Tokio 2021, la tercera será la vencida

La capital japonesa ha sido elegida en tres oportunidades para alojar los Juegos Olímpicos, pero solamente los ha realizado en una oportunidad, en 1964. Ahora tendrá que esperar un año más para cumplir ese sueño tan anhelado.

Stevens Ruiz Pérez *
27 de marzo de 2020 - 11:43 p. m.
AFP
AFP

El aplazamiento de los XXXII Juegos Olímpicos programados para Tokio en el presente año son un hecho sin precedentes en la historia del deporte.  Desde la celebración de la primera versión de los JJ.OO de la modernidad, ocurrida en 1896 en Atenas, los Juegos se han llevado a cabo cada cuatro años, como fue considerado desde un principio, tomándose como referencia los Olímpicos de la antigüedad.  En estos 124 años de historia solo los Juegos Olímpicos han sido cancelados en tres oportunidades, en el año 1916, debido a la Primera Guerra Mundial y posteriormente en 1940 y en 1944 por la Segunda.

Berlín 1916, los primeros Juegos cancelados

Los V Juegos Olímpicos se celebraron en 1912 en  Estocolmo con la participación de 2.407 deportistas (48 mujeres y 2.359 hombres) representantes de 28 países. Esta fue la primera vez que hubo atletas de los cinco continentes tomando parte en el evento. Los siguientes Juegos, los numero VI debieron celebrarse en Berlín, pero fueron cancelados debido a que en 1914 se desató la Primera Guerra Mundial.  En ese momento, en lugar de la fiesta deportiva, el mundo se sumió en el conflicto bélico más lamentable que hubiese conocido la humanidad hasta entonces y que le costó la vida a más de diez millones de personas. 

Como causas principales del conflicto se consideran las de carácter político, económico e histórico, entre las que se destacan las aspiraciones imperialistas del Imperio Alemán, los deseos de fortalecimiento de Francia, los intereses expansionistas de la economía inglesa y la confrontación de las grandes potencias político-militares del momento, el Imperio Ruso, el Imperio Austro-húngaro y el Imperio Otomano.  La guerra se prolongó durante cinco años y finalizó en el año 1918 con la victoria de los aliados, liderados por Francia y el Imperio Británico consolidándose posteriormente un nuevo orden mundial.

En el escenario olímpico y manteniendo el cronograma cuatrienal, pese a muchas dificultades y grandes dudas, los países se dieron cita nuevamente para la celebración de los VII Juegos Olímpicos en  Amberes en Bélgica en 1920. Participaron en esa oportunidad 2.626 atletas (65 mujeres y 2.561 hombres), representantes de 29 países en 23 disciplinas deportivas y asistieron, por primera vez, deportistas de Argentina, Brasil, Mónaco, Checoslovaquia y Yugoslavia.  Al evento no fueron invitadas ni Alemania, ni Bulgaria. Tampoco fueron incluidos Austria y Hungría (integrantes del antiguo Imperio Austro-húngaro) ni Turquía (cabeza del Imperio Otomano). Rusia fue igualmente excluida debido al bloqueo político y económico al que fue sometida, luego de la Revolución Bolchevique, aunque, de todas maneras, el país se encontraba en medio de una cruenta guerra civil que le impedía pensar siquiera en participar. 

En estos Juegos hizo su aparición, por primera vez, la bandera olímpica conformada por cinco anillos de diferentes colores y entrelazados, que representan la unión fraternal de los cinco continentes.  También fue en esa ocasión que se instauró el juramento olímpico que es leído en cada evento por un deportista en representación de todos los participantes. 

En el escenario competitivo brillaron los deportistas finlandeses, conocidos como los Flying Finns, quienes se alzaron con gran parte de las medallas del atletismo en las de pruebas fondo y medio fondo.  Sus logros deportivos fueron exaltados al interior de su país como la materialización de la nueva nación finlandesa, puesto que, debido a su reciente independencia de Rusia (1917), el país había soportado una dolorosa guerra civil.  La principal figura de la delegación fue Paavo Nurmi, quien en su debut olímpico logró tres medallas de oro y una de plata. Con logros posteriores, Nurmi se convirtió en el primer deportista en lograr nueve oros en los Juegos Olímpicos (obtuvo cinco oros y una plata en los Juegos de 1924 y un oro y dos platas en 1928).

