Tras el Mundial de Atletismo, Colombia ya piensa en Tokio 2020

Doha, se podría decir, vivió un Mundial de Atletismo alucinante y diferente. Distinto por la alta temperatura a las afueras del estadio, la cual tuvieron que padecer los marchistas, y el clima ameno en el interior, sin viento, perfecto para quienes piensan en el cronómetro y en medir distancias antes que en lo que supone dejar el alma y el corazón en una pista. Y sorprendente porque algunas marcas se rompieron y otras estuvieron cerca.

En el caso de Colombia, que finalizó en el puesto 24 de un certamen que terminó ayer con el rótulo de uno de los más deslucidos por la falta de público en las gradas, el resultado no pudo ser mejor, así el oro no haya aparecido en esta ocasión. Anthony Zambrano se consolidó al ser el primer corredor nacional en sumar una medalla en una prueba de velocidad, algo impensado hace algunos años. El guajiro, que es más bien barranquillero y que para sobrevivir trabajó en construcción y hasta manejando bicitaxi, demostró que cuando se trata de distancias cortas y de ir rápido, nuestro país también puede pelear con potencias como Estados Unidos y Jamaica, entre otras, con las que estar mano a mano en una final de este tipo era, literalmente, un sueño, una expectativa.

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Lo que comenzó el viernes pasado con la plata de Zambrano en los 400 metros planos terminó ayer con el cuarto puesto de Colombia en los 4x400 masculinos, prueba en la que no solo se bajó de los tres minutos (2:59.50), sino en la que se impuso récord nacional. Orgullo que se multiplica por cuatro, pues se superó una barrera que desde siempre fue lejana y, además, se garantizó el cupo a los Juegos Olímpicos de Tokio el próximo año.

Con Anthony estuvieron Jhon Alejandro Perlaza, de Cali; Diego Palomeque, nacido en Apartadó (Antioquia), y Jhon Alexander Solís, de La Virginia (Risaralda). En otras palabras, un equipo de rincones diferentes y costumbres diferentes unido por la alegría de correr. Y esa euforia y ese júbilo con el que los identificaron en la pista de calentamiento, así como en las zonas mixtas y en las exclusivas para los deportistas, sirvió en la competencia, en la que por pasajes pelearon con Bélgica la medalla de bronce.

En cuanto a las mujeres, Caterine Ibargüen, la infaltable a la hora de aportar a la medallería, sumó el sábado bronce en el salto triple y es la atleta nacional con más metales en la historia de los mundiales (cinco). La antioqueña, que hace dos meses fue operada por una fascitis plantar (por eso no estuvo en los Panamericanos de Lima), logró un registro de 14,73 metros, lejos de los 15,37 de la venezolana Yulimar Rojas, pero suficientes para dejar claro algo: así no esté a su máximo nivel, Caterine se sube al podio. Otra que tuvo una destacada actuación fue Sandra Arenas en los 20 km marcha, carrera en la que estuvo en el grupo de punta hasta faltando cinco kilómetros, cuando el ritmo de las chinas fue imposible de mantener. Buena presentación para la pereirana, que llegó a Doha con el título panamericano como respaldo y que se fue repitiendo lo hecho en Londres 2017.

Lea aquí: ¿por qué es tan importante la medalla de bronce de Caterine Ibargüen?

La fiesta del atletismo se despide, por ahora, con la jamaiquina Shelly-Ann Fraser-Pryce ratificando que es la mujer más rápida del planeta (ganó los 100 metros), el estadounidense Christian Coleman buscando el trono dejado por Usain Bolt, y el etíope Muktar Edris y el ugandés Joshua Cheptegei queriendo suplantar el vacío de Mo Farah. Y Colombia tuvo una gran participación en el evento, más allá de las medallas, por las marcas impuestas pensando ya en Tokio 2020 y en que hay potencial para seguir creciendo y figurando en el deporte base.

Doha, se podría decir, vivió un Mundial de Atletismo alucinante y diferente. Distinto por la alta temperatura a las afueras del estadio, la cual tuvieron que padecer los marchistas, y el clima ameno en el interior, sin viento, perfecto para quienes piensan en el cronómetro y en medir distancias antes que en lo que supone dejar el alma y el corazón en una pista. Y sorprendente porque algunas marcas se rompieron y otras estuvieron cerca.

En el caso de Colombia, que finalizó en el puesto 24 de un certamen que terminó ayer con el rótulo de uno de los más deslucidos por la falta de público en las gradas, el resultado no pudo ser mejor, así el oro no haya aparecido en esta ocasión. Anthony Zambrano se consolidó al ser el primer corredor nacional en sumar una medalla en una prueba de velocidad, algo impensado hace algunos años. El guajiro, que es más bien barranquillero y que para sobrevivir trabajó en construcción y hasta manejando bicitaxi, demostró que cuando se trata de distancias cortas y de ir rápido, nuestro país también puede pelear con potencias como Estados Unidos y Jamaica, entre otras, con las que estar mano a mano en una final de este tipo era, literalmente, un sueño, una expectativa.

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Lo que comenzó el viernes pasado con la plata de Zambrano en los 400 metros planos terminó ayer con el cuarto puesto de Colombia en los 4x400 masculinos, prueba en la que no solo se bajó de los tres minutos (2:59.50), sino en la que se impuso récord nacional. Orgullo que se multiplica por cuatro, pues se superó una barrera que desde siempre fue lejana y, además, se garantizó el cupo a los Juegos Olímpicos de Tokio el próximo año.

Con Anthony estuvieron Jhon Alejandro Perlaza, de Cali; Diego Palomeque, nacido en Apartadó (Antioquia), y Jhon Alexander Solís, de La Virginia (Risaralda). En otras palabras, un equipo de rincones diferentes y costumbres diferentes unido por la alegría de correr. Y esa euforia y ese júbilo con el que los identificaron en la pista de calentamiento, así como en las zonas mixtas y en las exclusivas para los deportistas, sirvió en la competencia, en la que por pasajes pelearon con Bélgica la medalla de bronce.

En cuanto a las mujeres, Caterine Ibargüen, la infaltable a la hora de aportar a la medallería, sumó el sábado bronce en el salto triple y es la atleta nacional con más metales en la historia de los mundiales (cinco). La antioqueña, que hace dos meses fue operada por una fascitis plantar (por eso no estuvo en los Panamericanos de Lima), logró un registro de 14,73 metros, lejos de los 15,37 de la venezolana Yulimar Rojas, pero suficientes para dejar claro algo: así no esté a su máximo nivel, Caterine se sube al podio. Otra que tuvo una destacada actuación fue Sandra Arenas en los 20 km marcha, carrera en la que estuvo en el grupo de punta hasta faltando cinco kilómetros, cuando el ritmo de las chinas fue imposible de mantener. Buena presentación para la pereirana, que llegó a Doha con el título panamericano como respaldo y que se fue repitiendo lo hecho en Londres 2017.

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La fiesta del atletismo se despide, por ahora, con la jamaiquina Shelly-Ann Fraser-Pryce ratificando que es la mujer más rápida del planeta (ganó los 100 metros), el estadounidense Christian Coleman buscando el trono dejado por Usain Bolt, y el etíope Muktar Edris y el ugandés Joshua Cheptegei queriendo suplantar el vacío de Mo Farah. Y Colombia tuvo una gran participación en el evento, más allá de las medallas, por las marcas impuestas pensando ya en Tokio 2020 y en que hay potencial para seguir creciendo y figurando en el deporte base.