
Octavio Muñoz, figura de Cafeteros de Armenia.
Foto: DPB
La noche se había hecho demasiado larga. Octavio Muñoz, sentado frente a ella en el sillón de la sala de la casa, miraba los ojos preocupados de su mamá, que no entendía por qué Sebastián, su otro hijo, se demoraba tanto para llegar a casa. Se acercaba la medianoche y era un día de 2010. Entonces tendría nueve años cuando el repiqueteo en la puerta de metal rompió la incertidumbre por el hijo ausente. Al otro lado del marco estaba el mejor amigo, que soltó una frase que heló por completo el cuarto: “Doña Carmen, a Sebastián lo arrolló un...
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
