Un cuento de hadas llamado Atléticos de Oakland

La novena dirigida por Bob Melvin, que comenzó la temporada como la más económica de las Grandes Ligas, logró un puesto en los “playoffs”. Hoy enfrenta a los poderosos Yanquis de Nueva York por el comodín de la Liga Americana.

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Jesús Miguel De La Hoz
03 de octubre de 2018 - 01:14 p. m.
Los Atléticos  fueron el tercer equipo con mayor número de cuadrangulares en la temporada (227). / AFP
Los Atléticos fueron el tercer equipo con mayor número de cuadrangulares en la temporada (227). / AFP
Foto: AFP - Victor Decolongon
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La gesta de los Atléticos de Oakland de llegar a la postemporada de Grandes Ligas con un equipo de bajo presupuesto no es nueva. Hace 16 años hicieron que los ojos del béisbol se abrieran y los observaran detenidamente: Billy Bean, gerente general del equipo, le apostó a la sabermetría. En otras palabras, el análisis objetivo y científico del juego, con base en las estadísticas. Así, con peloteros jóvenes, buenos lanzadores y veteranos en los últimos años de su carrera, crearon un equipo competitivo en 2002 que llegó al corazón de los fanáticos: ganó 103 partidos en la temporada y clasificó a la serie divisional, en la que cayó ante los Mellizos de Minnesota.

La temporada 2018 hizo revivir aquella gesta. Con una diferencia marcada: la falta de lanzadores abridores consistentes. No obstante, en ambas nóminas se destacó la base con peloteros jóvenes como piedra angular y de esa manera lograron hacer que una novena, que a comienzos de la campaña regular tenía un costo de US$66 millones (la más baja en las Grandes Ligas), llegara a postemporada, en la que hoy juega el partido por el comodín de la Liga Americana contra los Yanquis de Nueva York por un cupo en la Serie Divisional. Esta novena, que nuevamente abrió los ojos de todo el béisbol de las Grandes Ligas, es producto del draft, transacciones a bajo costo y la adquisición de jugadores veteranos que se encontraban en la agencia libre.

Matt Chapman y Matt Olson fueron los peloteros jóvenes que emergieron de las sucursales del equipo para brillar con luz propia. Ambos se combinaron para conectar 53 cuadrangulares, 75 dobles e impulsar 152 carreras en la temporada regular. A ellos se sumaron las transacciones recientes, como Khris Davis (llegó de los Cerveceros de Milwaukee en 2016), Marcus Semien (de los Medias Blancas de Chicago en 2014), Jed Lowrie (de los Astros de Houston en 2015) y Stephen Piscotty (de los Cardenales de San Luis en 2017). Todos ayudaron a potenciar la ofensiva. El más destacado fue Davis, quien terminó como el líder de la Liga en cuadrangulares (48).

También resonaron tres relevistas que se unieron a la nómina en el último año: Blake Treinen (llegó de los Nacionales en 2017), Jeurys Familia (de los Mets en 2018) y Fernando Rodney (adquirido de los Twins en 2018). Este trío se convirtió en parte fundamental del cuerpo de lanzadores para cerrar compromisos con Treinen como el más fuerte.

El cerrador selló la campaña con 38 salvamentos y una efectividad de .078, la más baja entre los pitchers, con 30 entradas o más. Por último, sobresalen los veteranos que se encontraban en la agencia libre: Brett Anderson, Trevor Cahill y Edwin Jackson, quienes arribaron para ayudar a una rotación de abridores que se ha visto mermada a lo largo del año por diferentes factores. De igual manera, se destaca el trabajo del mánager Bob Melvin. Él se comunica con los peloteros, es honesto con ellos y permite que se diviertan. Además, influyó para que creciera en ellos el sentido de la responsabilidad, de confianza y la creencia en su capacidad dentro del terreno de juego. Y, a falta de un abridor sólido, se decidió por un método poco convencional para afrontar los partidos: iniciar el juego con un relevista para sacar los primeros outs, seguido por un lanzador abridor que llegue a la séptima entrada y posteriormente cerrar con los hombres más fuertes de su bullpen. “Cuando los Atléticos tienen la ventaja son prácticamente invencibles, por el buen cuerpo de relevo que tienen. Este año solo perdieron un partido después de tener ventaja tras la séptima entrada”, destacó a El Espectador Manolo Hernández, analista de las transmisiones del equipo en español.

Nuevamente, el gerente general Billy Bean apostó por jugadores que tuvieran la capacidad de hacer las cosas pequeñas en un partido. No solo se concentró en hombres que tuvieran poder, sino en otros con la capacidad de conectar para cualquier parte del parque o embasarse en cualquier situación; además mejoraron en defensiva. De esta manera finalizaron la temporada como la quinta mejor ofensiva en conectar imparables con hombres en posición anotadora y dos outs, la cuarta mejor en slugging o como el tercer equipo que más recibió lanzamientos. Todas métricas fundamentales para el éxito de un equipo a lo largo de una temporada.

Los Atléticos se convirtieron en la mejor historia del béisbol en 2018. Después de tres temporadas perdedoras, en las que terminaron en el sótano de la división Oeste de la Liga nacional, regresaron a tierra prometida. La temporada no la empezaron de la mejor manera; hasta finales de junio se encontraban a 11 juegos de la punta. Desde entonces, el equipo renació de las cenizas, dio un giro de 180 grados y remontó con una marca de 61-26 para colarse a postemporada por primera vez en cuatro años. Ahora, su siguiente reto es dejar en el camino a los Yanquis, para mantener vivo el cuento de hadas que actualmente viven.

@J_Delahoz

jdelahoz@elespectador.com

Por Jesús Miguel De La Hoz

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