María Paula Barrera: el agua como principio

Con 17 años, esta nadadora paralímpica ganó cuatro medallas de oro en los Juegos Parapanamericanos de Lima y un “top” 10 en el Mundial de Londres.

Andrés Osorio Guillot
15 de diciembre de 2019 - 02:37 a. m.
María Paula Barrera, nadadora vallecaucana, múltiple medallista de oro en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019. / Nelson Sierra Gutiérrez
María Paula Barrera, nadadora vallecaucana, múltiple medallista de oro en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019. / Nelson Sierra Gutiérrez

“El momento más importante en mi carrera no fue cuando gané mi primera medalla, fue una vez, antes de comenzar el proceso paralímpico, que competía con convencionales. En ese momento arranqué de abajo para arriba, no era la mejor deportista, siempre iba al final de la fila en los entrenamientos. Hubo un momento donde comencé a mejorar y ya por fin me enfrenté a las demás niñas de mis categorías convencionales. Había una prueba que me gustaba mucho, que era los 400 metros libre y yo debería tener once años y fue la primera vez en toda mi vida que llegué de primera en una serie. La emoción fue tanta que cuando salí de la piscina comencé a llorar. Ahí empecé a tomarle amor a la competencia y a la prueba.

A raíz de eso, la medalla que más ha significado para mí fue mi primera competencia internacional, que fue en Chile en los parasuramericanos. Yo tenía 12 años y realmente no iba pronosticada para ganar algo. Resultó que en la prueba de 400 metros libre arranqué y terminé ganando. Fue una sorpresa para todos y una emoción muy grande, porque pasé de ser nadie a, de repente, que todo el mundo volteara y viera que era una atleta nueva. Esa medalla para mí es la más importante”, contaba María Paula Barrera, que estaba en compañía de María Fernanda Zapata, su madre, en la pasada edición de El Deportista del Año de El Espectador y Movistar.

María Paula mostraba una sonrisa que iba y venía, reflejando el nerviosismo que aceptó antes de empezar la entrevista, pues era la primera vez que asistía a un certamen así. No podía creer que estaba con otros deportistas de talla mundial que, como ella, asumen sacrificios para lograr sus objetivos y representar al país en otros lugares del mundo.

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Barrera, con 17 años, ya ha representado a Colombia en Canadá, Inglaterra, Perú y Brasil. A la mayoría de competencias la han acompañado sus padres, quienes le inculcaron desde pequeña el gusto por el deporte y la posibilidad de realizarse en esos minutos en los que el cuerpo se exige para anhelar una victoria y la mente se abstrae de las obligaciones y rutinas más convencionales que nos absorben sin que seamos capaces de notarlo. Barrera tiene presente que su mamá practicó voleibol en la universidad y su papá, atletismo y baloncesto. De ellos heredó la disciplina, los hábitos de levantarse a las 4:00 a.m. y no excederse en las comidas para que el cuerpo funcione de forma óptima.

La mamá de esta nadadora paralímpica, que se acabó de graduar del colegio, contó que “fue la mejor bachiller de su promoción con placa de mármol y todo. María Paula siempre fue de principio a fin responsable con la natación y con el estudio. Siempre ocupaba los tres primeros puestos. A mí me tocaba decirle: ya no más, María Paula, ya no hagas más tareas. Ella nunca pidió permisos. Es de admirar su organización y su empeño en sacar las cosas adelante”.

En temporada escolar, Barrera entrena a las 4:30 a.m. Luego de asistir a clases, vuelve a la piscina de 4:30 p.m. a 7:30 p.m. Así forja el carácter que saca a flote cuando las personas subestiman sus capacidades, cuando los prejuicios, que lastiman y se desvían de la realidad, se asoman para preguntarle si es capaz de nadar en una piscina de cincuenta metros, donde ya se mueve con facilidad y ha ganado varias medallas para su tierra, el Valle del Cauca, y para el país, cuando la situación lo ha demandado fuera de nuestras fronteras.

“Yo he encontrado en el agua un espacio donde me puedo desarrollar de una forma más libre. En la tierra tengo muchas limitaciones: no puedo correr, no puedo saltar, no puedo tener ningún contacto fuerte porque me afecta mi salud. Por el contrario, en el agua todas esas barreras se rompen y puedo hacer las mismas cosas que hacen las demás personas. Incluso, en ciertas ocasiones, he logrado hacer más que otros. En el agua encuentro un lugar donde puedo sacar la mejor versión de mí”, concluye María Paula Barrera, quien con su conexión con el agua me hizo pensar en su bondad, en la frescura de un alma que se conecta con un elemento esencial de la naturaleza, de una sustancia mística que fue declamada por poetas como Octavio Paz, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral o García Lorca, quien decía:
“La muchacha dorada / se bañaba
en el agua / y el agua se doraba”.

Por Andrés Osorio Guillot

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