 

Tokio 1940, los segundos juegos cancelados

 

Los Juegos se siguieron realizando cada cuatro años y en 1936 el turno fue para Berlín.  En marco de los XI Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad alemana, se observó la manipulación del evento para los intereses del estado alemán y particularmente de Hitler, quien había sido elegido en 1933 como la cabeza del gobierno.  En ese entonces, el aparato propagandístico del Führer utilizó los Juegos y los logros de los deportistas alemanes para mostrar al mundo los beneficios del nazismo y la superioridad de la raza aria. Al final del evento, Alemania ocupó el primer lugar en el cuadro de medallas y su éxito solo fue opacado por la magnífica actuación de Jesse Owens, el atleta afroamericano que logró cuatro medallas de oro en las pruebas de atletismo (100 m, 200 m, 4x100 m y salto largo), convirtiéndose en la figura más destacada de las competencias. 

La siguiente cita orbital estaba programada para Tokio, cuatro años después, pero esta no se concretó, debido nuevamente a la confrontación bélica entre naciones.  El primero de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia, ya para entonces había anexado Austria (1938) y ocupado Checoslovaquia (1939), dando inicio así a la Segunda Guerra Mundial, conflicto que involucró a los países combatientes de manera directa y a toda la humanidad de manera extensiva. En términos generales hubo una confrontación entre Italia, Alemania y Japón contra las tropas aliadas lideradas por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética. El saldo del conflicto fue de sesenta millones de muertes en los casi siete años de duración (1939-1945) y una Europa semidestruida.  La guerra que finalizó con la victoria de los Aliados tuvo como colofón la detonación de las bombas atómicas sobre el territorio japonés. 

 

Los XIV Juegos Olímpicos en Londres 1948

 

Luego del conflicto se sobrevino el cuestionamiento sobre la viabilidad y la necesidad de realizar unos Juegos Olímpicos, teniendo en cuenta la crueldad de los hechos ocurridos durante la guerra.  Se consideró seriamente la conveniencia de invertir recursos económicos en el evento deportivo ante tantas necesidades en otros campos. Sin embargo, primó el concepto del olimpismo y se determinó que precisamente los Juegos debían realizarse como forma de enviar un mensaje de fraternidad luego de la confrontación armada. 

Fue así como los Juegos se realizaron en Londres, en medio de una fuerte crisis económica y con una gran austeridad, pues gran parte de la ciudad había quedado destruida por los bombardeos alemanes. Los deportistas participantes se alojaron en bases militares, escuelas y albergues.  Muchos equipos llevaron incluso sus propias provisiones de alimento para complementar la ofrecida por la organización. En esa oportunidad participaron 4104 atletas (390 mujeres y 3714 hombres) representantes de 59 países. Al evento no fueron invitados Alemania y Japón como sanción por su participación en la guerra.  Una de las figuras más importantes fue la holandesa Fanny Blankers-Koen, primera mujer en lograr cuatro medallas de oro en unos Juegos Olímpicos, quien doce años después de su primera participación en Berlín, rompiendo paradigmas para la época, ya con 30 años y madre de dos hijos, se impuso en 100 m, 200 m, 80 vallas y 4x100 m.  

Sus logros hicieron que Blankers-Koen fuera nombrada en 1999, por la Federación internacional de Atletismo Amateur (IAAF), como la mejor atleta del siglo XX, junto con Carl Lewis.  Pero en este marco de historias, tal vez la que mejor ilustra el espíritu de resiliencia en el mundo del deporte en el contexto de la posguerra, es la de Karoly Takacs, un sargento del ejército, quien en 1936 era el mejor tirador de su natal Hungría. En ese año sus aspiraciones olímpicas de participar en Berlín se vieron frustradas por una norma de su país, que fue derogada posteriormente, que les prohibía a los suboficiales la elección para un equipo nacional. 

