Tiffany Murillo: la promesa colombiana que emerge del agua
Con cinco medallas de oro y dos de plata, la nadadora es de las atletas más destacadas de la delegación nacional en los Juegos Bolivarianas de la Juventud, que terminarán este domingo.
Fernando Camilo Garzón
El mundo de Tiffany Murillo cambió repentinamente a los cinco años. Hasta entonces, en Arabia Saudita, el país en el que vivió hasta que tuvo 11 años, soñaba con ser una bailarina de ballet. Disfrutaba danzando y dando brincos en el aire, estirando su cuerpo y haciendo bellas figuras con sus brazos, que extendía, al compás de la música, hacia el cielo con suma delicadeza y elegancia. Todavía recuerda esos días y, al pensarlos, una sonrisa le decora el rostro.
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El mundo de Tiffany Murillo cambió repentinamente a los cinco años. Hasta entonces, en Arabia Saudita, el país en el que vivió hasta que tuvo 11 años, soñaba con ser una bailarina de ballet. Disfrutaba danzando y dando brincos en el aire, estirando su cuerpo y haciendo bellas figuras con sus brazos, que extendía, al compás de la música, hacia el cielo con suma delicadeza y elegancia. Todavía recuerda esos días y, al pensarlos, una sonrisa le decora el rostro.
Tenía un problema en aquellos días, y eran sus talones, pues eran bastante cortos y eso la obligaba, desde que aprendió a dar sus primeros pasos, a caminar en puntas de pie. Nunca apoyó planos sus párvulos pies contra el suelo. No era normal, por supuesto, y el médico les dijo a sus papás que era necesario operarla de los dos talones de Aquiles. De otra manera, la niña, más pronto que tarde, terminaría torciendo sus pies para dar los mismos pasos que daban el resto de los mortales.
Así se frustró el sueño del ballet y nació, rápido e intenso, como la brasa que empieza a avivar el fuego, el anhelo de la nadadora. Tras la operación, los cirujanos le explicaron que nunca podría volver a dar saltos y apoyar el pie en cualquier deporte que la obligara a apoyarse contra el frío pavimento, la dureza de la tierra firme. Y la prohibición la llevó a dar su primer salto al agua, la nueva ilusión de una atleta que pronto se convertiría en promesa.
Hoy, cerca de cumplir los 17 años, la deportista es la gran promesa de la natación colombiana. Lo confirmó en los Juegos Bolivarianos de la Juventud, que se realizan en Sucre, Bolivia, y en los que sumó un total de siete medallas, cinco de oro y dos de plata. Ya venía participar en varios mundiales de su categoría y también de ser medallista en competencias élite, como los Juegos Nacionales y los Juegos Centroamericanos, la competencia más importante en la que se ha subido al podio y que la puso en los primeros planos de las grandes promesas del deporte nacional. “Fue la primera vez que entré en una selección de Colombia de categoría mayores y fue un torneo en el que pude mostrarme a nivel internacional”, le dijo la nadadora a este diario.
De Arabia a Colombia: el choque de dos mundos
Tiffany Murillo creció y vivió toda su niñez en Arabia porque su papá, caleño e ingeniero de petróleos, se mudó por trabajo a Oriente Medio, muy lejos de la añorada Colombia. Aunque en su casa su mamá le hablaba en español, tratando de no perder las raíces de su natal Venezuela, la futura nadadora se crió realmente hablando en inglés. Y recuerda, precisamente, que lo más duro de llegar a Colombia fue tratar de entender los diferentes acentos que se encontró en la tierra de sus ancestros.
Se sentía ajena al idioma y lejana a la gente. No comprender lo que decía el resto la llevó a no entender el cambio repentino al que sus padres la habían sometido. Y aunque le dijeron que era momentáneo, para disminuir la confusión, con el tiempo Murillo entendió que debía adaptarse a su nuevo entorno. Lo hizo en el agua, el mundo en el que se sentía verdaderamente cómoda y en el que se olvidaba de todo lo que sucedía afuera. Fue en las piscinas de Antioquia, donde rápidamente la catalogaron como una nadadora prodigio que pulverizaba a todas sus competidoras, donde ella empezó a ver un futuro ligado a la natación.
“Fue al llegar a Colombia cuando mi entrenamiento se volvió más serio. Acá empecé a entrenar de forma más exigente, a trabajar en doble jornada y a competir internacionalmente”, dentro del agua trascendía, pero afuera era un bicho raro. Llegar a su nueva tierra, su verdadero hogar, fue un choque. Arabia era otro mundo, otra cultura y otra forma de ver la vida. Lejana de las costumbres en las que había crecido, el nuevo terruño no se sentía propio. Nunca se alejaba de sus compañeras, pero prefería guardar silencio. Le daban miedo las burlas ante una palabra mal pronunciada, temía tropezar con el idioma como cuando no caminaba como el resto en sus primeros años de infancia. Realmente, hablaba en el agua, donde se volvió una estrella.
“Eso no cambió hasta la pandemia. Fue en la cuarentena cuando finalmente pude estudiar más en profundidad el español y, a partir de ahí, cambió todo”, cuenta la nadadora. Fue tras la pandemia que su nombre empezó a sonar con más fuerza, cuando llegaron las primeras convocatorias a la selección, las medallas, los podios y la proyección a la grandeza de una atleta brillante de un futuro emocionante.
Brillante en Bolivarianos
Cuando repasa sus triunfos, siempre hace una pausa. No se acuerda de todas sus medallas, son tantas competencias que se le olvidan. Aunque esta misma semana acabó sus competencias en los Bolivarianos de la Juventud, ya no recuerda en que pruebas hizo oro. Pide un momento, busca rápido en el celular sus resultados y los enuncia: “Oro en 200, 400 y 800 metros libres, también en 400 combinadas y uno más en relevo 4x100 libre mixto. Además, hice plata en 100 metros libres y relevo 4x100 metros”.
Casi no llega a Sucre, la sede boliviana de las justas. Una operación de última hora, en sus amígdalas, casi la deja por fuera de la competencia. Antes de viajar a la competencia juvenil, Murillo solo llevaba tres semanas de entrenamiento. Sin embargo, en el agua volaba entre las olas. Sus números, en su regreso, fueron tan buenos que los entrenadores dieron el visto bueno para llegar a Bolivia.
Mira el futuro con ambición. Al hablar de un sueño, dice que es realista, que no cree que llegue a París 2024. Piensa que ya es muy tarde y que todavía está muy joven. Pero advierte que siente que estará en Los Ángeles 2028. Hacia allá apunta y para eso se prepara. “Pienso que el gran sueño de todo atleta es estar en unos Olímpicos. Ese es mi sueño y creo que tengo lo que hace falta para llegar. Espero que muy pronto todos sepan de mí y alcanzar el lugar al que siempre he aspirado”.
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