

Lee es un veterano de nueve temporadas en las mayores, tiene 32 años de edad, y cuando termine la Serie Mundial será agente libre. Pasó por Cleveland, Philladelphia, Seattle y Texas. Su mejor temporada ha sido 2008, con los Indios, cuando tuvo 22-3 y 2.54, ganando el premio Cy Young de la Liga Americana.

Cuando tenía 23 años ya era un hombre de familia. Estaba casado con Kristen Lee y tenían un hijo, Jaxon, que padecía de leucemia y a quien los médicos del Arnold Palmer en Orlando le dieron 30% de posibilidades de vida. Comenzó entonces la etapa de la quimioterapia, los tratamientos y la lucha por la vida. Cada noche, Lee salía del estadio a ver a su esposa y a su hijo al hospital. Kristen se decía a sí misma: "Él juega y yo tengo un hijo enfermo. Eso es todo y es muy duro". Hoy, después de un trasplante, su hijo vive y tiene 9 años de edad.

En el año 1998 hizo su aparición Cliff Lee en un montículo. Fue para el Meridian Community College y marcó la bobadita de 283 ponches en una temporada. Dos años después jugó para la Universidad de Arkansas, donde tuvo récord de 4-3 con un ERA de 4.45, con 77 ponches en 65 innings.

En 2000, Montreal puso su mira sobre él y lo seleccionó en el Draft. Allí fue nombrado como el undécimo mejor prospecto de la organización por Baseball América. Su historia de ponches se iniciaba y los reconocimientos fueron llegando. Elegido como el mejor lanzador de los Expos en Ligas Menores ese año y seleccionado al Juego de Estrellas de Doble A. Sin embargo, los Expos buscaron un veterano para lanzar y por esas cosas de negocios, Lee fue enviado a los Indios, en un cambió que llevó a Bartolo Colón y Tim Drew a Cleveland. Una nueva historia comenzaría en Triple A, donde fue clasificado como el quinto mejor abridor zurdo de las menores y lideró a la sucursal de los Indios en ponches con 171 y fue segundo en victorias con 14.

En ese 2002 debutaría en las mayores en dos juegos, en los que lanzó 10 y un tercio de inning, dio ocho base por bolas, ponchó a seis y permitió dos carreras. Comenzó entonces su madurez deportiva. Fue en 2004 cuando lanzó toda la temporada, 33 juegos con un récord de 14 ganados y 8 perdidos, ponchó a 161. Los años fueron pasando y en 2008 llegó el Cy Young de la Liga Americana. Ganó 22 juegos, lanzó 223 y un tercio de entradas y ponchó a 170; su mejor campaña hasta el momento.

Lee no sólo lanza rápido sino que sabe colocar su recta, trabaja la parte interior del plato para sacar de balance a sus oponentes, tiene una gran curva y una recta cortada caliente. Es de esos hombres que trabajan en cada esquina del cuadro al bateador que tiene frente a él y que con un lanzamiento te desconcierta y arranca aplausos. Es un veterano que sabe lo que es la presión dentro y fuera de la cancha.

Tim Lincecum, fenómeno del montículo

Lincecum puede ser perfectamente el tipo en las Grandes Ligas que más apodos tiene. Fenómeno, Franquicia y Seabiscuit. Un joven delgado de pelo largo que parece más un recoge bates que uno de los mejores lanzadores. Es estrafalario y posee actitudes peculiares como que no se aplica hielo en el brazo y come bocadillos, sándwiches y helados antes de abrir.

Eso a él no le importa y hasta se ríe de todo lo que se escribe y comenta de él. Timothy LeRoy nació el 15 de junio de 1985 en Bellevue, Washington. Amante de los Beatles, desde pequeño comenzó su vida rodeada de béisbol, ya que su madre, Rebecca, lo llevaba a las prácticas y a los partidos, mientras su padre, Chris, le enseñaba los trucos y la mecánica que tenía que seguir al momento de pararse en el montículo y lanzar.

Su primer equipo fue los Patriots en Liberty High School en Renton. Tuvo un gran año en el que marcó una efectividad de 0.73 y ponchó a 86 bateadores en 49 entradas. A medida que fue creciendo su velocidad aumentó y comenzó a llamar la atención de los busca talentos de Grandes Ligas. Fue así como llegó una propuesta de los Cachorros de Chicago que rechazó.

Comenzaron entonces los reconocimientos para él. Mejor Jugador del Pac 10 y Mejor Prospecto de la Liga Internacional del Pacífico por Baseball América. Un segundo no rotundo se llevaron los Indios de Cleveland en un nuevo intento por amarrarlo. Los Huskies también lo tuvieron en sus filas. Allí tuvo 12 victorias y 199 ponchados. A esta altura lanzaba una recta hasta de 101 km/h. Hasta marcó un récord de 37 entradas sin recibir carrera.

Fue entonces cuando en 2006 las Grandes Ligas volvieron a tocar la puerta y esta vez dijo sí. Los Gigantes de San Francisco lo seleccionaron en el puesto 10 del Draft. Un año después ya estaba lanzando en Triple A y se mostraba dominante. Después de cinco aperturas recibió el llamado del club grande. En 2007 tuvo una marca de 7-5, con efectividad de 4.00 y encabezó a todos los lanzadores novatos de la Liga Nacional con 150 ponches. En 2008 comenzó la temporada con 7-1 y los bateadores se mostraban impotentes frente a él. El estadio se llenaba para ir a verlo a él y a Bonds. Sus números finales ese año fueron de 18-5, 2.65 de ERA y 265 ponches. Fue entonces cuando llegó el máximo honor, el premio Cy Young derrotando a brazos consolidados como Brandon Webb, Johan Santana y Brad Lidge. En 2009 la hazaña se repitió y volvió a ganar el codiciado premio. Culminó con 15 victorias y 7 derrotas, un ERA de 2.48 y 261 ponches.

Lincecum ha sido el mejor pícher de las Grandes Ligas las últimas dos temporadas. Dos trofeos Cy Young consecutivos avalan la gran calidad de este joven pelotero de 26 años. Un chico que todavía no piensa en cortarse su melena, siempre sonriente y quien afirma que uno de sus momentos más recordados fue ver a Barry Bonds conectar su HR 756, con el que se convirtió en el rey de todos los tiempos.

Los expertos aseguran que sabe esconder la bola al momento de lanzar y su movimiento de brazo largo es poco ortodoxo. Sus largas piernas hacen que la zancada en el montículo sea particular. El dueño de una de las mejores curvas, combinada con una poderosa recta y un letal cambio de velocidad, hace que los aficionados de los Gigantes sueñen con un título.

Por Carlos E. Cervera F. / Colaboración especial para Elespectador.com

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