Stephen Curry y los Warriors cambiaron el baloncesto

Intensidad defensiva, transiciones rápidas y ataque desde el perímetro son las claves del equipo de Golden State, que ha jugado seis finales de la NBA en ocho años.

12 de junio de 2022 - 12:40 a. m.
Stephen Curry es el máximo anotador de cestas de tres puntos en la historia de la NBA. Superó ya las 3.670.
Stephen Curry es el máximo anotador de cestas de tres puntos en la historia de la NBA. Superó ya las 3.670.
Foto: Agencia AFP

La mayoría de los grandes deportistas que se convirtieron en leyendas lo hicieron gracias a sus triunfos, los trofeos que conquistaron y las marcas que impusieron durante su carrera.

Pero hay unos que hicieron mucho más. Dejaron su huella y cambiaron el juego. Ocurrió, por ejemplo, con Johan Cruyff y la selección holandesa de los años 70, en la que él era el abanderado del fútbol total. Sin jugar, también lo ha hecho Pep Guardiola desde el banquillo, con equipos dinámicos y vistosos, que casi siempre juegan bien y bonito, y que muchas veces ganan.

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Pero nada similar a lo que han conseguido Stephen Curry y los Warriors de Golden State, quienes en la última década cambiaron la forma de jugar baloncesto en la NBA, la liga más importante del mundo.

Desde mediados del siglo pasado, el deporte de la pelota naranja y sus tácticas y estrategias privilegiaban a los jugadores altos de buena contextura física. Era en el área, en la “tierra de gigantes”, en donde se definían los partidos.

Por eso, en los colegios de secundaria, en donde era mucho más marcada la diferencia de estatura entre algunos basquetbolistas, se comenzó a utilizar como prueba una línea lejana desde la cual las canastas valían tres puntos, que buscaba contrarrestar las defensas que se plantaban debajo de los aros.

Esa regla se implementó en la NBA en 1979, desde cuando los lanzamientos de 6,70 metros de distancia tenían mayor valor. A partir de entonces, varios equipos intentaron aprovecharlos. Nuggets, Warriors y Suns lo hicieron. Utilizaron los triples como recursos y hasta los volvieron la base de sus ofensivas, pero no los complementaron con la otra gran fase del juego, la defensiva.

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Y eso fue lo que hicieron en el último tiempo los Warriors de Golden State, de la mano del técnico Steve Kerr, multicampeón de la NBA en los años 90 como jugador, con los Bulls de Chicago y los Spurs de San Antonio, quien llegó al equipo de Oakland y potencializó a dos jugadores que fueron la piedra angular de su proyecto: Stephen Curry y Klay Thompson.

Eran jugadores hábiles y rápidos, no tan altos, sobre todo Curry, de 1,88 metros de estatura. Los convirtió en asesinos desde el perímetro, mecanizó una ofensiva que les permitiera aprovechar su efectividad en media y larga distancia, y además innovó la defensa, con presión, intensidad y velocidad. Jugadores de menor talla, pero mayor facilidad de desplazamiento, movimiento del balón y correcta elección de tiros.

Llegaron a cinco finales seguidas de la NBA, entre 20015 y 2019, con tres títulos ganados y la famosa “Alineación de la Muerte”, conformada por Curry, Thompson, Andre Iguodala, Draymond Green y Harrison Barnes, reemplazado luego por Kevin Durant.

Fundaron una nueva era NBA, porque todos los equipos comenzaron a trabajar en sus lanzamientos de distancia, más difíciles de defender y más productivos. Hoy, el 80 % de los planteles tienen especialistas en tiros de tres puntos y disminuyeron en un 35 % sus acciones de ataque utilizando a los pivotes de poder bajo los aros.

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Ese fenómeno de los Warriors necesitaba una figura que lo representara, como Magic Johnson a los Lakers de los 80 o Michael Jordan a los Bulls de los 90. Y ese fue Curry, un jugador habilidoso como ninguno, inteligente y carismático, quien desde antes de nacer ya tenía su destino marcado.

Creció en estadios y coliseos, rodeado de pelotas, porque su papá, Dell Curry, fue jugador de la NBA entre 1986 y 2001, también su hermano mayor Seth, ahora en los Nets de Brooklyn. Pasó su infancia de ciudad en ciudad porque su padre, que antes había jugado en Utah y Cleveland, estuvo en Charlotte, Milwaukee y Toronto.

Cuando se retiró, Steph era un adolescente y soñaba con ser jugador profesional. Jugó tres años con el Davidson College e impuso todos los récords posibles hasta que en 2009 los Warriors de Golden State lo contrataron.

“Con un balón en las manos, puede hacer lo que quiera, tiene un enorme corazón y ama el juego. Antes de conocerlo sabía lo que podía hacer y apenas comenzamos a trabajar juntos le dije que íbamos a cambiar el juego, como en efecto ocurrió”, recordó esta semana el técnico Steve Kerr en la previa del cuarto juego de la final de la NBA, que disputan los Warriors ante los Celtics de Boston, liderados por Jayson Tatum, Jalen Brown y Marcus Smart.

Después de 13 temporadas en la liga de baloncesto más importante del mundo, sus estadísticas son impresionantes. Seis finales, tres títulos hasta ahora. Dos veces Jugador Más Valioso y otras dos máximo anotador de la temporada. Es el mejor triplero de la historia. Hasta el viernes había logrado 3.565 canastas de larga distancia, varias de ellas para cerrar y ganar partidos.

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“Cuando llegué a la liga, en 1996, si lanzaba un triple, el entrenador me sacaba del partido. La orden era jugar con los postes, pero ahora la importancia del triple es mayor gracias al número 30 de Golden State”, admitió Ray Allen, quien hasta diciembre pasado era el máximo anotador de tres puntos de la historia.

El alemán Dirk Nowitzki, leyenda de la NBA, aseguró que “no es solamente lo que lanza, sino la intensidad con la que juega, no se cansa nunca. Eso parece un dato menor, pero es un jugador que lleva el peso del partido todo el tiempo. Y en la cancha es imposible de anticipar, porque si bien su fuerte es el lanzamiento, maneja perfectamente los dos perfiles y penetra con facilidad gracias a que es supremamente veloz”.

Curry y los Warriors tienen una misión complicada ante los Celtics, a los que enfrentan este lunes en el quinto juego de la final, pero tras dos temporadas para el olvido en las que afrontaron muchas lesiones y cambios en la organización, demostraron que están de vuelta y tienen con qué alargar su dinastía, que jamás se olvidará porque cambió la forma de jugar baloncesto.

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