 Dos años más tarde, le llegó la compensación cuando se coronó campeón mundial de tiro con pistola rápida. Para su infortunio, en ese mismo año, durante unos ejercicios de entrenamiento militar, una granada defectuosa le explotó y perdió su mano derecha (con la que disparaba).  Después del accidente, sobrevino una dura etapa de depresión, pero Károly, con nuevas aspiraciones, poco a poco fue superando su situación. En secreto y con gran tenacidad, aprendió a disparar con la mano izquierda volviendo a soñar con asistir a unos Juegos Olímpicos. Pero en esta ocasión tampoco se cumplió su deseo debido a la Guerra, la cual se prolongó y los Juegos de 1940 y los de 1944 no se realizaron.  Fue así que las esperanzas empezaron a esfumarse para el ambicioso tirador. Sin embargo, con una voluntad de hierro mantuvo su fe en alto y continuó su preparación logrando clasificarse a los Juegos de Londres 1948 en los que, en contra de toda opción y ante la incredulidad de sus rivales, venció a la adversidad y a sus oponentes obteniendo la medalla de oro y de paso un récord mundial, regresando a su país convertido en héroe nacional.

Los Juegos Olímpicos de Londres se recuerdan entonces como los primeros de la posguerra y si se quiere, los primeros en el marco de la denominada Guerra Fría.  Como se anotó, pese a la numeración, no fueron la versión número catorce, sino la versión número once, pues el orden secuencial se mantuvo como estaba considerado Colombia participó en el evento con un equipo conformado por seis deportistas, dos luchadores, dos atletas y dos nadadores. Esta fue la tercera participación nacional en Juegos Olímpicos, ya que anteriormente se había hecho presencia en Los Ángeles 1932 y Berlín 1936.

Estos Juegos se constituyeron en un acontecimiento muy importante para el desarrollo deportivo de la humanidad.  Luego de los horrores de la guerra, la confrontación deportiva amistosa hizo que el movimiento olímpico fortaleciera su espíritu humanista, base de su filosofía.  El resurgimiento del olimpismo y la consolidación de la idea de la posibilidad de la coexistencia pacífica entre los países dieron al deporte un importante reconocimiento como herramienta de paz y de fraternidad a nivel mundial.

Es importante mencionar también, que los Juegos de Londres tienen un alto valor simbólico para el movimiento paralímpico internacional, toda vez que, coincidiendo con la celebración de los Juegos Olímpicos, se celebraron simultáneamente los Primeros Juegos Deportivos de Stoke Mandeville, en el hospital del mismo nombre, ubicado cerca de Londres.  Este evento se considera como el hito fundacional de lo que posteriormente serían los Juegos Paralímpicos.  

Estas justas se desarrollaron anualmente en dicha institución y fueron evolucionando hasta que en el año 1960 se realizaron en Roma, en las mismas instalaciones que habían sido usadas para alojar los Juegos Olímpicos, esquema que fue estandarizado posteriormente como modelo para la celebración de los Juegos Paralímpicos.

El aplazamiento de los XXXII Juegos Olímpicos y los XVI Juegos Paralímpicos  2020 de Tokio, hecho que entristece hoy a miles de atletas y seguidores del deporte, se constituye en una prueba muy grande para la comunidad deportiva y para el mundo en general, pero servirá, sin duda, para fortalecer el carácter humanista del deporte en un mundo sumido en una gran crisis, como ocurrió anteriormente luego de las guerras.  A futuro esta historia será parte del anecdotario del movimiento deportivo internacional y a los valores de excelencia, amistad y respeto del movimiento olímpico y a los de coraje, inspiración, determinación e igualdad del movimiento paralímpico se sumarán los de la solidaridad y la esperanza. 

*Especial para El Espectador

 

Por Stevens Ruiz Pérez *

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar