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Natalia Linares: presente y futuro del atletismo colombiano

La atleta cesarense tiene el talento y la personalidad para convertirse en figura mundial. París 2024 y Los Ángeles 2028 son sus grandes objetivos.

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Mayra Robles
17 de diciembre de 2023 - 12:00 a. m.
La atleta cesarense Natalia Linares.   / Nelson Sierra G.
La atleta cesarense Natalia Linares. / Nelson Sierra G.
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“De niña tenía sueños que se transformaron en metas y objetivos, ahora los estoy haciendo realidad”, dice Natalia mientras esboza una amplia sonrisa que aparece cuando habla del atletismo, y se mantiene aun cuando recuerda los momentos más difíciles que ha atravesado en el deporte. Hoy es consciente de que esas pruebas la han convertido en una atleta madura y dedicada que se alista para representar a Colombia en los Juegos Olímpicos de París de 2024, en la prueba del salto largo femenino.

Natalia Linares nació el 3 de enero de 2003 en Valledupar, donde recuerda haber tenido una infancia sumamente feliz: “A mí me dejaban siempre en la casa de mi abuela, y con mis primos jugábamos de todo: bicicleta, monopatín, patines y patineta, pero no me cansaba. En ese entonces tenía un ‘pelazo’ largo y mi mamá creía que tenía todo para ser modelo, pero no, Dios tenía otros planes”. Y así fue, el curso de su vida cambió a los 11 años, cuando su profesor de educación física tuvo una idea.

“En ese momento todos hablaban de Caterine Ibargüen, porque estaba a punto de ser campeona mundial en Beijing, eso prendió las alarmas de toda Colombia, incluyendo las de mi profesor del colegio, que tenía una gran visión. Improvisó un foso de salto largo con una colchoneta y una carrilera de conos y nos explicó: ‘Tienen que saltar aquí y aterrizar en la colchoneta, el que llegue más lejos gana’. Yo gané y mi profesor le dijo a todo el mundo: ‘Aquí está la sucesora de Caterine Ibarguen’. Se acabó la clase, llamó a mi mamá para hablarle de mi talento y ella se asombró muchísimo. Creo que ahí entendió por qué siempre fui tan hiperactiva”.

Comenzó su entrenamiento en la Liga de Atletismo de Cesar, bajo la guía de Freddy González, quien le permitió obtener sus primeras medallas y competir con grandes atletas del país. Todo esto llamó la atención la misma Caterine Ibargüen: “Cuando tenía 15 años, el esposo de Caterine me invitó para que entrenara con ella en Puerto Rico. Esa fue una de las mejores experiencias deportivas que tuve, y recibí muchísimas enseñanzas. Recuerdo que Caterine me dijo que no estaba en el deporte para ser su sucesora, que debía crear mi propia historia porque, tanto ella como yo, somos dos mujeres diferentes, y por eso debía distinguirme con mi propio nombre. Esas palabras me empoderaron y me ayudaron a visualizarme como una campeona olímpica”.

Sin embargo, cuando volvió a Colombia no logró los resultados esperados y su rendimiento bajó. Esa fue una época sumamente frustrante para Natalia, por lo que, en la búsqueda de crecer como atleta, decidió cambiar de entrenador y encontró al profesor Martín Suárez, a quien describe como el responsable de sus mejores resultados profesionales: “No tenía idea de qué era entrenar con pesas, él me enseñó la base, todo. Recuerdo que lo primero que me dijo fue: ‘Nos vamos a desaparecer del mundo del deporte’, y sí, no fuimos a ninguna competencia durante cinco meses”; no obstante, en este tiempo Natalia tenía su meta clara: llegar al Mundial Sub-20 de Kenia 2021.

A comienzos de 2020 Natalia estaba en un gran momento, había vuelto del Grand Prix de Atletismo de Bolivia con tres medallas de oro en salto largo, 60 metros y 200 metros. Sin embargo, debido a la pandemia del covid-19 cerraron fronteras y Natalia no pudo seguir compitiendo internacionalmente, algo que en vez de desanimarla la impulsó a seguir con sus entrenamientos. Se mudó a Santa Marta con su entrenador y empezaron a vivir largos días de preparación: se levantaban a las cinco de la mañana y terminaban de entrenar a las nueve de la noche, todos los días durante 10 meses. El objetivo era claro: que cuando se abrieran las fronteras Natalia estuviera lista.

Llegó 2021, se acercaba el Mundial Sub-20 de Kenia y 15 días antes de viajar su prueba de covid resultó positiva: “Para mí el mundo se cayó, lloré demasiado, no sabía cómo enfrentar todo esto, porque era la primera vez que vivía una decepción deportiva. Tanto sacrificio que habíamos hecho y ahora estaba enferma”. Pero debido a que las delegaciones tuvieron todo tipo de problemas, como vuelos atrasados y atletas positivos para coronavirus, el Mundial se aplazó un día y medio, lo que le permitió a Natalia tomarse una nueva prueba de covid, la que esta vez salió negativa, “de milagro”.

“Recorrí todo el mundo para llegar a Kenia y estaba muy emocionada. Lo que no pensé fue que en el tiempo en que tuve covid bajé muchísimo de peso. El día de mi competencia me di cuenta de que había perdido tanto estado físico, que después de mi primer salto ya estaba agotada. Llegó el día de la final y no pude más, sentía que me iba a ahogar. Me fui lejos del estadio a llorar. El momento más doloroso de todos fue ver la premiación, porque me imaginaba ahí cantando mi himno nacional en el podio. Fue aún peor cuando vi la marca con la que habían ganado: días antes la había logrado en una evaluación, pude estar ahí”.

A pesar de ese momento tan difícil, la experiencia le permitió a Natalia crecer como deportista, para así llegar a 2023, cuando se presentó un hito en su carrera: los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile.

“Fue un evento que me gocé: reía, bailaba y el día de la competencia me sentía tan hiperactiva que me maquillé. Para mí ese maquillaje fue como una armadura con la que decía: ‘Aquí voy a la batalla’, me pinté mi bandera de Colombia con orgullo y entré a la competencia. Estaba acostumbrada a ganar en los primeros saltos, pero en este caso no fue así, fue en el tercero en el que me posicioné de primeras. Hacía demasiado frío en Chile y ya no quería saltar, pero estaba dispuesta a seguir si alguna de mis contrincantes me superaba, ninguna lo logró y terminé siendo medallista de oro. Fui feliz, porque había hecho historia y ahí me proyecté para los Juegos Olímpicos”.

Este año Natalia Linares fue nombrada deportista revelación en la gala del Deportista del Año, un premio que habla mucho de ella, ya que es una joven comprometida que va detrás de lo que desea y que busca seguir llevando a Colombia en su siguiente prueba: los Juegos Olímpicos de París 2024.

“Es mi sueño de niña y quiero cumplirlo, por mí, por mi familia, por mi equipo y por Colombia. Todo lo que he pasado me ha ayudado a crecer, a levantarme en los días en que no quiero entrenar y a enfrentarme a situaciones muy difíciles. Pero así es esto: hay que crecer todos los días para llegar a ser campeona olímpica”.

Por Mayra Robles

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