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Irán, la voz del pueblo y el fútbol como discurso

La selección árabe enfrenta hoy a Inglaterra en el primer partido del grupo B. La crisis social y política del país, y los partidos contra los ingleses y los estadounidenses marcarán un ambiente que trasciende al deporte y despierta en los jugadores una sed de victoria y revancha.

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Andrés Osorio Guillott
21 de noviembre de 2022 - 12:00 a. m.
Carlos Queiroz, técnico de Irán, dirige una sesión de entrenamiento previa a su primer partido en Catar contra Inglaterra.  / AFP
Carlos Queiroz, técnico de Irán, dirige una sesión de entrenamiento previa a su primer partido en Catar contra Inglaterra. / AFP
Foto: AFP - FADEL SENNA
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Mahsa Amini, una joven iraní de 22 años, fue arrestada en Teherán el martes 13 de septiembre (¿superstición?) por la Policía de la moral, una fuerza disciplinaria del Estado de Irán que existe desde el triunfo de la Revolución, en 1979, por no portar de manera correcta el hiyab, el velo que usan las mujeres para cubrir su cabello. Tres días después de ser detenida, murió en un hospital en la misma ciudad. La institución aseguró que sufrió un “repentino problema cardíaco”, pero hay testigos que afirman que la mujer fue golpeada en una furgoneta luego de haber sido capturada.

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El régimen islámico que derrocó a la dinastía Pahlavi en el 79 hizo obligatorio el uso del hiyab, pero fue en 83 cuando la norma se decretó. Desde entonces, año tras año, surgen protestas de movimientos antihiyab que provocan enfrentamientos y crisis sociales por un llamado apenas justo que busca replantear la relación del Estado con los derechos de las mujeres. “Las circunstancias que han conducido al sospechoso fallecimiento durante la detención de la joven de 22 años Mahsa Amini, como acusaciones de tortura y otros malos tratos, deben ser objeto de una investigación criminal”, dijo Amnistía Internacional.

Lo cierto es que desde la muerte de Amini no ha parado la tensión entre la sociedad civil y las fuerzas del Estado iraní. La ONG Iran Human Rights (IHR) publicó un informe según el cual hay 378 muertos por la represión en ese país. Una cifra que ha alarmado a la comunidad internacional y ha provocado que las protestas no cesen y provengan desde todos los lados, y el fútbol es uno de ellos.

Sardar Azmoun, conocido en su país el Messi iraní, de quien hubo rumores de que no sería convocado a Catar, ha sido uno de los jugadores más activos de la selección en expresar su rechazo a lo sucedido en su país. “Esto no podrá ser borrado de nuestra mente. Debería darles vergüenza. Han dejado un dolor en el corazón de la nación que la historia no olvidará jamás”, escribió en sus redes sociales.

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El defensa Ehsan Hajsafi, que juega en el AEK Atenas y es uno de los convocados por Carlos Queiroz para el Mundial de Catar, aseguró la semana pasada: “Debemos aceptar que la situación en nuestro país no es buena y que nuestro pueblo no está contento. Pero esto no es una razón para no ser la voz del pueblo y no respetarlo. Todo lo que tenemos se lo debemos a nuestro pueblo y estamos aquí para trabajar duro, combatir, tener un buen comportamiento en el terreno, marcar goles y consagrarnos al pueblo iraní”.

El fútbol como discurso

Lo entendimos hace varias décadas, incluso los mundiales han sido eventos propicios para ello. Lo fue para Mussolini con su “vencer o morir” en 1934, lo fue también para Diego Armando Maradona con sus goles a Inglaterra en el Mundial de México 1986 como una revancha por la Guerra de las Malvinas. Lo es ahora. Ya lo había dicho Albert Camus: “La selección de fútbol es la patria”, y los iraníes así lo demuestran con sus palabras y ahora lo quieren demostrar en la cancha.

No es solo la situación actual. Entre líneas puede leerse que los dirigidos por Queiroz quieren dejar en alto el nombre de su país frente a rivales que marcan también la influencia de la política en el fútbol. Jugar contra Inglaterra revive las tensiones entre ambas naciones por la migración. Cerca de 40.800 personas provenientes de Albania, Afganistán e Irán han cruzado el Canal de la Mancha en lo que va del año para llegar a suelo inglés. Una problemática en la que también está inmiscuida Francia, pues Reino Unido ha hecho acuerdos por más de 70 millones de euros para controlar el flujo de migrantes por el Canal.

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Esa misma voz del pueblo querrá gritar en el partido que juegue Irán contra Estados Unidos el 29 de noviembre, pues el encuentro entre ambas naciones evoca los múltiples conflictos entre ambas naciones desde la Revolución iraní de 1979, con un punto crítico hace poco menos de tres años con el asesinato del general iraní Qasem Soleimani por parte del gobierno de Donald Trump.

El partido de hoy contra Inglaterra podría tener un alto contenido político. No solo será la protesta de algunos jugadores de Irán que han hecho un llamado a no cantar el himno de su país para apoyar a los manifestantes, sino también por el lado de Inglaterra, pues Harry Kane, su capitán, manifestó semanas atrás que llevaría la cintilla arcoíris de capitán para apoyar a la comunidad LGBTI y rechazar la discriminación en su contra, un tema que también estuvo en boca de toda la comunidad internacional por las declaraciones del embajador del Mundial, que dijo en una entrevista que la homosexualidad era “una enfermedad mental”.

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