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10 años antes de que Croacia y Argentina se enfrantaran en la semifinal del Mundial de Catar 2022 este martes en Lusail, Lionel Messi y Luka Modric jugaron el que podría considerarse el inicio de su rivalidad. Fue un 29 de agosto de 2012. Modric ingresó al minuto 83 en un partido que le terminó dando el título a Real Madrid en el ocaso del Barcelona de Pep Guardiola, que para ese entonces ya le había dejado el equipo a Tito Vilanova.
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No era la primera vez que se encontraban estos dos jugadores. En 2006, Messi y Modric coincidieron en un amistoso que Argentina perdió 3-2 con Croacia. Ese día el genio croata debutó con su selección, mientras que la pulga anotó por primera vez con la albiceleste.
Eran los arreboles de dos aventajados del fútbol mundial, dos dominadores del juego que marcaron un antes y un después en sus equipos, y que en la Supercopa de España, seis después de ese primer encuentro, iniciaron una rivalidad que marcó el compás de la última década en el fútbol.
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Cuando Lionel Messi se encontró con Modric en España ya era, por supuesto, un hombre de dimensiones estratosféricas. Para 2012, el argentino ya había ganado tres balones de oro, tres Champions y cinco ligas. Era entonces el mejor jugador del mundo y su gran rival, el de toda su vida, era Cristiano Ronaldo, el líder del Madrid de Modric.
Lukita Modric, en cambio, en 2012 apenas aterrizaba en España. Había sido jugador brillante en su país y después la descosió en el Tottenham de Inglaterra, pero tenía sobre sí pocos focos que pronosticaran su estatus de leyenda de talla mundial. Era un crack, sin duda, ¿pero le daba para dominar el mundo? Para ese entonces, Luka Modric era un soldado en el medio campo del Real Madrid de CR7.
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Sin embargo, y lo diría años después Carlo Ancelotti, el genio croata demostró que era mucho más que un mediocampista. Era, en palabras del estratega italiano, “la verdad del fútbol”. Un jugador versátil, inteligente y con una lectura de juego diferente, aventajada. Un jugador hábil, como pocos, pero con sacrificio; un líder, un guerrero. “Luka es la verdad del fútbol. El jugador perfecto, que piensa bien y ejecuta bien. El hombre que saca lo mejor de sus compañeros. Tácticamente te da muchas alternativas y estratégicamente sabe tomar decisiones. Presiona cuando se debe hacer y baja el ritmo en el momento justo. Cuando tiene que entregar el balón, lo hace, y si es necesario aguantarlo, también”, las palabras de Ancelotti.
El “10″ croata fue un cisma en Real Madrid. Fue el eje y principal figura en el que se basaron los éxitos de los últimos 10 años en el cuadro blanco; cinco Ligas de Campeones, un logro para instalarse en lo más alto de la historia del club más glorioso de todos los tiempos. De esa talla ha sido su gesta, silenciosa, sin grandes reflectores, pero tremendamente revolucionaria.
La evolución de Modric en Madrid, la cúspide de su fútbol, estuvo marcada también por la involución de Barcelona, el equipo de Lionel Messi. El argentino nunca dejó ser un astro. Todo lo contrario, fue durante años, esos en los que el croata hizo brillar a los merengues con luz propia, el que mantuvo a los catalanes a flote. Y aunque Messi siempre fue el mejor del mundo, con el paso del tiempo el equipo de su vida, del que terminó saliendo en medio de un escándalo financiero e institucional mayúsculo, decreció sin hacerle siquiera sombra a los mejores años del Real Madrid del genio croata.
Mientras en el lado merengue Modric se volvió la piedra angular del engranaje, Messi fue el sostén de una estructura sin cimientos. La rivalidad de ambos se construyo en medio de escenarios dispares en los que los dos, a pesar de cada contexto, eran las grandes estrellas del fútbol mundial.
Los dos, en esa rivalidad que empezó en la Supercopa de 2012, han tenido una carrera casi pareja. Además de representar a los dos clubes más importantes de España y el mundo, Modric y Messi, en las últimas dos décadas, también lideraron sus selecciones nacionales.
El argentino llegó a la final del Mundial en 2014, en Brasil, y cayó frente a Alemania. El croata lideró a su equipo a la definición de la copa en 2018, pero perdió con Francia. Ahora, en Catar 2022, los dos se enfrentarán en la semifinal de la que ambos dijeron será su última Copa del Mundo.
El que pase a la final tendrá la oportunidad de redimirse ante la historia del fútbol, muchas veces tan injusta con aquellos que jamás lograron levantar la Copa del Mundo, el verdadero reclamo a las grandes leyendas.
Los números, en las batallas que han disputado los dos, se decantan por Luka Modric. Messi, por ejemplo, nunca le ha podido ganar a nivel de selecciones.
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En el apartado de clubes, el croata ha ganado 10 veces, contando, además de los partidos contra Barcelona, los encuentros contra PSG, mientras que el argentino ha triunfado en nueve oportunidades. Cinco partidos del Modric vs. Messi han terminado en empate.
Sin embargo, en la influencia directa de ambos jugadores en los duelos directos, Messi acumula 10 goles y cuatro asistencias, mientras que Modric suma dos tantos y tres asistencias. Y si se comparan los títulos acumulados por ambos en sus carreras, el capitán de la albiceleste acumula 41 campeonatos, dos de ellos con la selección, mientras que el capitán de los balcánicos tiene 23.
Messi tiene siete balones de oro, locura de registro. Y aunque Modric solo tiene uno, fue el jugador que rompió la hegemonía de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi en ese galardón. El único que lo había hecho antes fue el brasileño Kaká.
No obstante, aunque la estadística marca una tendencia, no dice mucho del fútbol de estos dos magos. El balompié, en realidad, les debe a los dos un Mundial. Es imposible olvidar la mirada clavada de Lionel Messi en el trofeo del Mundial, tras perder la final de 2014. O su desazón al recibir el trofeo de mejor jugador de la Copa del Mundo, un galardón que no quería, que el argentino no sentía que merecía. Lo mismo que le pasó a Modric en 2018, cuando los franceses se hicieron con la Copa.
No podemos decir que Modric, claro está, carga el mismo peso que Messi. Para los croatas el Mundial de 2018 fue un hecho histórico. Para los argentinos, bicampeones del mundo, la Copa es una obligación de toda leyenda y Messi tiene la presión de pelear con los mejores jugadores de la historia.
Pero no se puede negar la similitud de los relatos. La consagración que los dos tienen pendiente; Modric, de lograr el primer título para Croacia, para los Balcanes, para la antigua Yugoslavia, una nación extinta pero de verdadera tradición futbolera. Messi, de lograr la tercera, la que toda Argentina anhela.
Es una rivalidad silenciosa. No tan escandalosa como la del argentino y CR7, los grandes genios de nuestros tiempos. Sin embargo, su relevancia es casi equiparable. Messi y Modric se enfrentan en la semifinal del Mundial de Catar y el que gané tendrá la oportunidad de consagrar su relato, ese que empezó con dos jóvenes genios en 2006 y que se estableció como algo tangible en esa copa del 2012, 10 años atrás, antes del Mundial que podría redimirlos a los dos.
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