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Ximena Restrepo, la dama olímpica

Exactamente 29 años después de la medalla de bronce de la velocista antioqueña en los 400 metros, Anthony Zambrano disputará este jueves la final de esa prueba en Tokio 2020, desde las 7:00 a.m., por Caracol Sports.

Antonio Andraus Burgos
05 de agosto de 2021 - 02:31 a. m.
La antioqueña Ximena Restrepo conquistó la medalla de bronce en  lo 400 metros de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.  / El Espectador
La antioqueña Ximena Restrepo conquistó la medalla de bronce en lo 400 metros de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. / El Espectador

Hacía el calor de siempre. Estábamos en verano y nada distinto podía esperarse. El estadio Olímpico de Montjuic, de Barcelona, “estaba hasta las banderas”, como se dice en el argot taurino, esa tarde del 5 de agosto de 1992, y la delegación nacional tenía fe y plena confianza en una joven de apenas 23 años que, por sus registros, podía otorgarle a Colombia la primera medalla en la rama femenina a en unos Juegos Olímpicos.

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Sus marcas nacionales, bolivarianas, suramericanas, iberoamericanas y sus dos medallas de plata en los Juegos Panamericanos de Cuba en 1991, en los 200 y 400 metros lisos, permitían presagiar que una de las tres posiciones del podio podía estar ocupada por esta paisa de raca mandaca, que no se amilanaba ante ninguna de sus rivales y permanecía tan optimista como siempre al tomar su carril en las pistas.

Había dejado a un lado el juego con sus muñecas desde sus primeros días de infancia y se había enfocado en ser una disciplinada deportista. Primero, practicando equitación y luego, sin titubear ni pensarlo dos veces, se metió de lleno en el atletismo.

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Poco risueña con quienes no hacían parte de su grupo cercano, pero amable y gentil con los dirigentes, técnicos y periodistas, muy pronto se granjeó el respeto y la admiración de todos.

De triunfo en triunfo

Caminando por un sendero nada fácil, había ocupado la sexta casilla en el Campeonato Mundial de Atletismo de Tokio, en 1991, con 50,79 de registro para la distancia de los 400 metros. Sabía que sus piernas tenían con qué dar un poco más, a la hora de cumplir la cita de Barcelona, para lo cual se había preparado a conciencia, con mucha dedicación y deseos de ganar una presea.

Semifinalista en los Juegos de Seúl cuatro años antes, cuando llegó el momento de las rondas eliminatorias de la carrera se ajustó a su plan de clasificar para la final. Venía de conquistar varios triunfos importantes, pero sabía que su consagración sería en los Juegos Olímpicos. Conocía su talento, su capacidad y su decisión irrevocable de “hacer todo lo que esté a mi alcance, para darle una medalla a Colombia”.

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Aun cuando ya han transcurridos 29 años, nuestra memoria conserva esos menos de cincuenta segundos como una fotografía que fue tomada ayer.

La carrera de la gloria

Sobre la pista emergió una joven colombiana, con cara de estudiante universitaria primípara, con su pelo corto, meditando mucho y exhibiendo la fortaleza física que había esculpido a base de verdaderos sacrificios y mucha disciplina.

Antes de la carrera, nos había confesado que “uno tiene días malos, regulares y buenos; confío en que esta sea mi tarde buena’’, a pocas horas de salir a la pista con el grupo. Tenía absoluta certeza de que, para alcanzar una medalla, su registro tenía que estar por debajo de los cincuenta segundos y que en los últimos cien estaba la gloria.

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Nunca dejó de mirar de reojo a sus rivales, especialmente cuando la prueba acababa de superar los primeros 200 metros. Ella estaba de quinta en ese momento. Apretó el paso y sobre los 300 ya se adueñaba de la cuarta casilla. Cuando llegó el momento definitivo, aceleró y sobre los 75 metros finales dio el envión final, que rubricó a 25 metros de la raya.

Con zancadas técnicas y manejando muy bien su balanceo, compostura y braceo, Ximena sabía, por los consejos que le dieron sus entrenadores, que para ganar cualquier presea en unos Juegos Olímpicos tenía que dosificar sus fuerzas y mantener un ritmo a la altura de la exigente carrera, devorando paso a paso los metros que estaban por delante.

La francesa María-José Perec forzó la marcha y se adueñó del primer lugar, escoltada por la rusa Olga Bryzgina, quien sabía que un parpadeo podía costarle la medalla de plata y vigilaba con recelo la carrera de la colombiana.

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Ximena Restrepo aseguró el tercer lugar y se convirtió en la primera mujer colombiana en subirse al podio en unos Juegos Olímpicos.

La dama que abrió el camino

Sí, fue una medalla de broce, tan valiosa, luchada y sacrificada para quien la tenía en su pecho, que valía oro para ella, Colombia y el atletismo suramericano.

Fue Ximena la gran dama olímpica para el deporte colombiano, pues rompió la barrera de las preseas dominadas por los varones en Juegos Olímpicos, en manos de Helmuth Bellingrodt, con dos medallas de plata en tiro al jabalí, y el bronce de los boxeadores Alfonso Pérez, Clemente Rojas y Jorge Eliécer Julio. Su marca de 49,64 cambió la historia y abrió el camino, porque después fueron medallistas olímpicas María Isabel Urrutia, María Luisa Calle, Mabel Mosquera, Jackeline Rentería, Leidy Solís, Yuri Alvear, Caterine Ibargüen, Mariana Pajón, Ubaldina Valoyes e Ingrit Valencia.

Una lesión inesperada la obligó a dejar las pistas prematuramente, a pesar de que su carácter, disciplina y consagración le hubieran permitido darle a Colombia más triunfos internacionales. Pero así como fue la primera dama en ganar una medalla olímpica para nuestro país, también es ahora la primera dama que ocupa un puesto en la directiva de la Federación Internacional de Atletismo, desde donde tiene un mejor panorama para ayudar a su deporte.

Por Antonio Andraus Burgos

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