La histórica Croacia de Modric otra vez está en las semifinales del Mundial

Así celebraron los croatas su triunfo contra Brasil en los penaltis.

Foto: EFE - Rolex dela Pena

Ya es un equipo histórico. No porque antes no lo fuera, Croacia marcó un hito para su fútbol cuando se clasificó a la final del Mundial de Rusia 2018, sino porque si hay algo difícil de la grandeza es mantenerla.

Y los croatas eso es lo que han hecho en los últimos cuatro años, ser cada vez más grandes. Este viernes, la selección que lidera el icónico Luka Modric dio un verdadero golpe y se metió en las semifinales de Catar 2022 tras vencer a Brasil.

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No fue fácil, ¿cómo iba a serlo? Se enfrentaban a los grandes favoritos, los que en Medio Oriente habían bailado y se habían paseado con gracia. Brasil llegaba confiado y esa fue un arma de doble filo.

Sobre todo porque al frente estaban los croatas, actuales subcampeones del mundo. Eran un equipo difícil, que en la Liga de Naciones habían tenido un buen andar en los últimos años y llegaban a Catar con buenas expectativas.

Croacia se le cerró a Brasil, que tuvo muchísimas opciones para romper el cero, pero se encontró con la figura de un Dominik Livakovic increíble, que tapó, mínimo, ocho chances.

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Y aunque parecía que el gol en la prórroga de Neymar era lapidario, el tanto de los brasileños significó lo contrario. Los balcánicos renacieron.

Croacia, una nación de piel gruesa por los conflictos de las décadas pasadas, es un país fuerte, que no se rinde y se levanta en medio de las debacles. Hijos de la extinta Yugoslavia, los croatas son recios y fuertes ante la tormenta y por eso afrontan las prórrogas y los penaltis con hidalguía. No se rinden, siempre están de pie.

Entre Eurocopas y Mundiales, sus últimas ocho llaves, de nueve, Croacia las ha definido en el tiempo extra. Son una nación valiente que en el fútbol reflejan esa fortaleza, la mayoría de los futbolistas de la selección vivieron la guerra civil de los Balcanes.

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Ahora, Croacia se encamina a la final. Sueñan con una nueva definición, una posible venganza contra Francia, que avanza peligrosa en el otro lado del cuadro.

Ya Rusia fue un sueño, un idilio. Pero, ahora, Catar es la confirmación de su trabajo. Y la cabeza del equipo, el líder incuestionable, Luka Modric. Un baluarte en toda su dimensión.

Primero tendrán que vencer al ganador de la llave entre Países Bajos y Argentina. Pero, Croacia ya demostró que tiene con qué soñar, que tiene armas para luchar y que si da otro golpe no será obra de la casualidad.

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