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El fútbol de la selección francesa sigue sorprendiendo al mundo. Cuatro años atrás, en Rusia 2018, de la mano de una fresca y brillante generación, se llevaron el Mundial exactamente 20 años después de haberla ganado por primera vez en 1998. De la mano de Didier Deschamps, Francia volvió a posicionarse como una de las mejores selecciones nivel global y la actuación que ha tenido en la Copa Mundo 2022 lo ratifica.
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Venciendo a Australia, Dinamarca, Polonia, Inglaterra y Marruecos, Francia logró meterse en su segunda final consecutiva. Ganar en la final ante Argentina, no solo implicaría una tercera copa, sino que también pueden convertirse en el tercer país en ganar dos Copas del Mundo consecutivas y unirse a ese exclusivo club.
Las únicas dos selecciones que han logrado esta hazaña son Italia: como locales en 1934 y en Francia 1938; y Brasil en Suecia 1958 y Chile 1962. Además, Deschamps igualaría a Vittorio Pozzo, como el único entrenador bicampeón en la historia de los Mundiales.
Italia: vencer o morir
Los primeros de las selecciones en lograr el bicampeonato consecutivo fueron los Azzurri bajo el mando de Vittorio Pozzo. Después del éxito que tuvo la primera Copa del Mundo de Uruguay en 1930, la FIFA decidió hacer la segunda edición del Mundial, pero esta vez en Europa. El dictador Benito Mussolini, que gobernaba Italia al establecer un régimen fascista, aprovechó la oportunidad y usó el Campeonato Mundial de 1934 para promover el fascismo con propaganda y control mediático.
Participaron 16 equipos y se notó la ausencia de los uruguayos, enojados con los italianos por su ausencia en Montevideo cuatro años atrás. El único objetivo del gobierno era llevarse la copa para demostrar una supuesta superioridad italiana.
Incluso violó el reglamento al nacionalizar a Luis Felipe Monti y a Attilio Demaría, quienes habían jugado con la Argentina subcampeona en 1930. Italia quería adjudicarse el título a como diera lugar, por ello también concedió la nacionalización a los argentinos Enrique Guaita, Raimundo Orsi y al brasileño Anfilogino Guarisi, todos de descendencia italiana.
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Los dirigidos por Vittorio Pozzo se consagraron campeones, en medio de señalamientos de favoritismo por parte de sus contrincantes. España fue una de las selecciones que cargó contra la anfitriona, luego de terminar un partido en un segundo día, al finalizar con un empate 1-1. En ese partido se anularon dos tantos de manera fraudulenta. Incluso, el árbitro que dirigió la semifinal y la final fue criticado tras conocerse que en la previa de ambos encuentros se había reunido con Mussolini.
La noche antes de la final ante Checoslovaquia el propio Mussolini le dio una charla a los Azzurri. Instó: “Si los checos juegan limpio, jugaremos limpio. Eso es lo más importante, pero si quieren jugar sucio, los italianos tenemos que jugar más sucio”. El 10 de junio en Roma, ante 55 mil personas, los italianos lograron una victoria de 1-0.
En el estadio, Benito Mussolini se levantó y aplaudió a su Azzurri desde la grada. Después del partido, el periódico Il Popolo d’Italia de Mussolini describió el momento: “En nombre y en presencia del Duce, los Azzurri ganarán un nuevo título mundial”. Y así fue porque palabra de dictador nunca falla.
Cuatro años después, en 1938, Europa marchaba hacia su propio sufrimiento de la mano de la Guerra Civil Española, el gobierno de Adolf Hitler en Alemania y la continuidad de Mussolini en territorio italiano. Con intenciones de calmar el escenario con el fútbol, la FIFA le entregó a Francia la organización de la tercera Copa del Mundo, previendo que pasarían varios años hasta tener un nuevo Mundial.
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Italia, el vigente campeón, sufrió para superar por 2-1 a Noruega en suplementario y pasó gracias al goleador Silvio Piola. Finalmente, la victoria húngara por 6-0 ante Indias Oriental en octavos de final los llevó a dar el siguiente paso. En los cuartos de final, eliminó por 3-1 a Francia, un partido seguido por una multitud y el dilema de tantos italianos exiliados en París: alentar a su equipo y repudiar el saludo fascista de sus jugadores.
En semifinales, Italia dominó a Brasil y la venció 2-1, mientras que Hungría goleó 5-1 a Suecia. En la final, la capacidad italiana aprovechó debilidades defensivas y el 19 de junio de 1938 en París se llevó la victoria 4-2. Dos goles de Gino Colaussi y dos de Silvio Piola le dieron el triunfo al flamante bicampeón, conducido por Vittorio Pozzo.
Pasarían 44 años más para que Italia volviese a festejar un título mundial. Un año y tres meses después, la Segunda Guerra arrasaría con su locura mundial.
Brasil y el inicio de la potencia futbolística
El Mundial de Suecia 1958 trajo consigo el primer título de Brasil y el ascenso del rey Pelé. Era la segunda vez que un país europeo albergaba dos ediciones consecutivas del torneo y tras la victoria de Alemania Occidental en Suiza, las selecciones latinoamericanas estaban dispuestas a demostrar el nivel del fútbol de los países al otro lado del Pacífico.
Suecia 58 marcó una nueva era en el torneo, ya que fue la primera en recibir cobertura televisiva internacional. Personas de todos los rincones del mundo tuvieron la oportunidad de ver a las estrellas más brillantes del fútbol competir. La televisión internacional y la Copa del Mundo se combinaron para crear el escenario perfecto desde el cual se lanzó la carrera del mejor futbolista de todos los tiempos: Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé.
Aunque Pelé, que entonces tenía tan solo 17 años, no jugó los dos primeros partidos, pero lo compensó anotando seis goles en los cuatro restantes. Pelé anotó el gol de la victoria contra Gales en los cuartos de final. No fue hasta su triplete contra Francia en la semifinal que todo el mundo puso sus ojos sobre él. Con 17 años y 239 días, Pelé es el jugador más joven en haber marcado en un Mundial
En la final contra Suecia, el joven lo siguió con dos goles que ayudaron a su equipo a conseguir su primer título mundial frente a 50.000 aficionados en el estadio Rasunda de Estocolmo.
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Cuatro años después, en la Copa Mundo de Chile 1962, Brasil volvió a conocer la gloria derrotando a Checoslovaquia en la final para repetir como campeones de la Copa del Mundo. La Verdeamarella guiada por Garrincha, retuvo el título y se unió a Uruguay e Italia como los únicos bicampeones del mundo.
En un partido se conoció como la Batalla de Santiago, con dos italianos expulsados y la policía requirió restablecer el orden mientras los jugadores se turnaban para patear y golpear bultos entre sí. Brasil sustituyó a Pelé por Amarildo y aún tenía a Garrincha. El ‘Pajarito’ engañó a Inglaterra en los cuartos de final y luego anotó dos goles en la victoria de semifinales contra Chile antes de ser expulsado.
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En la final, Brasil se enfrentó a Checoslovaquia, que había llegado a esa etapa gracias en gran medida a las destacadas actuaciones de su portero Jilhelm Schroiff. Los errores garrafales de Schroiff en la final, los que ayudaron a Brasil a ganar 3-1. Vava anotó por segunda vez consecutiva en la final, con Zito y Amarildo también anotando para darle a Brasil su segundo trofeo consecutivo.
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